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De Eslovenia a Cuenca por San Mateo

Lucija Vuk conoció Cuenca por un intercambio universitario en 2014 y desde entonces marca en su calendario las fiestas mateas como cita obligada viajando desde Liubliana
De Eslovenia a Cuenca por San Mateo
Lucija Vuk durante las fiestas de San Mateo 2019. Foto: Mario Gómez
21/09/2019 - Adrián G.Quintana

Dicen que lo bueno no se valora hasta que se pierde o te marchas fuera. Así pasa con la comida caliente de una madre cuando te independizas, las noches de corredurías cuando te conviertes en padre/madre y también con las fiestas de San Mateo cuando la disfrutas por primera vez de paso.

Quedan recuerdos y nostalgia, pero en algunas ocasiones también retornos. Lucija Vuk nació en Liubliana (Eslovenia) y en el año 2014 llegó a Cuenca a través de un intercambio universitario sin saber nada de la ciudad.

“Conversando con el coordinador de la UCLM me dijo que en la Facultad de Periodismo de Cuenca podría estudiar casi las mismas asignaturas que tenía en Eslovenia y por eso llegué aquí”, señala la estudiante eslovena. En un principio, Lucija desconocía totalmente la ciudad, incluso “no sabía como se pronunciaba”.

Su llegada tardía a la capital conquense en su primer año le impidió disfrutar de las fiestas mateas. “Todo el mundo hablaba de ello, decían que era la mejor fiesta del año en Cuenca y que cómo me lo podía haber perdido”, apunta. En junio finalizó su intercambio y volvió a Eslovenia, pero con billete de vuelta para conocer desde dentro la diversión de San Mateo.

“Me cogí una semana entera para no perderme nada”, una decisión de la que nunca se ha arrepentido pues, a raíz de entonces, volver a Cuenca por fiestas se ha convertido casi en una tradición. “Desde 2015 he venido todos los años, sin falta”.

BUEN AMBIENTE FESTIVO

El motivo por el que recorre los cerca de 2.000 kilómetros que separan Liubliana de Cuenca año tras año no es la vaquilla ni la verbena. “Me sorprendió mucho ver que la gente se juntaba y formaba peñas. No es algo común en mi país”, afirma Lucija refiriéndose a las peñas mateas, de las que destaca su buen ambiente.

“Aquí la gente te integra enseguida, te toman como una más”. Aunque en más de una ocasión se lo ha pensado, nunca ha estado apuntada a ninguna. “Un año me dieron durante tres días comida y bebida, solo me faltaba la camiseta pero era una peñista más”, señala Lucija, quien asegura que nunca ha corrido la vaquilla.

"He vivido en Miami y en Canadá por estudios, pero Cuenca es donde me he sentido más como en casa".

CUENCA SU SEGUNDA CASA

Su paso por la ciudad es efímero año tras año, pero deja mella en esta joven eslovena que difunde la fiesta conquense en su país. “Siempre se lo cuento a mis amigos de Liubliana y pienso que antes o después van a acabar viniendo”, afirma, aunque no serían los primeros a los que anima a venir.

“Un año traje a mi prima conmigo, porque tenía ganas de conocer de lo que tanto le hablaba. Ahora ya me entiende”. Su familia también lo tiene asumido y en casa “ya no me preguntan si voy, solo que cuando vuelvo”.

Después de haber vivido fuera de casa durante muchos meses y en distintas ciudades del mundo, Cuenca se ha convertido en su segundo hogar. “He vivido en Miami por ocho meses y en Canadá seis meses por estudios, pero aquí es donde más me he sentido como en casa”.

Sus buenos momentos en la ciudad se entrelazan con su primera residencia independiente para crear este atractivo por Cuenca. “Aquí aprendí español, aprendí que puedo vivir sola, a ser independiente y que puedo solucionar problemas sin papá ni mamá”.

De momento, ya disfruta las fiestas de este año y se apunta la fecha de San Mateo 2020.


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