Familia Castellanos: una misma Pasión desde la cuna

Hablar de la familia Castellanos es hablar, entre otras muchas cosas, de la historia de la Semana Santa conquense. La fotografía fija con la que abrimos este reportaje familiar es la imagen de tres generaciones vivas arropadas por don Emilio Saiz Díaz y doña Matilde Hernaiz López, el abuelo Emilio y la yaya Matilde, que, aunque ya no están físicamente presentes, sí lo están en los innumerables recuerdos de la ‘casa museo’ que todavía posee la familia en el centro de Cuenca y en el corazón semanasantero de todas y cada una de las generaciones.
Adentrarse en esta peculiar ‘casa museo’, donde parece que una vez el tiempo se detuvo, es emprender un viaje inédito por la historia de una familia empeñada en mantener viva la llama de la Semana Santa conquense generación tras generación.
“La Semana Santa es algo especial, diría incluso que es un estilo de vida”, nos cuenta María Rodríguez Castellanos, quien nos hace de guía en una de las casas con más solera de la ciudad. “Mi padre dice que es la ‘casa museo’ donde tenemos la habitación de la Semana Santa o también llamada la habitación de San Juan porque aquí conservamos una saya de San Juan de cuando éramos pequeños y la palma, que ningún año falta”, explica María.
Para María Rodríguez Castellanos, enfermera de 40 años, y primera mujer capataz de banceros de la Semana Santa conquense, la ‘casa museo’ de la familia es algo más que un lugar en el que conservar las túnicas y vestirse. “El abuelo Emilio fue uno de los impulsores del regreso de la Semana Santa tras la guerra y es aquí donde nuestra familia sigue guardando túnicas, escudos, reposteros, detalles de las diferentes hermandades a las que pertenecemos y títulos de hermano mayor honorífico o camarera honorífica. Además de todo eso hay auténticas maravillas, como un Cristo de la Luz que siempre estuvo en el cabecero de la habitación de matrimonio, la que llamamos la habitación del Cristo”, nos cuenta María, quien destaca como otro tesoro familiar el santo rostro que dibujó don Emilio Saiz Díaz, quien fuera profesor de dibujo en el Instituto Alfonzo VIII, y que desfiló en la Verónica del Jueves Santo entre 1945 y 1964.
Don Emilio nació el 22 de mayo de 1901 y murió el Martes Santo de 1984. “El abuelo Emilio murió en esta casa cuando La Magdalena salía de la Iglesia de El Salvador, y fue muy bonito porque mientras se le velaba en uno de los salones fueron apareciendo todos los guiones de la Semana Santa de Cuenca rindiéndole homenaje. Aquel día, todos los pasos se giraron aquí”, detalla María.
Para la madre de María, Maribel Castellanos, “la Semana Santa se vive como el momento más especial del año y es algo que he inculcado a mis hijos”. Casada con un salmantino, “tan semanasantero como yo o más”, Maribel valora la importancia que el papel de la mujer ha tenido para el desarrollo y evolución de la semana “más intensa” que vive Cuenca: “antes las mujeres no teníamos posibilidad de procesionar, pero gracias a ellas la Semana Santa ha resultado mucho mejor por el empuje tan grande que le hemos dado”, explica.
LAS MUJERES CASTELLANOS
Las mujeres de la familia Castellanos, varias de ellas camareras de San Juan, han logrado importantes hitos en la historia de nuestra Semana Santa. Por un lado, “la tía Pilar” fue la primera mujer a la que hicieron hermana del Jesús de las Seis, y el año pasado María Rodríguez Castellanos fue elegida la primera mujer capataz de banceros en la Hermandad de las Tres Marías: “El año pasado no pude ejercer en calle, pero es mucho el trabajo que hay detrás. La parte buena es el orgullo de la familia y el apoyo que tienes de los amigos y de la propia hermandad, pero luego está la crítica a la que te tienes que enfrentar en la calle”.
Ser capataz de banceros implica “una responsabilidad antes, durante y después de la procesión” con el objetivo de hacer grupo, “que todos estén unidos, respeten y sepan lo que portan”. María ha sido y sigue siendo bancera de otros pasos y es lo que a ella le han inculcado. “El trabajo difícil es que a ningún bancero le pase nada, es lo que yo espero, que prime su seguridad más allá de que se raspe un banzo o se deje de raspar. Que no se pillen una mano, que no haya un mal gesto, evitar que por ir deprisa se tropiecen en la escalera de entrada o salida”. La seguridad del bancero, afirma María, es lo que debe primar por encima de todo.
María ha tenido siempre el apoyo de su familia por que son muchas las horas de dedicación a la Semana Santa, antes, durante y después de las procesiones. “Termina el Domingo de Resurrección, pero ahí no acaba todo: estás pensando en la quita de andas de las Tres Marías, en si hay que coser una manga a San Juan o en la túnica del Jesús del Puente. Tienes que tener una familia que aguante todo eso y en la que apoyarte”, asegura.
Y esa familia se llama Maribel, José Luis, María Antonia, Chechu, Jorge, Elena y los más pequeños, Tiago y Emma. El recuerdo de los abuelos y tíos fallecidos. Y, por supuesto, de don Emilio y doña Matilde. Con Nuestra Señora de la Amargura y San Juan Apóstol, el Jesús del Puente, San Juan Evangelista y las Tres Marías todos los días del año presentes.