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Magisterio

Maestros del 65

Cerca de 50 alumnos de la antigua Escuela de Magisterio de Cuenca recuperan su amistad en un segundo reencuentro y ya preparan el tercero para 2019
Maestros del 65
Foto: Saúl García
30/10/2018 - Gorka Díez

Alumnos de la antigua Escuela de Magisterio de Cuenca de la promoción de 1965 celebraron recientemente un segundo encuentro en la ciudad donde se formaron con el fin de revivir aquellos años de su juventud, cuando tenían entre 15 y 17 años y el futuro era todavía una incógnita que a la mayoría les abriría no obstante las puertas del sector educativo, pues se trata de una promoción con más de 200 alumnos, chicos y chicas, muchos de los cuales no tardaron en ejercer de maestros de escuela o profesores de instituto, de inspectores y asesores educativos o hasta de catedráticos de Universidad.

Un total de 48 alumnos de aquella promoción asistieron a una cita que arrancó con una visita a la Catedral y a algunos de los miradores del Casco Antiguo, como el de Mangana; un recorrido pensado sobre todo para los muchos compañeros a los que la vida les ha llevado a residir fuera de Cuenca, principalmente en ciudades como Valencia, Alicante, Castellón, Murcia, Almería o Barcelona, aunque incluso hay una mujer que vive en Nueva York.

“Como Cuenca, tan bonita, ha evolucionado tanto durante el tiempo que muchos no han vivido aquí, los que nos hemos quedado queríamos mostrarles algunas modificaciones. Y quedaron sorprendidos con la Catedral, cuyas capillas restauradas son una preciosidad, o con el triforio. Celebramos además una misa oficiada por Antonio Carbajo, sacerdote hermano de una compañera, en recuerdo de los maestros fallecidos, que han sido varios. Uno de los que más nos impactó, que casi todos recordamos, fue el de Francisco Suay, que falleció cuando estábamos en segundo curso coincidiendo con unas fiestas de San Mateo”.

Así lo cuenta Antonio Martínez de la Presa, uno de los integrantes de aquella promoción que ahora, a sus 71 años, considera que “a nuestra edad nos gusta echar la vista atrás y recordar aquellos tiempos”, además de “comprobar cómo son nuestros compañeros de entonces”.

RECONOCERSE, CUESTA

En el primer encuentro, celebrado hace ahora un año, reconoce que, como consecuencia del más de medio siglo transcurrido, no todos se reconocieron a primera vista. Conseguirlo costaba. Pero las dudas iniciales no tardaron en transformarse en abrazos de cariño, sobre todo entre las mujeres. “Nos ha alegrado comprobar que no hemos sido solo compañeros, sino amigos. Y que la amistad no termina, sino que sigue latente”.

Aunque en los años sesenta del pasado siglo eran muchos los conquenses que cursaban Magisterio (bien por vocación, bien porque en Cuenca no había Universidad y no todos podían costearse unos estudios en Madrid o Valencia), conseguir una plaza no era tan complicado como ahora. “Muchos empezamos a ejercer con solo 17 años, porque al año siguiente de terminar los estudios hubo oposiciones y salieron unas 40-45 plazas para maestros y otras tantas para maestras, porque entonces se diferenciaban”.

Ahora, en cambio, considera que la dificultad ha aumentado porque “la Facultad de Educación funciona muy bien y salen promociones muy grandes. Y ya hay mucha gente colocada con una plaza que, cuando la obtiene, normalmente es para toda la vida, hasta que te jubilas”.

Pese a ello, recomienda cursar estos estudios a quien tenga vocación, sobre todo por la satisfacción que produce enseñar a los demás. “Nos encanta ver por la calle a un antiguo alumno y que te salude y te agradezca la labor que has hecho por él. Porque, aunque también hay malos seguidores, cuando pasan unos años normalmente la gente se da cuenta de la labor que ha hecho con ellos un maestro: le prepara para la vida”.

Ha pasado apenas una semana desde que se celebró este segundo encuentro pero sus promotores ya trabajan en el siguiente. De momento, lo seguro es que “repetiremos la comida en el Torremangana, donde nos han tratado magníficamente”. Y el resto de contenidos lo irán decidiendo a través de un grupo de WathsApp que les permite estar en contacto todo el año. Como cuando estudiaban Magistero en aquellos años de su juventud en los que todavía no había cabida para la nostalgia.