Si para muchos trabajos la vocación es una cuestión fundamental en el desempeño del mismo, lo es mucho más, si cabe, para un agente del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil, tanto por la naturaleza de sus intervenciones, en rescates de personas fallecidas, como por el medio hostil en el que trabajan, el acuático.
Así lo pone de manifiesto Bartolomé Arcos Trujillo, agente del GEAS de Cuenca y, en la actualidad, jefe interino del grupo (hasta la incorporación de un cabo), quien asegura que en sus 31 años de experiencia ha podido constatar que la vocación es indispensable para una ocupación profesional como ésta, tan exigente en todos los sentidos y, por supuesto, con una carga emocional muy marcada. “Si no te gusta este trabajo, difícilmente se puede llevar a cabo y, de hecho, después de haber realizado el curso de buceo, hay compañeros que no han podido aguantar. El que lo hace es que está hecho de otra pasta y vale para GEAS”, indica.
GEAS DE CUENCA
Él, junto a Alberto Morán Jiménez, Jesús Zorzona Campillo, Alejandro Benítez Ibarbia y Javier Martínez González (ahora en comisión de servicios en Ceuta) conforman el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de Cuenca, que se implantó en la Comandancia de la Guardia Civil de la capital conquense en 1998, por lo que el próximo año afrontan ya un cuarto de siglo de vida.
Una unidad especial de la Benemérita con un amplio abanico de cometidos, entre los que se encuentran, además de la búsqueda, localización y rescate de personas y objetos en el medio acuático –quizá la más conocida por la sociedad–, la vigilancia y protección del patrimonio natural e histórico bajo las aguas, la protección de personalidades, embarcaciones y eventos deportivos acuáticos, la elaboración de las diligencias propias de la Policía Judicial en entornos subacuáticos y la vigilancia, socorro y rescate en medios líquidos o no líquidos, pero que requieran de medios autónomos de respiración.
Su ámbito habitual de actuación, por lo tanto, es el acuático, que en el caso del GEAS de Cuenca, se circunscribe a ríos, lagunas, pantanos y otras masas de agua de Castilla-la Mancha, caracterizadas en su mayor parte por tener escasa visibilidad en el fondo, lo que, sin duda, hace más exigente la labor de estos buzos de la Guardia Civil.
TRABAJO EN EQUIPO
De ahí que, si la vocación es crucial para los agentes de esta unidad, no lo es menos el trabajo en equipo, a tenor de las condiciones en las que tienen que trabajar, con escasa visibilidad y en un medio totalmente hostil. No en vano, tal y como coinciden en afirmar los integrantes del GEAS de Cuenca, las inmersiones siempre se llevan a cabo por dos buzos, porque en esas condiciones tan adversas “tu compañero se convierte en tu salvavidas”, a lo que se suman uno o dos más en el exterior de seguridad, dependiendo de la profundidad de la inmersión. Y es que la compenetración y la ayuda entre todos debe de ser constante para minimizar los riesgos y ejecutar la misión con éxito.
Pero ese trabajo en equipo no se queda ahí. Va más allá y debe de estar presente en todo momento. Es por eso que, según subraya el agente Arcos Trujillo, “es fundamental una muy buena sintonía entre nosotros y, de hecho, cuando alguien llega nuevo, lo primero que hacemos es integrarlo y adaptarlo al grupo, porque tenemos claro que será crucial para el desempeño de nuestra labor con seguridad. Aquí eso de ser compañeros, se lleva al extremo”.
Debido a la naturaleza de sus competencias, los GEAS se convierten en la Policía Judicial de la Guardia Civil bajo el agua
PREPARACIÓN FÍSICA
Como es de imaginar y teniendo en cuenta la naturaleza de las acciones de esta unidad especial, la preparación física tiene un peso importante, si bien, según apunta el jefe interino del GEAS de Cuenca, “no es que tengamos que ser atletas de élite, sino estar en buena forma y, de hecho, para garantizarlo tenemos que superar cada tres meses una serie de pruebas físicas”. De ahí que en su rutina diaria dediquen entre hora y hora y media a practicar deporte y una vez a la semana ejecutar una práctica en el exterior; todo ello para estar en condiciones de actuar en cualquier momento.
PREPARACIÓN PSICOLÓGICA
Pero la preparación de un GEAS no se reduce a la parte física, sino también a la psicológica. Y es que, según detalla el agente Zornoza, de los rescates de personas que realizan los GEAS de Cuenca en Castilla-La Mancha, el 90% corresponde a cadáveres, lo que, sin duda, “es complicado de gestionar”, si bien deja claro que deben de ser profesionales e intentar dejar a un lado las emociones durante el desarrollo de la misión. Otra cosa bien distinta, apunta, es una vez entregado el cuerpo a la familia, donde suelen aflorar los sentimientos y “en ocasiones, no se puede evitar y rompes a llorar”.
Son momentos muy duros, coincide en indicar el agente Morán, pero tiene claro que hay que ser profesionales y mantener el tipo todo lo que se pueda, aunque a veces sea difícil, sobre todo, cuando la víctima es un niño. Y es que, tal y como subraya, “vives una mezcla de emociones, porque, por una parte, te sientes satisfecho por haber hecho bien tu trabajo, pero, por otra, te sientes triste por los familiares de la víctima que rompen a llorar”.
No es de extrañar, en consecuencia, que el rescate más duro que recuerdan sea el de hace unos años de un niño de 9 años que fue arrastrado por una riada en Brazatortas (Ciudad Real). Su localización fue complicada, pero “peor fue el momento de entregar el cuerpo a los familiares”, recuerdan.
Por lo tanto, ser GEAS requiere de muchas cualidades solo reservadas para unos pocos.