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Efectos de las raíces de los árboles: de levantar calles a romper tuberías

Fuente del Oro, La Paz, Casablanca o Los Moralejos, entre los damnificados por el crecimiento de raíces sobre aceras o servicios esenciales. En Las Quinientas se optó por no plantar ningún árbol en su reciente reforma integral
Imagen de un árbol que ha levantado el suelo en la plaza de Santa Ana. Foto: Saúl García
26/09/2018 - Gorka Díez

Sustituir los árboles cuyas raíces empiezan a levantar el suelo por otros más pequeños suele ser el mejor antídoto contra los efectos que el crecimiento desmesurado de la vegetación puede ocasionar en las ciudades. Algo que además se puede hacer sin dañar el medio ambiente, extrayendo el árbol de la tierra con sus raíces y plantándolo nuevamente en el monte.

Pero lo que en algunos puntos de la capital conquense se observa desde hace años es una proliferación de raíces que creen sin control bajo el pavimento, levantándolo y dando lugar a un suelo muy irregular y peligroso para los peatones, o que incluso llega a afectar a servicios esenciales como las tuberías.

Villa Román

El Grupo Municipal Socialista se hacía eco esta semana de que este problema está provocando “graves deterioros” en Villa Román, entre ellos la rotura de tuberías en patios, donde se han originado inundaciones, y levantamiento del adoquinado, lo que constituye “un serio peligro en las aceras, que se llenan de obstáculos para los viandantes”.

Pero son muchos más los barrios donde se puede observar este problema, entre ellos varias calles de La Paz, de Casablanca (en especial la plaza de Santa Ana), de Fuente del Oro (como el paseo de El Pinar, como su nombre indica lleno de pinos, y vías como Ronda del Manantial) o de Los Moralejos, cuyo parque tiene zonas muy levantadas en la parte más cercana a la Gerencia de Urbanismo (la próxima a la pasarela fue reformada en la pasada legislatura).

Fuente del Oro

Antonio Gómez, de Fuente del Oro, reconoce que su barrio es uno de los más afectados, aunque entiende que no es fácil darle una solución, ya que cortar los árboles sería atentar contra el medio ambiente, lo mismo que cortar los pinos para acabar con la procesionaria que tanto abunda en los alrededores del colegio. No obstante, sí sostiene que se podrían cortar aquellas raíces que se consideren secundarias sin las cuales la vegetación pueda seguir viviendo. Y que se podría estudiar talar aquellos árboles que estén muy envejecidos y en muy mal estado.

Lo que sí entiende este vecino es que este tipo de plantaciones deberían planificarse mejor. “En Cuenca se ha plantado muy a la ligera, pensando en que los árboles son muy bonitos cuando se plantan, pero sin prever las consecuencias, como si no fueran a crecer”. En este sentido, considera que antes de plantar deberían desestimarse aquellos árboles cuyas raíces tienden a crecer lateralmente, como los plataneros o los pinos, y buscar aquellos que crezcan hacia abajo. También, aboga por plantarlos en zonas más apartadas de las aceras y en llevar a cabo tareas de control y saneamiento periódicas.

"En el Paseo de San Antonio y la Fuente del Abanico los árboles están en la calzada"

San Antonio y Buenavista

Pero no todos los árboles están plantados en sitios no estratégicos. Una buena planificación, según algunos vecinos, se dio por ejemplo en el Paseo de San Antonio durante la última legislatura de José Manuel Martínez Cenzano, cuando se reformó toda la calle. Los árboles, con sus respectivos alcorques alrededor, se plantaron no sobre la acera, sino junto a los aparcamientos, de modo que si en algún momento sus raíces crecen lo tendrán más complicado para llegar a las aceras. Una disposición del arbolado que se da también en vías más recientes como la Fuente del Abanico, en el barrio de Buenavista.

En Las Quinientas, al ser un barrio reformado integralmente con motivo de la renovación de su red de agua, ya no existe este problema, pero antes lo tuvieron, recuerda su presidenta, Elena Castillejo. “Había plataneros con raíces que llegaron a levantar las tuberías del agua de las casas. Eran un peligro. De modo que con la reforma se apostó por no poner ningún árbol. Es verdad que el barrio se queda así desierto, pero, visto lo visto, perjudica menos”.

En el caso del Pozo de las Nieves, al ser un barrio, según apunta el presidente vecinal, Jesús González, con muy poca vegetación, el problema solo se da en el jardincillo frente al antiguo sanatorio, donde las raíces de los árboles han levantado los alcorques. Pero, entre que el suelo esté levantado o no haya árboles, González se queda con lo primero: “Apenas quedan cuatro árboles y es mejor tenerlos por la sombra que dan, para que los vecinos puedan tener un sitio donde estar a la sombra”.


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