Un horizonte de capuces ha teñido Cuenca de Paz y Caridad en un Jueves Santo inolvidable que ha brillado más que el sol. A las 16:30 horas se abrían las puertas de la iglesia de Nuestra Señora de la Luz, patrona de Cuenca y, desde ese momento, las ocho hermandades que componen esta procesión –una de las más antiguas de la ciudad– llevaban a cabo un ejercicio de coordinación procesional digno de admirar.
La Archicofradía de Paz y Caridad, con el Cristo de las Misericordias a hombros de banceros de las siete hermandades restantes, salía a la calle bajo la atenta mirada de cientos de personas que se agolpaban en las inmediaciones del barrio de San Antón. Tras él, comenzaron a desgranarse las distintas escenas de la Pasión en perfecto orden cronológico, todo ello a través de los diferentes Misterios a los que rinden culto las hermandades de la Oración en el Huerto, Amarrado a la Columna, Nuestro Padre Jesús con la Caña, Ecce Homo (de San Gil), Jesús y la Verónica, Jesús Nazareno del Puente y Nuestra Señora la Soledad del Puente.
Así, poco a poco, la procesión se abría camino por las calles de la parte baja de la ciudad, que lucían abarrotadas de conquenses emocionados y de turistas asombrados, tanto por la espectacularidad de los pasos, como por el gran volumen de nazarenos que cada año arropan a las imágenes. Lo comentaban desde fuera. En las aceras. Al otro lado de las tulipas.
Mientras tanto, el cortejo, encabezado por la banda de la Junta de Cofradías seguía su paso hasta Carretería. Sin prisa, disfrutando de la buena meteorología que este año, por fin, no ha empañado la procesión de Paz y Caridad. El gentío recibía el cortejo plagado de nazarenos que, a vista de pájaro, bien podría asemejarse a una columna vertebral hecha de capuces.
A su paso por Las Torres, la tónica seguía siendo la misma: multitud de personas disfrutando de la procesión y perfecta organización dentro de ella. Y llegaba el momento de cruzar el Huécar para comenzar a escuchar las horquillas entre los rascacielos de Cuenca, frente a la iglesia de El Salvador y por la calle de El Peso, en la que como cada año se viven momentos inolvidables en los que la precisión y la emoción se dan la mano.
Y con especial emoción han vivido la llegada a la Plaza Mayor este Jueves Santo los hermanos y hermanas del Santísimo Cristo de Ecce Homo (de San Gil) ya que en este 2023 celebran el 75 aniversario de su talla, obra de Luis Marco Pérez. También para la Soledad que en este recorrido ha escuchado por primera vez el himno que ha compuesto el director del Coro de la Capilla de Música de la Catedral de Cuenca, José Antonio Fernández Moreno, con letra de Anaís García Burgos.
Una vez concluida la para obligada frente a la Catedral de Cuenca, poco después de las diez y media de la noche partía de nuevo el cortejo por Alfonso VIII en busca de la iglesia de la Virgen de la Luz. De manera fluida, el desfile descendía en un final de procesión que enmudeció a la ciudad frente al murmullo de la tarde, aunque a su paso por el Puente de la Trinidad ya resonaban de fondo algunos clarines.
Después de más de ocho horas y media de recorrido, la Archicofradía de Paz y Caridad encaraba ya la entrada a la iglesia de partida por el puente de San Antón, marcado el final del Jueves Santo. Una procesión que quedará para el recuerdo, no solo porque un hermano de la Flagelación y Gloria de Elche haya acompañado a ‘El Amarrao’ con motivo de su hermanamient o porque la Asociación Socio-Cultural Santa Cecilia de Almonacid del Marquesado se ha estrenado en la Semana Santa de Cuenca, al igual que la Aurelio Mascaraque de La Guardia (Toledo), sino porque este cortejo quedará grabado en la memoria de muchos.
Un Jueves Santo para el recuerdo que la ciudad de Cuenca ha vivido con especial emoción. La misma con la que ya aguarda Camino del Calvario.