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La demanda de tratamientos para dejar de fumar crece en el último año

Las peticiones se dispararon a raíz de que en febrero del pasado año se incluyeran los tratamientos de deshabituación tabáquica en la financiación pública
La demanda de tratamientos para dejar de fumar crece en el último año
Fernando Salcedo, médico de familia en el Centro de Salud Cuenca I de la capital. // Foto: Saúl García
17/02/2021 - Miguel A. Ramón

Al afianzamiento del descenso de las ventas de tabaco en la provincia de Cuenca durante el pasado ejercicio 2020, hay que sumar el incremento de fumadores que han intentado dejar de fumar en este mismo periodo y han acudido a la consulta de su médico para iniciar un tratamiento de deshabituación tabáquica.

Fernando Salcedo, médico de familia del Centro de Salud Cuenca I de la capital así lo atestigua y sitúa como motivo principal de esta tendencia al alza la decisión en febrero de 2020 de incluir en la financiación pública este tipo de tratamientos farmacológicos para dejar de fumar, que son bastante caros. Un avance, a su juicio, puesto que pasa a considerarse a los fumadores como pacientes dependientes y, de esta manera, se da una adecuada respuesta desde el sistema sanitario.

Esta medida, por cierto, muy reivindicada por los profesionales, se ha traducido en un considerable incremento de la demanda de este tipo de tratamientos en los diez primeros meses del pasado ejercicio en Castilla-La Mancha; en concreto, se ha cifrado en 9.780 pacientes, de los que el 89,6 por ciento (8.761) se gestionaron en Atención Primaria y el 10,4% restante (1.019) en Atención Hospitalaria.

DESHABITUACIÓN

Como dejan ver estas cifras, la gran mayoría de los tratamientos de deshabituación tabáquica se llevan a cabo desde Atención Primaria. Y es que, según recuerda el doctor Salcedo, es ahí donde debe acudir una persona que quiera acabar con el hábito de fumar; eso sí, según recalca, una vez haya realizado un trabajo previo de tener el convencimiento firme de dar ese paso.

En la primera consulta con su médico de familia se evaluará el nivel de consumo, el grado de dependencia y la motivación que tiene para dejar de fumar. Criterios que servirán al facultativo para decidir si se le puede ayudar o no con fármacos. En caso afirmativo, se procederá al tratamiento más idóneo para el paciente, siendo el más utilizado y eficaz el de varenicilina (Champix), que se prolonga durante 12 semanas.

El seguimiento de la evolución del paciente juega un papel primordial en el posible éxito del tratamiento, siendo especialmente intenso en las tres primeras semanas, que suelen ser las más críticas, con visitas cada siete o diez días, bien a la consulta o mediante llamada telefónica. Transcurridas estas tres primeras semanas, se reduce la frecuencia del seguimiento hasta completar los tres meses de tratamiento, si bien éste no desaparece y cada seis meses se llevarán a cabo lo que se conoce como controles de confirmación de abstinencia.

RECOMENDACIONES

Salcedo hace hincapié en tres mensajes que, a su juicio, son fundamentales a la hora de acometer la deshabituación tabáquica. El primero es que la estrategia para dejar este hábito debe ser no fumar ni una calada. Cree que hay que desterrar esa idea de dejar de fumar poco a poco, porque ha quedado más que demostrado que no es un método eficaz. De ahí que sea necesario fijar un “dia D”; es decir, el primer día en el que el paciente no va a fumar nada, absolutamente nada, y así iniciar el tratamiento.

El segundo es que los pacientes tienen que hacer partícipes de este reto a sus familiares, amigos y compañeros de trabajo, pidiéndoles explícitamente que le ayuden a dejar de fumar, por ejemplo, no fumando en su presencia, no ofreciéndole tabaco, etc.

Y el tercero pasa por la necesidad de retirar de su casa y entorno todo lo que tenga que ver con el tabaco, desde ceniceros a mecheros, pasando por cajetillas, etc.

El éxito de los tratamientos, que se mide en abstinencias al año, se está situando entre el 30 y el 40%, según Salcedo, quien matiza, en este sentido, que hay que abandonar esa idea de que las recaídas son un fracaso y verlas como un paso en el proceso de dejar de fumar. De hecho, se ha constatado que por término medio un paciente tiene entre tres y cuatro recaídas en el proceso de deshabituación, por lo que hay que afrontarlas viendo la causa y poniéndole remedio.