Cristina Alarcón Martínez (Cuenca, 1998) estudia segundo curso de un módulo de FP de Cocina y Gastronomía en el Instituto de Educación Secundaria San José. Y está de enhorabuena porque es una de las semifinalistas del VI Premio Promesas de Alta Cocina que convoca Le Cordon Bleu Madrid, la red internacional de Escuelas de Arte culinario y de Institutos de Hostelería.
Se trata de un concurso dirigido a jóvenes de hasta 25 años que cursen su último año de formación de cocina o pastelería en alguna escuela española y al que antes del 22 de enero tiene que enviar una receta gastronómica para intentar colarse en la final, que se celebrará el 12 de abril en Madrid.
El ingrediente base, cuenta, es el solomillo de cerdo, y anda dándole vueltas a la cabeza a la búsqueda de una receta que, sobre todo, “llame la atención”, para lo que cree esencial que la carne esté “bien presentada y en su punto”.
Participar en el certamen es “una oportunidad que te puede abrir muchos caminos si lo haces bien”, de ahí que tenga “muchísima ilusión” aun siendo consciente de que no será fácil, pues participan medio centenar de alumnos procedentes de 38 centros españoles. Pero todo es posible.
Cristina empezó a cocinar siendo muy pequeña, con sus abuelas, principalmente con la paterna. Entonces hacía cocina tradicional: gachas, guisos de patatas con conejo, lentejas, judías... Y una vez superados esos conocimientos trata de encaminarse hacia una comida más moderna, “con salsas más ligeras” que buscan “evitar las grasas”, como “las harinas con las que antes se espesaban” las salsas, y cuidando mucho “el punto de cocción” de pescados y carnes, buscando más “satisfacer a los comensales que el rendimiento”.
Un ejemplo está en su plato preferido, la zarzuela a la catalana: un guiso de rape y merluza en salsa con sofrito y vino blanco. Aunque reconoce que siempre trata de variar, de probar nuevas cosas, echándole imaginación.
La clave para ser una buena cocinera está, a su entender, en “la materia prima, que tiene que ser de temporada y de calidad”. Eso y “tener tiempo y ganas de esforzarte”.
Ella es algo que practica a diario, tanto en la casa de su familia, en Leganiel, donde al trabajar tanto su padre como su madre lleva las riendas de la cocina, como en su piso de estudiante en la capital. “Me hago mis lentejas, mis judías… de todo”. Salvo esa comida rápida a la que es tan dada su generación. “Eso solo si quedas algún día con amigos”.
Cuando la elaboración es compleja, lo deja todo preparado por la noche. Pero si no se pone manos a la obra en cuanto llega del instituto. De lo que no es partidaria es de congelar raciones en tapers. “Me gusta la comida recién hecha”.
Dada la proliferación de restaurantes, confía en que, una vez cursados sus estudios (aunque de momento aspira a acceder a un grado superior) encuentre trabajo y pueda demostrar sus conocimientos, porque “cuando aprendes es trabajando”.
Del jurado que elegirá a los finalistas del certamen formarán parte prestigiosos cocineros como Pedro Subijana, Martín Berasategui o Joan Roca, a los que admira y sueña con conocer. Y aprender de ellos como hace ya una década aprendió de sus abuelas.