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Alergias

La falta de precipitaciones agrava las alergias a los pólenes invernales

En el hospital Virgen de la Luz de Cuenca se atendió durante el año 2021 un total de 5.776 pacientes alérgicos, un 5% más que en 2020
La falta de precipitaciones agrava las alergias a los pólenes invernales
Fotos: Saúl García
01/03/2022 - Dolo Cambronero

Los alérgicos se están enfrentando ya a la primera polinización fuerte del año, la de las cupresáceas, que está siendo más dura de lo normal debido a la acusada falta de lluvias de este invierno. “Los niveles de polen son más altos que otros años. Si sigue sin llover, seguirán subiendo los niveles de polen”, alerta Antonio Moreno Fernández, facultativo especialista en alergias del hospital Virgen de la Luz de Cuenca y presidente de la Sociedad Madrid y Castilla-La Mancha de Alergología e Inmunología Clínica.

Estos niveles más altos de polen de cupresáceas –que engloba a cipreses, sabinas, enebros y arizónicas, siendo estas últimas las más abundantes de esta familia en Castilla-La Mancha y Cuenca– están provocando que los pacientes estén “más sintomáticos que en años anteriores”.

“Cuando llueve, el agua arrastra el polen hacia el suelo, por lo que bajan los niveles en el aire. Mientras no llueva, los pacientes tendrán más síntomas”, explica el alergólogo. 

Unos síntomas que cursan en tres niveles: ocular (picor de ojos, lagrimeo frecuente e incluso fotofobia en algunos pacientes, a los que les molesta la luz); nasal (picor de nariz, moqueo abundante y estornudos en salvas, es decir, muchas veces consecutivas, sobre todo de forma matutina; y bronquial (sensación de falta de aire o tos persistente).

La polinización de las cupresáceas –que se produce de diciembre a marzo, alcanzando su punto más álgido a partir de febrero– es la tercera en importancia en Castilla-La Mancha, por detrás de las de las gramíneas y el olivo, que tienen lugar en mayo y junio. El calendario se completa con la polinización en abril del platanero de sombra y de septiembre a noviembre, con la de las malezas. 

En Cuenca, esta primera polinización es más abundante que en otras provincias, señala Moreno Fernández. 

CAMBIO DE PERFIL

“El perfil del paciente ha cambiado en los últimos años. Anteriormente, se correspondía con el de un alérgico a gramíneas o a gramíneas y olivo por lo que tenía síntomas en primavera, en mayo y junio. El paciente que vemos ahora es polisensibilizado a varios pólenes y empieza con síntomas de alergia en enero y febrero por culpa de las cupresáceas, continúa en mayo y junio con las gramíneas y el olivo y no es inhabitual que en septiembre y octubre también se vea afectado por la polinización de las malezas. Es muy distinto al que veíamos, por ejemplo, hace diez años”, detalla el especialista.

Pero no solo se es alérgico a más de un polen sino que también hay una tendencia al alza en el número de afectados. En el caso de la provincia de Cuenca, este problema afecta al 25% de la población, precisa el alergólogo.  “La prevalencia es cada vez más alta y va in crescendo. En los años sesenta, setenta... era anecdótico ser alérgico. Era algo raro. Sin embargo, ahora todos conocemos a alguien que tiene alguna alergia”, reflexiona.     

En 2021, el Servicio de Alergología del hospital Virgen de la Luz de Cuenca atendió a 5.776 pacientes afectados por este problema. Durante 2020, fueron 5.500, lo que supone un incremento interanual del 5,02%. “El año pasado fue intermedio, ni bueno ni malo”, considera este especialista.

Dos teorías intentan explicar esa tendencia al alza en este tipo de alergias que se está registrando en la población mundial. Una de ellas achaca el incremento al “exceso” de higiene en las sociedades más avanzadas, lo que desvirtúa al sistema inmunitario que, al no tener que hacer frente ni a parásitos ni a virus, acaba actuando frente a partículas inocuas como el polen. Por otro lado, la segunda se centra en las partículas diesel que, en contacto con los granos, hace que los pólenes se vuelvan más reactivos. “En realidad, las dos teorías van unidas. Cuanto más industrializado está un país, suele tener más contaminación y ser más limpio, lo que podría ser el origen de estas reacciones”, apunta el doctor Moreno. 

Aunque todavía es pronto para predecir cómo será la primavera a nivel polínico porque dependerá de la climatología, todo apunta a que, si la lluvia no lo remedia, será especialmente complicada para los alérgicos a estas partículas.

La falta de precipitaciones agrava las alergias a los pólenes invernales
“Si se tienen síntomas, hay que ir a Atención Primaria y no automedicarse”

“Aprovecho para hacer una llamada para que los pacientes no se automediquen. Es frecuente que el alérgico vaya a la farmacia, donde, con toda la buena voluntad del mundo, le dan un tratamiento que a veces tiene efectos secundarios que son peores que la propia alergia”, alerta Antonio Moreno Fernández, alergólogo del hospital Virgen de la Luz de Cuenca.  

Por ello, recomienda a toda persona que presente síntomas compatibles con alergias al polen a que acuda en primer lugar a su médico de cabecera para que, si lo considera conveniente, lo derive a la consulta de Alergología del centro hospitalario, donde se le realizarán las pertinentes pruebas para ver la reacción frente a diferentes alérgenos.   

Si se diagnostica que efectivamente hay una alergia al polen, el especialista determinará el tratamiento que es más adecuado para cada persona dependiendo del caso. Medicamentos como antihistamínicos o broncodilatadores ayudan a reducir los síntomas de los afectados aunque las vacunas serían la única terapia que puede conseguir que se revierta la situación y la cura del paciente.

Además, habría una serie de medidas a nivel basal que también ayudan a las personas alérgicas a minimizar los síntomas durante las épocas de polinización. Llevar gafas de sol para evitar la entrada de polen en los ojos, no tender la ropa al aire libre, circular con las ventanillas subidas y evitar las salidas al campo son algunas de las recomendaciones que propone el doctor Moreno Fernández para reducir riesgos.

USO DE MASCARILLAS

Otra de las medidas de barrera conveniente para los alérgicos es la utilización de mascarillas, preferentemente las de tipo FFP2, que bloquean la entrada de estas micropartículas. “Una de las pocas cosas buenas que ha traído la pandemia es el uso generalizado de las mascarillas, lo que beneficia a estas personas”, indica este alergólogo. 

Aunque, según aconseja este facultativo,  lo más recomendable sería compaginar los tres niveles de tratamiento para conseguir un “abordaje integral” que mejore la situación de los alérgicos.

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