Conoce bien los secretos de la administración local, en los últimos años, desde el Ayuntamiento de Cuenca. Pilar Aguilar Almansa (Bolaños de Calatrava, Ciudad Real, 1959), secretaria municipal del Consistorio conquense desde 2014, se jubiló en diciembre tras cuatro décadas en la profesión, un tiempo en el que ha sido testigo en la ciudad en su última etapa profesional de los mandatos de los socialistas Juan Ávila y Darío Dolz y del ‘popular’ Ángel Mariscal, habiendo conocido también desde dentro la legislatura de Manuela Carmena en Madrid.
Tras jubilarse, reconoce que sintió una “liberación”, quitándose “un peso de encima”. “Me he dado cuenta de que llevo un mes sin irritarme, sin enfadarme, sin tener la tensión horrible de llegar al Ayuntamiento y de que enseguida te pongan de mal humor”, bromea.
Licenciada en Derecho por la Universidad Complutense, Aguilar Almansa aprobó las oposiciones en 1982 y su primer destino fue como secretaria interventora en el pueblo ciudadrealeño de Poblete, pasando después por varias pequeñas localidades de todo el país hasta que en 1992 llegó a la ciudad madrileña de Coslada ya como secretaria de primera, trabajando posteriormente en Getafe y Alcobendas, una época en la que compaginó su faceta profesional con los estudios de Filosofía en la Universidad Autónoma, llegando a cursar la carrera durante un semestre en México gracias a una beca. “Yo era mayor que mis compañeros pero fue una etapa muy bonita”, rememora.
En el Consistorio de Cuenca aterrizó en febrero de 2014, marchándose en agosto de 2015 al Ayuntamiento de Madrid como cargo directivo del Gobierno de Carmena –hubo polémica por su nombramiento–, regresando de nuevo en julio de 2018 a la capital conquense, donde ha sido secretaria del Pleno y de la Junta de Gobierno.
“El tiempo que he estado en Cuenca, los políticos nunca han intentado que mi trabajo fuera en una o en otra dirección. He sido completamente autónoma. Me habré equivocado pero jamás he tenido ninguna presión de ninguno de los tres equipos de gobierno”De su etapa conquense, destaca especialmente la ciudad en sí. “Es preciosa. Merece la pena”, subraya la ya exsecretaria, cuyas funciones en el Ayuntamiento de Cuenca han sido dar fe de los acuerdos que adoptaba el Pleno y expedir documentos, asistir al concejal secretario en la preparación de las sesiones de la Junta de Gobierno, así como elaborar informes jurídicos para distintos servicios, entre otras labores.
“El tiempo que he estado en Cuenca, los políticos nunca han intentado que mi trabajo fuera en una o en otra dirección. He sido completamente autónoma. Me habré equivocado pero jamás he tenido ninguna presión de ninguno de los tres equipos de gobierno”, asegura.
No obstante, lanza algún tirón de orejas a los políticos: “No me han gustado las maneras en el Pleno. Hubo un periodo cuando gobernaba Mariscal en el que había mucha tensión, aunque yo no estaba entonces. Pero en este mandato, la forma de relacionarse y comportarse muchas veces me parece indigna”.
También admite que le asombra que algunos miembros de esta Corporación digan “con orgullo que no están en el Pleno para hacer política”. “Entonces, ¿para qué están? Me sorprende que piense eso alguien que está en el órgano donde se toman las decisiones más importantes. Cuando apruebas un presupuesto, cuando contratas... estás haciendo política”, reflexiona.
Otra de las cosas que le molestaban es que desde la oposición se lanzara a menudo la sospecha de que “hay algo detrás” de los expedientes. “Muchas veces era la responsable de los documentos que se debatían. Si hay algo mal, llévelo a los tribunales pero no cuestione permanentemente porque pone en tela de juicio a los trabajadores”.
Sobre estos, resalta que en el Ayuntamiento “hay gente muy válida y muy trabajadora” aunque también lamenta que “hay personas que se creen que mandan más que los políticos”. “No me ha gustado la falta de responsabilidad y profesionalidad de algunos”, afirma.
Respecto a la etapa en Madrid, dice que aceptó porque le pareció interesante trabajar con Carmena: “Fue una buena experiencia por el equipo, gente joven con poca experiencia pero con muchas ganas aunque no me gustó nada la organización del Ayuntamiento de Madrid, muy rígida y enquilosada”.
Y en esta nueva etapa que se le abre por delante ya como jubilada, Aguilar Almansa vivirá a caballo entre Madrid y Valencia, y piensa viajar, una de sus grandes pasiones, y le gustaría estudiar Historia y retomar las clases de bajo eléctrico que empezó en Cuenca.