La madre de Marina Okarinska, O.O., ha declarado esta mañana que su exnovio y acusado de su asesinato, el 6 de agosto de 2015 “controlaba muchísimo sus movimientos”, aunque “en ninguna ocasión” su hija le manifestó que le hubiese golpeado.
En el transcurso de su declaración como primera testigo en la primera sesión de la vista oral del juicio que se sigue en la Audiencia Provincial de Cuenca contra Sergio Morate y a preguntas del Ministerio Fiscal, O.O. ha agregado que él “la llamaba por teléfono muchísimo para preguntar dónde estaba” y ella “le contestaba muy fuerte, pero decía que no pasaba nada”, porque era “muy cerrada y no hablaba de ello”.
Ha recordado, asimismo, que, antes de ser asesinada, Marina mantuvo una relación con Sergio Morate durante aproximadamente cuatro años, llegando a convivir ambos “muy poco tiempo” en Palomera y, posteriormente, “un año o año y medio o un poquito más”, en el piso de la calle río Gritos de la urbanización Ars Natura de la capital, propiedad de los padres del acusado que, según O.O., estaba integrado en la familia como novio de su hija hasta que ella decidió poner fin a la relación, a mediados de febrero de 2015, aunque desde enero de ese año Marina “estaba muy nerviosa”.
A finales de febrero, según ha confirmado su madre, Marina le comentó su intención de irse a Ucrania “a pensar sobre lo de Sergio, porque estaba cansada y quería poner fin” a su relación.
“Bastante más tarde”, afirma, supo que Morate había ido a buscar a Marina a Ucrania, de donde ella regresó a finales de marzo para trabajar en el restaurante El Secreto de la Plaza Mayor durante la Semana Santa de 2015, aunque ya no volvió con Sergio y vivió en casa de sus padres.
No obstante, a su regreso, Sergio la estaba esperando en el aeropuerto, a pesar de que Marina había manifestado a su padre que prefería que él fuera a recogerla y regresó con su progenitor a Cuenca.
El 8 de abril, un día después de su cumpleaños, emprendió un nuevo viaje a Ucrania, donde contrajo matrimonio el 14 de junio con un amigo de la infancia.
El 6 de julio Marina regresa a España con su marido, que se marchó poco después y, según la versión de la madre, su hija se instala en el domicilio familiar. “Un día, él la llamó para que fuese a su casa a recoger ropa y ella le dijo que no quería ni ropa ni nada que, si quería, podía tirarla a la basura”, pero Morate “le dijo que no, que tenía que ir ella y él la iba a llamar para decirle el día y la hora”, algo que hizo una semana antes del asesinato, aproximadamente.
6 DE AGOSTO
El seis de agosto, por la mañana, sobre las doce del mediodía, la madre de Marina llegó a su casa y la encontró “gritando que no”. “Le pregunté qué pasaba y me dijo que nada, y me dijo que hablaba con Sergio, estaba muy agresiva”, prosigue su madre, para, a continuación, confirmar que al mediodía ambas comieron juntas con el padre de Marina.
La joven “preparó una ensalada de tomates, porque tampoco tenía muchas ganas y yo tomé pastilla porque estaba mal estos días y me fui al dormitorio, Marina me dijo que se venía conmigo”.
Sobre las 16.50 horas, Sergio Morate llamó a la víctima, que, a continuación, llamó a Laura del Hoyo, “porque tendría miedo y para que la acompañase a recoger sus enseres”, se vistió con un mono azul y una camiseta violeta y regreso al dormitorio para pedirle que no preparara la cena porque volvía “en diez minutos”.
Según el relato de su madre, Marina salió de casa sobre las cinco de la tarde sin arreglarse ni nada y, al ver que no regresaba, a la media hora o cuarenta minutos, la llamó por teléfono “y ella no contestaba”. “La llamé una vez y otra vez y no contestaba, y me preocupé, porque no hacía eso normalmente”, resuelve.
En este punto, ha explicado que en su familia había un pacto para tener “siempre un contacto por wasap o cualquier medio” y, al ver que no contestaba “y llegaba el momento de preparar la cena y no venía, pensé que pasaba algo”.
Por ello, se puso en contacto con su otra hija y llamaron a Sonia, la hermana de Laura, al ver que ninguna de las dos contestaba y, sobre las once de la noche, las tres, junto al marido de su hija y la pareja de Sonia, se dirigen a la casa de Ars Natura y llamaron a la policía.
