No. No son ilegales, ni conflictivos. Son niños, niñas y adolescentes que han llegado a España sin su familia y se encuentran en situación vulnerable. Se les encasilla bajo el acrónimo MENA (Menores Extranjeros No Acompañados) pero este concepto técnico usado en legislación ha pasado a formar parte del vocabulario colectivo para categorizarlos y establecer prejuicios injustificados, llegando, incluso, a olvidar que son solo niños.
Salen de sus países de origen escondidos bajo camiones o en una embarcación, sin conocer a nadie y con los bolsillos completamente vacíos, con el único propósito de huir de la pobreza, la exclusión y la violencia de sus países de origen en busca de protección y una vida mejor. Sin embargo, la situación al llegar a España dista y mucho de las expectativas idealizadas que traían. La realidad es complicada, los trámites para conseguir su documentación largos y mientras recorren el camino hasta encontrar un trabajo se encuentran piedras y obstáculos que superar.
Ahí entra el papel fundamental que llevan a cabo las administraciones y las organizaciones sociales que se encargan de ser esa mano amiga que les facilita su adaptación e integración sociolaboral a un entorno totalmente nuevo para ellos. Hablamos de la Consejería de Bienestar Social de Castilla-La Mancha que tutela, al cierre de esta edición, a 82 menores en el conjunto de la región de los que 79 son chicos y 3 son chicas, tal y como ha indicado a Las Noticias de Cuenca Amelia López, delegada del ramo.
Una labor que en la provincia de Cuenca la Consejería coordina y gestiona junto a la Fundación Diagrama. En concreto, los menores bajo protección que se encuentran en Cuenca son 16, en su mayoría varones, de entre 14 y 17 años de edad que llegan principalmente desde Marruecos y Malí, seguidos por países como Argelia y otros del África Subsahariana. Viven en cuatro centros distribuidos entre la capital conquense y los pueblos de la provincia, aunque el único especializado se encuentra en el municipio de Rada de Haro, donde el Ayuntamiento y los vecinos han recibido a los y las jóvenes con los brazos abiertos.
Es el Centro Hogar ‘Las Torcas’, donde los profesionales como la educadora social María Luz Desviat trabajan con ellos el vínculo y el enganche afectivo con el propósito de “hacerles saber que pueden abrirse a nosotros sobre cualquier cosa y que podemos ayudarles emocionalmente, porque al fin y al cabo son niños separados de sus familias y tienen necesidades afectivas”, explica.
También se trabaja de forma individual diferentes ámbitos como el aspecto escolar, laboral, de salud y residencial. En definitiva, “el objetivo principal del recurso es acompañar a los menores en sus procesos de vida para que sean autónomos cuando deban dejar el hogar”, dice Desviat.
Una tarea que comienza cuando los menores asisten a clase en los colegios e institutos públicos de la zona. Centros educativos como el IES ‘San Juan del Castillo’ de Belmonte en el que adaptan los contenidos curriculares a su nivel educativo y lingüístico, ya que presentan escaso o nulo nivel de castellano para que estos jóvenes adquieran la formación necesaria que les permita optar al mercado laboral.
Además, en el hogar se les ofrece apoyo y refuerzo escolar para afianzar todo lo aprendido, aunque lo más importante no son los aprobados o los suspensos sino la actitud positiva y proactiva con la que el menor consigue superar sus metas.
Esfuerzo y trabajo les cuesta pero “poco a poco van siendo capaces de integrarse en la sociedad, pero sobre todo consiguen ser un poco más felices”. En este sentido, para María Luz Desviat, la educadora social lo más satisfactorio de su trabajo es “comprobar cómo, después de pasar un tiempo en el centro, su mirada transmite más paz y tranquilidad que los primeros días”, apostilla.
Meses e incluso años después llega el momento de abandonar la que ha sido su casa y el final suele ser feliz para la gran mayoría de estos adolescentes porque “salen del centro con su documentación administrativa en regla y llevando una vida autónoma, normalizada y totalmente integrada”, asegura. Y lo que más les importa, con un trabajo que les permite ahorrar dinero para visitar a sus familias en sus países de origen e incluso establecer su residencia en pueblos cercanos al recurso, por lo que “el vínculo con ellos se mantiene”, manifiesta Desviat.
Hablar de Menores Extranjeros No Acompañados es hablar de historias de superación, de personas que sin saberlo ayudan y contribuyen en la lucha contra la despoblación en la provincia de Cuenca. Por ello el sistema debe evolucionar para cambiar la percepción negativa que la sociedad ha tomado por norma. A nivel gubernamental ya se ha aprobado la sustitución de la MENA por la de NMAMNA (Niños, Niña y Adolescentes Menores No Acompañados), aunque si no hay voluntad de entender la realidad que atraviesan dará igual el cambio en las siglas.
Ahora bien, si estuvieran en un país empobrecido, en el que se producen conflictos a diario o donde las mujeres no pueden ni si quiera salir a la calle libremente, ¿se plantearían emigrar en busca de un futuro mejor?
RECONOCIMIENTO A RADA DE HARO
En otro orden de cosas, indicar que la Consejería de Bienestar Social de Castilla-La Mancha entregará el próximo día 1 de diciembre al Ayuntamiento de Rada de Haro el Reconocimiento Especial a la Iniciativa Social de Castilla-La Mancha por su clara apuesta por la inclusión y la tolerancia. Un premio que merecen “por haber acogido tan bien a estos chicos y chicas en la provincia y porque han puesto todos los medios a disposición de los jóvenes”, apunta Amelia López, delegada del ramo en la provincia de Cuenca. Además, tanto el Ayuntamiento como los vecinos ayudan y muestran día a día su respeto y cariño a los menores migrantes para que sientan que el pueblo es su casa.