Matilde López Aguirre, conocida popular y cariñosamente como 'La Maña', se nos ha ido este 17 de abril de 2018 cuando iba a cumplir 89 años de edad el día 21. Sintetizar en unas líneas, toda una vida de sacrificio con su familia, y regentar un negocio, además de sentir una gran pasión por el deporte de Cuenca, es ciertamente complicado porque de Matilde se podía escribir un libro, pues ha sido ejemplo de mujer luchadora en tiempos difíciles en los que la labor de la mujer, en todos los órdenes, era una obligación de férrea disciplina y muy poco reconocimiento.
Matilde López, esposa, madre y abuela de futbolistas, todos ellos de “su” Unión Balompédica Conquense y San José Obrero, vivió muy de cerca la fundación del club blanquinegro, allá por 1946, cuando ella se fajaba como buena deportista de “balonmano a siete”, formando parte del equipo de Cuenca que fue campeón de España en varias ocasiones.
Jugó al balonmano y al hockey sobre patines con los equipos de Cuenca, y fue una ejemplar deportista en aquellos difíciles años en los que había que jugar casi con camisetas que parecían mandiles y con pololos.
Su esposo fue Mariano Taravilla, uno de los primeros jugadores de aquella naciente Balompédica, unida en el deporte conquense, y ambos regentaron el Bar “La Maña” en la antigua Plaza de Cánovas. Tras quedar viuda muy prematuramente, ella se hizo cargo del Bar, que era el sitio de reunión de los deportistas y aficionados, y del público en general que paseaba por Carretería, calle arriba y abajo hasta 'La Maña' para tomar un “penalti” con aperitivo.
Matilde López siempre al pie del cañón, pero siempre ayudando y colaborando con el deporte, vendiendo entradas, rifas, lo que fuese, en pro de echar siempre una mano o de dar de comer en el bar a jugadores o entrenadores. Sangre deportiva en las venas de esta gran mujer, y de su esposo Mariano. A ella le gustaba hablar de “los Taravilla”, apellido que ha seguido la estirpe, con su hijo Antonio Taravilla y cómo nieto, su nieto Toño Taravilla, actual entrenador del San José Obrero.
Querida por los aficionados y presidentes que ha tenido el club en distintas etapas. Nunca faltó de La Fuensanta o del campo “Obispo Laplana” mientras pudo ir, y sobre todo, por su cercanía al Polideportivo “El Sargal” en los partidos de División de Honor de Balonmano, fiel seguidora, pues amén de prestar su apoyo, ella recordaba aquellos años en los que como jugadora de Cuenca defendió los intereses de esta ciudad en la que ha dejado su sello, su huella.
Querida por los aficionados y presidentes que ha tenido el club en distintas etapas. Nunca faltó de La Fuensanta o del campo “Obispo Laplana” mientras pudo ir, y sobre todo, por su cercanía al Polideportivo “El Sargal” en los partidos de División de Honor de Balonmano, fiel seguidora, pues amén de prestar su apoyo, ella recordaba aquellos años en los que como jugadora de Cuenca defendió los intereses de esta ciudad en la que ha dejado su sello, su huella.
Fue presidenta del San José Obrero durante un tiempo en la década de los años 70, junto a Jesús “Chiqui” Luján y en la temporada 1988-1989 el presidente de la recién nacida Federación de Fútbol de Castilla-La Mancha le nombró presidenta del fútbol femenino de Castilla-La Mancha, como recoge Cadena-Ser Cuenca.
Adiós, querida Matilde, querida “Maña”, ejemplo de amor al deporte conquense en tiempos muy complicados. Desde estas líneas, el más sincero pésame a la familia, de manera especial para su hijo Antonio, futbolista blanquinegro, y desde que se fundó la Federación de Fútbol de Castilla-La Mancha secretario del Comité de Competición, ya en los albores de la jubilación, y a su nieto Toño, entrenador “del Obrero”, como solía decir Matilde, así como al resto de la familia López Taravilla. Descanse en paz.