Ha sido una auténtica prueba de fuego. Al conquense Miguel Ángel Fiaño Galache, alumno de último curso de Enfermería, le queda la exposición del Trabajo de Fin de Grado (TFG) para finalizar sus estudios pero ya se ha estrenado en su oficio con su primer contrato.
El joven, de 23 años, trabajó durante el mes de abril en el hospital Virgen de la Luz de Cuenca en medio de una emergencia sanitaria desencadenada por la Covid-19 que ha trastocado todo. “Ha sido duro. El ambiente era muy tétrico pero profesionalmente y como formación, la experiencia ha sido muy buena”, relata.
Miguel es uno de los estudiantes del último curso de Enfermería contratados durante el estado de alarma en los hospitales de todo el país como apoyo sanitario para hacer frente a la pandemia.
En su caso, prácticamente no llegó a salir del 'Virgen de la Luz' desde que arrancó este curso académico puesto que, de octubre a marzo, hizo las prácticas y en abril empezó a trabajar.
Aunque el sitio no era nuevo para él, le sirvió de poco porque ya no parecía ni de lejos el mismo lugar en el que había hecho las prácticas: “En abril he estado en planta. Ya no había especialidades porque prácticamente todo se convirtió en atención a la Covid-19. Todas las puertas estaban cerradas y había mucha seguridad”. Pero es que, además, con los equipos de protección, los compañeros se convierten en auténticos desconocidos. “Yo estaba en una planta en la que hice las prácticas y conocía a alguien pero al resto, nada”, indica.
Arropándose unos a otros
Este estudiante de Enfermería ha estado en el control y apoyando en todo lo que hacía falta. Dentro de las circunstancias, asegura que se ha sentido “muy a gusto” y que ha aprendido mucho y le ha servido para formarse frente a la Covid-19.
En el plano positivo, destaca también que el trato entre los compañeros era muy bueno, arropándose unos a otros en unos momentos muy difíciles. Además, aclara que tuvieron una buena remuneración frente a lo que ha oído que han percibido estudiantes como él en otros hospitales.
A pesar de que se vivieron días muy difíciles, considera que esta complicada experiencia ha preparado a los hospitales para afrontar mejor un hipotético rebrote en un futuro. “A algunas personas les ha afectado mucho psicológicamente y van a necesitar ayuda”, alerta el joven.
Lo más duro sin duda ha sido ver fallecer a muchos pacientes. “La posibilidad de la muerte entra dentro de nuestro trabajo pero no de esta forma tan exagerada”, lamenta, detallando que llegaba gente con sospecha de Covid-19 y al final acababa muriendo, y que también había personas cuyo estado era de una gravedad media pero que empeoraban muy rápidamente.
Otra de las cosas terribles que ha dejado esta pandemia ha sido la imposibilidad de que los pacientes pudieran estar acompañados por sus seres queridos en sus últimos momentos. “Era horrible que estuvieran solos. Les hacía mucha falta un apoyo en esas circunstancias”, reconoce.
Equipos de protección
La Covid-19 ha transformado el día a día de los sanitarios. “Tardabas un montón en vestirte”, apunta, detallando el complejo atuendo que portaba el personal: “Por suerte, teníamos buzos, que son impermeables y te protegen mucho pero aún así, llevábamos una bata impermeable y un mandil de plástico, que se tiraba después. Y luego una mascarilla quirúrgica, una FPP2 o una FFP3 encima y otra mascarilla quirúrgica más, además de unas gafas y una pantalla de protección”.
“Nos poníamos tantas mascarillas para poder reutilizar las FFP2 y FFP3. No puedes ni respirar y las gafas se empañan y no ves. Era un agobio. Todo eso para entrar a una habitación de alguien contagiado”, señala, matizando la ventaja que supone contar con un buzo, lo que evita tener que llevar tantos elementos de protección.
A punto de finalizar sus estudios universitarios, Miguel cuenta que le llama la atención “la adrenalina” de trabajar en Urgencias, en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) o en Salud Mental. “Prefiero estar todo el tiempo en tensión que en un sitio más tranquilo”, reconoce.
De cara al verano, no sabe si le llamarán para cubrir vacaciones o bajas pero ya se ha estrenado en la bolsa de empleo del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam) con los puntos correspondientes al mes trabajado. Mirando hacia al futuro, confía en que la sociedad haya extraído alguna enseñanza de todo esto: “Espero que todos hayamos aprendido de esta situación por si volvemos a caer”.