Este nuevo cierre de la hostelería, desde el martes de esta semana con motivo del endurecimiento de las restricciones del nivel 3 en toda Castilla-La Mancha ante el avance de la pandemia, ha caído como un jarro de agua fría entre los empresarios conquenses del sector. Una medida que desde HC Hostelería de Cuenca, su presidente, Jesús Segura, no duda de tildar de “desastrosa” y que supone “una puntilla más a un sector que lo está pasando francamente mal”. Sector al que considera que se le está criminalizando y demonizando de manera “totalmente injusta”, a pesar de ser, según recuerda, uno de los principales motores económicos de este país.
Y es que, según dice, este cierre no solo machaca más aún a la hostelería, que, además, viene de soportar un año horrible, sino que también arremete contra otras muchas empresas vinculadas directa o indirectamente con el sector, como por ejemplo, distribuidores, carnicerías, servicios técnicos, pescaderías, fruterías y un largo etcétera, que se están viendo en la tesitura de tener que mandar a sus empleados al ERTE ante la notoria caída del volumen de negocio. Una situación que, según teme, pueda agravarse aún más, ante la posibilidad de que este cierre no se reduzca a los diez días anunciados y se prolongue durante mucho más tiempo.
Jesús Segura: “La hostelería ha demostrado que no es un foco de contagios en un porcentaje elevado. El problema viene de las reuniones familiares y con el cierre cautelar de bares y restaurantes lo único que se está haciendo es favorecer este tipo de encuentros, donde, por cierto, no existen, ni mucho menos, las medidas de seguridad que hay en cualquier establecimiento hostelero”Sector responsable
Para Segura, la hostelería no ha dejado de mirar por la salud de todos y ha realizado un notable esfuerzo en este sentido, adaptándose a los distintos escenarios que se van presentando según la evolución de la pandemia de la Covid-19 y cumpliendo, por lo general, las medidas de seguridad sanitaria establecidas.
En su opinión, la hostelería ha demostrado que no es un foco de contagios de coronavirus en un porcentaje elevado. Y, de hecho, las cifras oficiales apuntan a que solo el 3 por ciento de los nuevos casos se produce en bares y restaurantes.
El problema, según recalca, se está dando en las reuniones familiares. Encuentros que, además, cree que se están favoreciendo con el cierre cautelar de la hostelería. Flaco favor, por lo tanto, de esta medida, entre otros motivos, porque, tal y como destaca, bastantes de esas reuniones se desarrollan con muchas menos medidas de seguridad sanitaria que se puedan encontrar en cualquier establecimiento hostelero, donde se han realizado fuertes inversiones para garantizar en la medida de lo posible la máxima seguridad, tanto de sus trabajadores –al igual que cualquier otra empresa– como de sus clientes.
Qué decir tiene, tal y como subraya, que no todo el mundo hace las cosas bien. Por eso cree que siempre será preferible perseguir y castigar a los que lo hagan mal y no meter a todos en el mismo saco.
De ahí que se incline más por la conveniencia de incrementar el control y la vigilancia del cumplimiento de las restricciones y exigencias fijadas para los establecimientos hosteleros que cortar a todos por el mismo patrón y optar por un cierre generalizado de un sector productivo, no teniendo en cuenta los ímprobos esfuerzos de la gran mayoría por salvar sus respectivos negocios dentro del marco normativo del momento. Por lo tanto, ve conveniente que se castiguen de manera ejemplar las irregularidades e ilegalidades que se cometan en el sector, pero, eso sí, “no solo a los establecimientos hosteleros, sino también a los usuarios”, porque cree que “mucha gente solo entiende las cosas cuando les tocan el bolsillo”.
Cierre de negocios
Desde el sector se tiene claro que ante la actual situación de crisis sanitaria es indiscutible la necesidad de adoptar medidas para intentar frenar la pandemia, pero lo que no consideran de recibo es que siempre les toque a los mismos.
Y, en este sentido, se pide más coherencia en las restricciones, porque, tal y como subraya Segura, no tiene mucho sentido que un ciudadano de la capital conquense no pueda ir a Chillarón y, sin embargo, haya gente que pueda aterrizar en el aeropuerto de Barajas.
Así las cosas, para el presidente de HC Hostelería de Cuenca el futuro del sector es “bastante negro”, porque va a suponer el cierre de muchos negocios, así como de empresas relacionadas con bares y restaurantes.
