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Los efectos de la falta de precipitaciones en nuestra salud

Además de en la agricultura, influye sobremanera en algunas patologías, sobre todo de tipo respiratorio, en la propagación y concentración de virus, en la piel y los ojos, y en la calidad del agua para consumo
Los efectos de la falta de precipitaciones en nuestra salud
Fotos: Saúl García
13/12/2017 - Nuria Lozano

La sequía es letal para el campo y los ecosistemas pero la falta de lluvias también conlleva numerosos efectos para la salud humana. Algunos se pueden observar de manera directa y a corto plazo, pero otras veces las implicaciones pueden ser a largo plazo y difíciles de predecir.

Las posibles consecuencias de un periodo prolongado de sequía como el que está viviendo el país - a pesar de que las últimas lluvias están dando una tregua a la dramática situación sin ser aún suficientes- incluyen la cantidad y calidad del agua potable afectada; el aumento de riesgos al realizar actividades al aire libre; los efectos en la calidad del aire; peores condiciones de vida relacionadas con la energía, calidad del aire, situación sanitaria y de higiene; alimentación y nutrición; y aumento de la incidencia de enfermedades y afecciones.

Un reciente estudio español que acaba de publicar la revista científica ‘International Journal of Cardiology’ arroja que en las jornadas en las que la polución es más elevada, el riesgo de sufrir infarto de miocardio aumenta. Según esta investigación, si se redujeran en 10 unidades los niveles de contaminación se evitarían cinco muertes al año. Sobre este asunto, la directora provincial de Sanidad, Mari Luz Fernández, explica que es importante tener en cuenta que los niveles de contaminantes atmosféricos aumentan de manera preocupante sobre todo en periodos en los que las situaciones anticiclónicas impiden que aparezca el viento o la lluvia.

“En efecto, la contaminación atmosférica urbana aumenta el riesgo de padecer enfermedades respiratorias agudas, como la neumonía, y crónicas, como el cáncer de pulmón y las enfermedades cardiovasculares. Los efectos más graves se producen en las personas que ya están enfermas”.

Los sectores de población más sensibles a un clima seco son los ancianos, los niños y las personas con una salud deficiente, aunque nadie debe bajar la guardia.

La polución atmosférica urbana por la falta de lluvia aumenta el riesgo de padecer enfermedades respiratorias agudas y cardiovasculares

PATOLOGÍAS

La falta de lluvia y la contaminación subsiguiente del aire, en ambientes cerrados o al aire libre, agravan las enfermedades respiratorias, el asma y las alergias.

Pero también la disminución del agua disponible y sus variaciones de calidad, incluida el aumento de la temperatura de la misma, se relaciona con la aparición o el incremento de las enfermedades trasmitidas por vectores y las enfermedades infecciosas trasmitidas por el agua y por los alimentos.

“Esto obliga a extremar la vigilancia de la calidad de las aguas, tanto de consumo humano controladas durante todo el año, como de las zonas de baño vigiladas por la Consejería de Sanidad durante el periodo estival”, apunta la responsable provincial de Sanidad, quien reflexiona sobre la posibilidad de que una situación muy prolongada de sequía, a pesar de estos controles, genere una disminución de la calidad del agua disponible y la necesidad de buscar nuevas fuentes de abastecimiento.

El ambiente seco puede resultar fatal además para la piel. De hecho, la contaminación atmosférica disminuye la capa de ozono, y esto hace que aumente la incidencia de la radiación ultravioleta a nivel de superficie terrestre, lo que determina el aumento de los índices de enfermedades en la piel, entre ellas el cáncer y lesiones oftalmológicas como cataratas.

Asimismo, las cosas pueden complicarse a nivel epidemiológico, facilitando la propagación de virus, como uno de los más familiares en esta época del año, la gripe. Es una infección vírica aguda que se transmite fácilmente de una persona a otra. Sus virus circulan por todo el mundo y pueden afectar a cualquier persona de cualquier edad. A este respecto, Mari Luz Fernández comenta que “en los climas templados las epidemias estacionales se producen sobre todo durante el invierno porque hay más hacinamiento y una menor ventilación en locales. Las alteraciones en las temperaturas, las precipitaciones y la humedad originan cambios ecológicos que afectan directa o indirectamente el desarrollo de los virus de la gripe”.

Los efectos de la falta de precipitaciones en nuestra salud

¿CÓMO PREVENIR?

Los ciudadanos pueden tomar algunas medidas para paliar en lo posible los estragos de la sequía. Así, respecto a la contaminación atmosférica, cuyos niveles pueden aumentar ante la falta de lluvia, debemos intentar implantar en nuestra vida todas aquellas que vayan dirigidas a aumentar la eficiencia energética y a evitar el uso del automóvil. En caso de que los niveles elevados de contaminantes se consideren peligrosos, se deben seguir las recomendaciones de las autoridades competentes al respecto.

Es también muy importante usar el agua de un modo responsable, teniendo siempre en cuenta que el agua es un recurso escaso, indispensable para la vida.

Cuenca, de momento, sortea estos efectos nocivos para la salud y se puede considerar una ciudad ‘limpia’.

"Los niveles de contaminación en el aire se superaron puntualmente en octubre pero Cuenca se puede considerar un ciudad ‘limpia’ al no tener mucha industria"

El director provincial de Agricultura y Medio Ambiente, Joaquín Cuadrado, reconoce que los niveles de contaminación en el aire se superaron muy puntualmente el pasado mes de octubre, “aunque no fue nada alarmante”, pero las últimas lluvias y heladas han contribuido a limpiar el ambiente y en estos momentos los parámetros de partículas como pueden ser el monóxido de nitrógeno, el dióxido de nitrógeno, el dióxido de azufre o el ozono están en niveles normales. “En Cuenca no preocupa la contaminación porque no hay industria, afectan en todo caso los humos de las calefacciones y del transporte. Pero es una localidad con muchos pulmones naturales y no hay sequía atmosférica”.

La provincia cuenta con 12 estaciones de control dentro de la Red de vigilancia de la calidad del aire de Castilla-La Mancha. Estas estaciones se concentran en las zonas de mayor densidad de población o industrias de la región. Los últimos datos de la capital, a día 6 de diciembre, con 14 mg/m3 de partículas en el aire, son mucho menos preocupantes que los presentados por las grandes ciudades en estas mismas fechas, “aunque no obstante debemos seguir trabajando tanto desde las administraciones como a nivel particular para intentar mejorarlos”, precisa finalmente la directora provincial de Sanidad.


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