La noticia de la tarde primero fue el “lleno de no hay billetes”, casi esperado, con unos tendidos rebosantes de colorido y expectación, y mediada la “corrida monstruo” el indulto de “Aguamiel”, tras la portentosa faena de El Juli, que fue quien metió al de José Vázquez en su prodigiosa muleta para lograr el consenso del público, y que el presidente sacase el pañuelo naranja. Indulto un tanto peculiar, con la balanza del último tercio, aunque ya cuando Juli dominaba a “Aguamiel” me comentó el presidente de la Balompédica, Luis Sanjuán: “Estoy barruntando, como decía mi abuelo cuando pastoreaba, que este toro va para indulto”.
Y el caso es que la tarde en la que era un gozo ver la plaza tan llena, con los coloristas vestidos de los toreros, de oros y platas, se torció con broncas continuadas tras la salida al ruedo del astifino “Meticuloso”, que le tocó en “suerte” a Morante de la Puebla, que apenas si se empleó con el capote. El toro iba y venía, un tanto descentrado, renqueando del tercio posterior izquierdo, originando las primeras protestas. Fue picado y el defecto se vio más cuando dobló las manos. Morante pedía un segundo puyazo, pero finalmente se cambió el tercio entre pitos y palmas de tango. Tres pares de banderillas entre broncas y cuando José Antonio cogió la muleta, con el público de uñas, buscó el trasteo para liquidar al toro de la discordia, con una pitada general para el torero y bronca para la presidencia.
Como no hay quinto malo, Morante de la Puebla recibió a “Encantado” (“encantado de estar en Cuenca”, debió pensar el de la Puebla del Río) que recibió al de José Vázquez con lances genuflexos abriendo el compás, junto a las tablas, que encendieron los tendidos, rematando con una media digna de ser pintada por Remy, el cartelista de moda en Cuenca, España y México. (Se encendieron entonces los focos). Tras el tercio de varas, con un ceñido quite de Morante por delantales, éste pidió el cambio; sin mayor relieve banderillas, el torero sevillano se dispuso a dar su lección de torería que rezumaba arte, pese a la poca disposición del burel. Fue una faena morantista, con muchos retazos de pases añejos, con temple en el cambio de manos en las cortas series con la diestra y al natural.
Alargó Morante la faena “a la sevillana” buscando ese “pellizco” hasta quedar delante de la cara de “Encantado” y tocar los pitones, entre palmas agradecidas. La buena estocada no surtió efectos rápidos en un toro que se amorcillaba y tardó en caer. Se pidieron los trofeos con insistencia, y cuando se concedió la segunda oreja hubo protestas, que se dejaron sentir en la vuelta al ruedo y en el saludo desde el centro del platillo, que debieron molestar al torero artista, que al final rehusó la puerta grande para irse por la de cuadrillas, entre nuevas protestas. ¡Ea!
Julián López “El Juli” fue el gran triunfador de la tarde. El torero de Velilla ha estado anunciado en 19 ferias de las 20 que ha organizado Maximino. Se puede decir que es un “torero de la plaza de Cuenca” y como tal se sintió ayer. En su primero, segundo de la tarde, colorao ojo de perdiz, Julián se lució por soberanas chicuelinas y el remate por verónicas, volviendo a destacar con el capote en el quite por chicuelinas ceñidas tras pedir el cambio de tercio. Brindó Julián su faena al público, iniciada con doblones para ahormar a “Niñato”. Fue una faena con clase y temple en la que el Juli manejó las telas con despaciosidad y alargando el pase de pecho, en series por la derecha y sobre todo al natural. En su repertorio no faltaron las “luquecinas” y el pase por alto o de pañón. En suma, muy torero. Tras un pinchazo colocó una estocada a conciencia que bastó y paseó una oreja por el redondel.
En el sexto llegó la apoteosis. Saltó a la arena “Aguamiel” cuando el sol se ponía en el ocaso y la plaza ofrecía su ponisol entre nubes de paleta de colores; en los primeros compases salió suelto del percal, aunque arremetió frente al del castoreño, recibiendo tres pares de banderillas. El Juli mandó a la cuadrilla a los burladeros y se quedó solo en el quite, en el centro del platillo: el capote parecía un remolino en las repetidas “lopecinas”, rematadas con una media revolera de altos vuelos. Las palmas echaban humo.
Algo se fraguaba en el ambiente, pues el torero madrileño comenzó su labor muleteril con media docena de pases por alto a pies juntillas para domeñar al dócil toro de José Vázquez que se quedó encelado en la muleta de Julián (nombre del Patrón de Cuenca), quien a partir de ese momento se hizo con todos los mandos. Y prosiguió una faena maciza, cincelada en la torería de su madurez como primera figura del toreo, contagiando al público de esa templanza. Que acierto del ganadero Vázquez de llamarle “Aguamiel” como pudo ponerle “Bombón”, pues El Juli estaba feliz, toreando, disfrutando, y con ello transmitiendo su toreo al público como decían los antiguos revisteros, “con pases de todas las marcas…”
Ochenta, noventa, pases, olés… Público y torero entregados… Se pidió el indultó cuando hizo intentos de entrar a matar. La presidencia no estaba por la labor y el Juli, hasta por tres veces, repitió las series ante un toro repetidor. Cayó el pañuelo naranja ante el clamor popular y con ello, el contraste de opiniones, siempre tan necesario. La vuelta al ruedo con los trofeos simbólicos fue de las más apoteósicas.