No en vano, la Conferederación de Empresarios de Cuenca, CEOE CEPYME Cuenca, tal y como recuerda, apunta a que la pandemia de la Covid-19 se va a llevar por delante uno de cada cuatro establecimientos hosteleros en nuestra provincia, sin olvidar, por supuesto, la obligada “purga” en las plantillas de empresas afines.
En opinión de Segura, a todo esto hay que sumar el hecho de que esta adversa situación no solo está generando incertidumbre entre el empresariado hostelero, sino también un desgaste moral y psicológico muy importante ante los constantes cambios que se vienen sucediendo en el último año, que, además, desconciertan a todo el mundo.
Sin olvidar, a su juicio, el daño a la imagen del sector que se está generando con esas decisiones de cierres cautelares a la primera de cambio, ya que parecen trasladar a la población esa idea de que “si cierran la hostelería, por algo será”, y sin embargo, en su opinión, “nada más lejos de la realidad”.
Oposición generalizada
Los hosteleros consultados por Las Noticias de Cuenca, por su parte, coinciden en calificar esta medida como “una auténtica injusticia”, al tiempo que ponen en duda la efectividad de este cierre cautelar del sector, que, sin embargo, sí tienen claro que va a tener fatales consecuencias para la supervivencia de muchos negocios.
Ramón Martorell, propietario del restaurante La Viña, de la capital, se manifiesta en este sentido y asegura que “el sector está hundido después de tantos varapalos desde marzo” y cree que “ahora todos los esfuerzos se tienen que centrar en intentar mantenerse, porque no hay que olvidar que cada día nos endeudamos más”.
Es de la opinión de que el cierre de la hostelería no es la solución al problema de esta crisis sanitaria y piensa que se podía perfectamente mantener el nivel 2 de restricciones, con el que combatir la propagación del coronavirus y permitir, al mismo tiempo, la apertura condicionada de los negocios y, de esta manera, seguir haciendo frente a todos los pagos. Y si para ello es necesario incrementar la vigilancia y el control del cumplimientos de las restricciones, a su juicio, eso no sería un problema.
Nacho Villanueva, propietario del restaurante Recreo Peral, aunque entiende la medida, cree que no va a ser efectiva, entre otras cosas, porque “la gente se va a seguir juntando en casas hasta las diez de la noche o, incluso, en el campo, sean o no convivientes, por lo que el problema va a seguir ahí”.
En este sentido, asegura no tener mucho sentido el cierre de la hostelería y, sin embargo, seguir manteniendo las clases presenciales en los colegios y en la universidad. Lo que sí está claro, a su juicio, es que “el primer palo siempre es para la hostelería, a pesar de que no sea un lugar donde se produzcan muchos contagios; algo que no entiendo”. Es por ello partidario de que se mantuviera el nivel 2 en la hostelería, incrementando, eso sí, la vigilancia y el control para castigar los incumplimientos, porque el sector no puede aguantar más y los empresarios tienen que hacer frente a muchos gastos”. Y es que teme que el cierre no se quede en los diez días, sino que finalmente se vaya a prolongar, al menos, durante un mes.
En términos similares se pronuncia Manolo Moya, propietario del restaurante La Venta, quien recuerda que no es el primer cierre del sector hostelero, que lleva soportando esta situación desde marzo y “ya no podemos aguantar más”. Además, llama la atención sobre la desprotección a la que están sometidos los empresarios en el actual escenario, porque “para los empleados aún está la opción del ERTE, pero qué pasa con los autónomos”.
Una situación que teme vaya a degenerar en una pérdida total del patrimonio empresarial, porque “no está entrando ni un euro en caja, pero los gastos están ahí y hay que pagarlos irremediablemente”.
No es de extrañar, por lo tanto, que ponga sus esperanzas en la vacuna contra la Covid-19 para parar este desastre, que espera se generalice su administración cuanto antes.
Para Breiner Rubio, propietario del bar La Siesta, el nuevo cierre cautelar del sector es “algo horrible”. Considera que va a ser un “duro golpe” para su negocio, sobre todo, porque “ahora que estábamos cubriendo las consecuencias del anterior cierre, nos viene uno nuevo”.
Tiene muy claro que esta medida no va a tener los efectos esperados, porque “hay gente que no está concienciada de la magnitud del problema y sigue comportándose como si nada; algo que, sin duda, va a tener consecuencias”. Pero lo que no es de recibo, a su juicio, es que “paguemos justos por pecadores”.