A continuación llegó la madre de Sergio Morate y un tío de este, que fue quien entró en el domicilio acompañando al a policía mientras, en la calle, la madre de Sergio abrazó “también muy nerviosa” a la de Marina.
En España, Marina estaba “contenta, aquí tenía su vida, su familia, aquí tenía todo”. “Si no fuera por él, no se habría marchado”
A preguntas de su propia defensa, ha aclarado que Marina se llevaba “muy bien y estaba muy implicada” con la familia de Morate y que era una chica “muy trabajadora”, aunque tuvo que abandonar varios trabajos por la presión de su exnovio, que en alguna ocasión que ambos “querían vivir, viajar y Marina estaba siempre trabajando”, por lo que decidió que ella “tenía que dejarlos”, tanto el empleo en la cafetería Ruiz, donde trabajó durante cuatro años, como el del restaurante El Secreto, a pesar de que, a continuación, se ponía a trabajar en negocios familiares de Sergio Morate.
En España, Marina estaba “contenta, aquí tenía su vida, su familia, aquí tenía todo”. “Si no fuera por él, no se habría marchado”, ha resuelto, para, acto seguido, confirmar que, tras regresar de su primer viaje a Ucrania, la notó “muy cambiada, contenta, con los ojos brillantes, venía otra hija”.
Una versión que ha corroborado su hija A.O., quien, antes de prestar declaración se ha dirigido al acusado espetándole un “levanta la cabeza, desgraciado, y mira a mi madre”. Durante su declaración ha dicho que la relación con Morate era “cordial y normal” al igual que con la madre de este.
No obstante, a ella Marina también le confesó “que no estaban bien, que le controlaba mucho donde y con quién se iba, que era muy celoso”. “No le gustaba ir al cine ni salir de fiesta porque decía que por la noche había mucho peligro”, cuenta la hermana de Marina, quien también le confesó que dicha relación “tenía que terminar porque decía que ya no era una pareja, era una pesadilla y se sentía controlada y vigilada”.
“En febrero de 2015 le pregunté que por qué no quería estar y dijo que no podía más, que no eran compatibles y le controlaba cada paso que daba”. “Estaba muy nerviosa y muy agobiada cuando dejó la relación”, ha argumentado su hermana, quien también ha narrado cómo, tras el primer viaje de Marina a Ucrania, Sergio Morate acudió a casa de su tía preguntando por ella y Marina les ordenó que le dijeran que estaba en Barcelona. Asimismo, ha detallado cómo cuando la llamaba Sergio, Marina “parecía que tenía terror”.
En cuanto al día del asesinato, asegura que, tras intentar localizar a su hermana, llamó a la madre de Morate, que no podía “ni hablar”. “Estaba muy preocupado, me dijo que no lo había visto, que a las nueve de la noche llegó a casa, cenó corriendo y se fue”.
Marina accedió a recoger sus enseres de la casa de Ars Natura para “zanjar el tema, que cada uno viviera su vida”.
Afirma, asimismo, que Marina se marchó de España “para huir del peligro que Sergio representaba para ella” y que en su familia no podían entender esa relación, “porque Marina era de salir, estar con sus amigas, viajar”. “Le encantaba estar aquí, pero necesitaba tiempo porque, si no se iba, esta pesadilla no acababa nunca”, ha esbozado, recordando cómo, después de su primer viaje a Ucrania, Marina regresó “con un brillo que quería comerse el mundo entero”.
A preguntas del abogado de Laura, ha dicho que su hermana “tenía miedo, porque si no nunca se va a Ucrania” y accedió a recoger sus enseres de la casa de Ars Natura para “zanjar el tema, que cada uno viviera su vida”.
Finalmente, el padre de Marina, Y.O., ha narrado el episodio del día en que Marina regresó de su primer viaje a Ucrania y, después de haber ordenado que fuera su padre quien la recogiese, se encontró con Morate en el aeropuerto, donde ambos pasaron unos veinte minutos esperando y el acusado se quejó de que les hiciera esperar, por lo que el padre le dijo que se fuese.
“Él quería hablar, Marina le dio un minuto y me la traje conmigo a Cuenca”, ha añadido, que se enteró de su desaparición sobre la medianoche del 6 de agosto.
Al igual que el resto de familiares, también su padre ha confirmado que Marina era “responsable y solía avisar si se retrasaba” y que “todos” piensan que la joven tuvo que abandonar sus trabajos por decisión de su novio.
A preguntas de la defensa de Sergio Morate, ha asegurado que su hija “nunca pidió que la acompañara a recoger esa ropa, porque no la quería”.