José María Manzanares pasó por Cuenca esta vez casi de puntillas, aunque su inicio con verónicas de relieve a “Estudiante” ofrecían esperanzas de triunfo. No pasó del aprobado, pues vimos al torero alicantino como ciertamente conformista, haciendo lo necesario. En este tercero dejó estela de su particular concepto del toreo, sobre ambas manos, con tandas de enjundia y calidad, pero sin mucha transmisión. Correcta labor que no aprobó ante “Estudiante” con la espada, pues necesitó de dos estocadas, y eso sí, con vergüenza torera y mucho empaque, pegó un estoconazo a la tercera, muy aplaudido. Saludó desde los medios.
Con el “Decisivo” séptimo, con poca luz en el ruedo, que alumbra más al público, que a la arena, no mejoro José María Manzanares su pasó por Cuenca, pues no pudo lucirse con la franela, y tras una larga vara quiso sacarle jugo a un toro sosote, que blandeó de remos y al que insistió varias veces para sacarle faena en tandas con poca ligazón. Tras dos pinchazos y estocada, el público le aplaudió. Destacó, eso sí, su vestido de nazareno y oro.
Roca Rey se fue de nuevo de Cuenca sin trofeos, y van dos ferias seguidas. Al torero peruano le tocó en cuarto lugar el toro llamado “Henil” que renqueaba de los cuartos traseros, y tras la bronca insistente, el presidente lo mandó al corral tras ser picado. ¡Macarrón! (Esto es como pitar un penalti tras no haberlo hecho antes. El VAR debe llegar a los toros para ver mejor las cojeras y los indultos, aunque se nos haría de noche, claro).
Salió como cuarto bis el sobrero, también llamado “Decisivo”, de Vázquez, que buscaba la querencia ante la mirada un tanto sorprendida de Roca, inédito con el capote. Intentó el torero peruano sacarle partido, pero poco hizo ante el mansete que también tiene su lidia, y tras unas probaturas montó la tizona y acertó de pleno, lo que le valió el aplauso.
En el octavo de la tarde-noche, Roca Rey vio cómo “Chivato” se le coló entre el capote, apuntando cierto peligro que vivieron los banderilleros que tuvieron que buscar el olivo. No quería irse Roca Rey de Cuenca de vacío, y ya con la muleta intentó domeñar a un toro que manseaba también y que se iba parando. Aun así logró el peruano algunas series junto a las tablas, aplaudidas por el público, que esperaba mucho de él. Pero fue poco y cuando acabó de una estocada en noche cerrada se pidió una oreja, pero sin gran insistencia a plaza llena. Al final, aplausos y Roca Rey no termina de rematar en la feria conquense.
Terminó el festejo con la salida triunfal y merecida de “El Juli”, mientras Morante de la Puebla se marchaba hacia la puerta de cuadrillas ante la extrañeza del público, y se volvieron a escuchar protestas. Ya se sabe que en los toros los triunfos y las broncas se miden por igual en la sonoridad y pobre de “al que no le tengan en cuenta”. “La Monstruo” no dejó a nadie indiferente. Ya tenemos debate, que es lo propio entre los taurinos.
FICHA
Tercera corrida de la Feria de San Julián. Lunes, 20 de agosto de 2018. Casi lleno. Presidió Emiliano García, asesorado por Javier Canales y el veterinario, Luis Colmenar. La presidencia fue abroncada por no devolver el primer toro.
Morante de la Puebla (verde botella y oro), estocada: Bronca. Estocada: Dos orejas, protestada la segunda por un sector.
Julián López “El Juli” (gris perla y oro), pinchazo y estocada: Una oreja. En el sexto, dos orejas y rabo simbólico, tras indultar a “Aguamiel”.
José María Manzanares (nazareno y oro), dos estocadas y estoconazo: Saludos. Dos pinchazos y estocada: Ovación.
Roca Rey (gris plomo y oro). Estocada. Ovación. Estocada. Ovación tras leve petición de oreja.
Ganado: Se lidiaron seis toros de José Vázquez, de Madrid, de juego desigual. El sexto, de nombre “Aguamiel”, marcado con el número 65, nacido en 2014, fue indultado por El Juli. El cuarto fue devuelto al renquear de los cuartos traseros, sustituido por el primer sobrero de la misma ganadería. Peso: 535, 524, 527, 467, 490, 563, 467 y 528 kilos.
Incidencias: Lleno de “no hay billetes” con expectación y colorido en los tendidos, en los que vimos caras conocidas como del exministro José Bono y el vicepresidente de la Junta, José Luis Guijarro; el musicólogo Antonio del Moral, periodistas como Iñaki Cano o Chani Pérez o el modisto Eduardo Ladrón de Guevara, y los presidentes del Liberbank Cuenca y la U.B. Conquense, Isidoro Gómez y Luis Sanjuán, junto al alcalde y presidente de la Diputación, Ángel Mariscal y Benjamín Prieto, respectivamente, invitados en el palco municipal. El festejo comenzó siete minutos más tarde debido a la gran cantidad de público que seguía pasando a los tendidos, en la tarde soleada y agradable. La luz se encendió en el cuarto toro. El festejo duró poco más de tres horas.