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Ferias de San Julián

Las ‘delicatessen’ de la Feria

No hay estrellas Michelín, pero sí muchos sabores con un gancho especial a los que es difícil escapar
Las ‘delicatessen’ de la Feria
Foto: Saúl García
19/08/2018 - Nuria Lozano

La Feria de San Julián ha ido conformando su propia carta gastronómica con una oferta muy variada e inconfundible. Son las ‘delicatessen’ cocinadas bajo el sonido de las atracciones y unas luces muy diferentes a las que desprenden las estrellas Michelín, pero con un gancho especial. Una seña de identidad olfativa y gustativa de estas fiestas que es también uno de los reclamos fuertes para pasar año tras año por el recinto ferial, porque siempre, haya o no ganas, algo cae.

Al ‘Mesón Tori’ lo echaron de menos los conquenses el año pasado, pero este 2018 vuelve. No está tan claro que regrese su plato estrella, las sardinas, debido al problema con el anisakis. “Preferimos prevenir que curar y yo no pongo una sardina congelada, o la pongo fresca o prefiero no sacar el producto porque yo no tengo ningún aparato para saber si tienen el parásito o no”.

Jesús Toribio Martínez es la segunda generación de este negocio. Tiene 35 años, uno menos que los años que lleva su padre asistiendo a la Feria. Desde hace dos se encarga él de gestionar la caseta ferial. “Yo nací con la Feria en las venas”, dice. Instalarla le cuesta más de 10.000 euros y no siempre hay ganancias “ya que esto se lleva muchos gastos y como me lluevan dos días trabajo para el Ayuntamiento y para los obreros”. Tampoco, en su opinión, acompaña el recinto en sí.

Pero salvando estas dificultades, tratan de ofrecer a los clientes un género que se renueva cada día y carne de calidad que adquieren en carnicerías conquenses como lomo, panceta, chorizo, morcilla o zarajos. Otros años llegan a pedir por día unos 30 kilos de sardinas y otros tantos de chorizos y morcillas “y no me sobra nada”. A las sardinas tiene idea de sustituirlas por chipirones. Y para los más carnívoros quedan los pollos asados. “Tengo los mejores pollos de Cuenca, hasta me dice la gente que monte una pollería”, dice este empresario quien quiere desmontar el mito de que consumir en el ferial es más caro. “Yo tengo los mismos precios tanto en bebida como en comida que encuentras en otros establecimientos de la ciudad”.

Las ‘delicatessen’ de la Feria

PARA LLEVAR...O NO

Y de la clásica barra a los puestos de comida que se han convertido en una de las alternativas favoritas de los visitantes. El malagueño Juan Vivar es el chico de ‘El Paponazo’. Tras un periplo por otras fiestas del país, él y su equipo recalan en Cuenca cada agosto desde hace 18 años. Según reconoce, “los primeros años no iba muy bien porque el producto no se conocía. Pasaban y veían una patata rellena con tanta guarnición y se preguntaban si ese revuelto iba a estar bueno y preferían ir a por otras cosas más conocidas como los perritos o las hamburguesas”. Pero al tercer año todo cambió. La gente empezó a probar y les encantó. Tal ha sido el éxito que el puesto tiene también su espacio en la Plaza Obispo Valero en San Mateo “donde hemos dado el bombazo definitivo”.

Variedades de “papas” asadas hay para todos los gustos: completa, carbonara, marinera, vegetariana... Sin embargo, los conquenses se decantan por la más básica, simplemente con sal, pimienta y aceite, aunque poco a poco se van atreviendo con otras como la Kebab o la boloñesa. Las hay de todos los precios, también dependiendo de los ingredientes que se elijan, desde los tres euros la más barata a los seis euros la más cara. Junto al jamón york, el atún, el maíz, el queso o la remolacha, hay salsas para acompañar y ‘engordar’ al tubérculo.

“Nos va muy bien y esperamos que sea por muchos años”, apunta Vivar.

Las ‘delicatessen’ de la Feria

LO MÁS DULCE

Tras una buena ración o una patata contundente qué mejor que acabar el paseo por la Feria con un postre.

Los churros y el chocolate es una tradición familiar que hay que cumplir. La churrería ‘La Giralda’ de Guadalajara es de los establecimientos más veteranos en San Julián. Más de medio siglo lleva viniendo. Rocío Romero no había nacido aún cuando sus padres ofrecían este manjar tan español.

Se puede optar por churros rellenos de crema, bañados en chocolate, porras, los churros pequeños, que son los favoritos del público, y la especialidad de la casa: el chocolate caliente.

“Todo es artesanal y hecho con la mejor materia prima”, asegura Romero que no se atreve a calcular la cifra exacta de los que venden al día, “pero son miles y miles”. Aquí se sienten como en casa, “hasta nos llaman por nuestro nombre e incluso nos felicitamos el Año Nuevo”.

Esta churrera cree que la hostelería es el 90 por ciento de lo que funciona en la Feria. “Animo a todo el mundo a que vuelvan porque mantenemos los mismos precios y estará todo tan bueno o mejor que el año pasado”.

Las ‘delicatessen’ de la Feria

Los que prefieran algo más fresquito pueden comprar el coco y las chufas y los más golosos las manzanas bañadas en caramelo o el archiconocido algodón de azúcar, una bomba calórica a la que pocos niños pueden resistirse... y muchos mayores tampoco.