Ingresar en un centro hospitalario no suele ser plato de gusto para nadie pero en el Hospital Virgen de la Luz de Cuenca, al menos para los pacientes fumadores, puede resultar muy beneficioso para su salud.
La veterana Consulta de Deshabituación Tabáquica, que funciona desde el año 2003, acaba de poner en marcha una peculiar iniciativa: facilitar el tratamiento necesario para dejar el tabaco a los enfermos fumadores durante el tiempo que dure su ingreso en planta. Según explica la responsable de la misma, la doctora Rosario Vargas, se trata de un buen momento para empezar ya que durante estos días no pueden fumar pero, al mismo tiempo, se pueden controlar mejor los síntomas del síndrome de abstinencia que se dan al principio.
La principal ventaja es que los tratamientos farmacológicos para dejar este hábito no están financiados por la Seguridad Social “y cuando están ingresados se los suministramos gratis”. Una vez que se les da el alta, los pacientes deben seguir con la terapia y acudir a las revisiones pertinentes a la consulta.
De momento, esta atención que comenzó para afecciones de Neumología y Cardiología, se ha extendido también a ingresos de Medicina Interna y la intención es ampliarlo próximamente para todos aquellos que se sometan a alguna operación. La Consulta de Deshabituación Tabáquica, que cuenta con un facultativo y una enfermera, desarrolla un programa basado en terapia farmacológica y apoyo psicológico. Puede acudir cualquier adulto de la provincia que desee dejar de fumar, siempre derivado por Atención Especializada o por los médicos de Atención Primaria de los Centros de Salud. “Es fundamental que el interesado quiera dejarlo y tenga los motivos para ello porque si no no hay nada que hacer”, subraya la doctora.
El porcentaje de fumadores que logró dejar el tabaco a los seis meses fue del 42 por ciento el año pasadoEn la primera consulta se realiza una completa historia clínica y tabáquica del paciente, y se realizan pruebas como la cooximetría para medir la cantidad de monóxido de carbono en aire espirado, y se determina el grado de tabaquismo del fumador. El seguimiento se realiza a la semana, a las dos semanas, al mes, a los dos meses, tres meses y a los seis meses. “El alta la damos al año porque se supone que en doce meses ya ha pasado por todos los supuestos posibles para no recaer: eventos, Navidades, cenas de empresa...”.
La doctora señala que en seis meses se puede conseguir. De hecho, el porcentaje de fumadores que acuden a la consulta y logran abandonarlo en este periodo fue del 43 por ciento en 2016. Por el contrario, un 42 por ciento de los citados en la primera consulta no vuelven más. Durante el año pasado y hasta junio de 2017 han pasado por la consulta un total de 143 personas, un 60 por ciento hombres y un 40 por ciento mujeres, la mayoría entre 40 y 60 años, muchos de ellos con patologías derivadas del tabaco y con un alto grado de dependencia o que han intentando dejarlo varias veces sin éxito.
Rosario Vargas asegura que el primer mes es el peor, pero una vez superado “se ven las cosas buenas de forma inmediata”. Por ejemplo, a las 24 horas el nivel de monóxido de carbono en el organismo está a cero, mejora la tensión arterial, se observa una mejor tolerancia al ejercicio, desaparecen las toses matutinas, se recupera el olor y la piel se vuelve más fina y presenta menos arrugas. Respecto el temor de muchos a engordar cuando dejan de consumir cigarrillos, la doctora aclara que “todo se debe a que hay más ansiedad y se picotea más. Engordar de 3 a 5 kilos de media es lo normal, pero más no tendría por qué. Además, ahora existen tratamientos que ayudan a no coger peso”.
Cuando se aprobó la Ley Antitabaco hubo una gran afluencia a la consulta y después hubo un periodo sin apenas gente. De hecho, había dos consultas y se tuvo que suprimir una. En la actualidad, vuelve a haber lista de espera y quizá haya que recuperarla.
A pesar de la mucha información que existe sobre el tabaco y sus efectos, los jóvenes se siguen enganchando. Esta especialista opina que para evitarlo la clave está en legislar más, “es necesario controlar los establecimientos que venden cigarros sueltos a niños de 12 o 13 años” y, sobre todo, aumentar el precio del tabaco “ya que está demostrado que subirlo baja la prevalencia”.
UNA DROGA MUY DAÑINA
El tabaco es una de las drogas más dañinas para la salud y la nicotina una de las cinco sustancias más adictivas del planeta. La Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha declarado el consumo de tabaco como una epidemia a escala mundial, alerta de que en el año 2030 fumar podría acabar con la vida de más de 8 millones de personas.
Hoy en día, según la OMS, es la principal causa prevenible de mortalidad en el mundo: mata anualmente a más de 7 millones de personas, de las cuales más de 6 millones son o han sido consumidores del producto y alrededor de 890.000 son fumadores pasivos.
Para hacernos una idea, el humo de un solo cigarrillo contiene unos cuatro mil componentes químicos de los cuales unos cuarenta pueden provocar cáncer. Entre sus componentes más conocidos destacan la nicotina que produce estimulación y es responsable de la dependencia, y el alquitrán, pero también encontramos arsénico, amoniaco, metanol, butano, monóxido de carbono y cadmio, metal éste último muy tóxico con el que se fabrican las pilas. La doctora Vargas explica que el tabaco afecta cada vez más a determinados tipo de cáncer en mujeres. “Ahora vemos muchos casos de cáncer de pulmón femenino que antes no había”.
Asimismo, los jóvenes se están enganchando a nuevas modalidades para fumar, no menos peligrosas. Es lo que está ocurriendo con el cigarrillo electrónico, o con las tan de moda cachimbas. “Los chicos se creen que no fuman nada y muchas veces no se sabe ni qué llevan”. “La adicción es muy fuerte, hay gente con muchas patologías, incluso van con oxígeno, y siguen fumando”.