Siempren están ahí, cuando se les necesita, y son ese salvavidas al que aferrarse cuando una víctima de violencia de género quiere salir de esa terrible situación de la que parece no haber salida. Pero sí la hay. Se trata de la Policía Nacional y, más concretamente, de la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM), con la indispesable colaboración de la Brigada de Seguridad Ciudadana, que atienden de manera especializada los casos de violencia de género, junto a los de violencia doméstica y violencia sexual.
Ocho agentes conforman en la Comisaría de la Policía Nacional de Cuenca esta unidad integrada dentro de la Brigada de Policía Judicial, seis dedicados a la investigación y dos a la protección de víctimas.
Agentes que se convierten en el primer contacto de una víctima de violencia de género en el momento de denunciar esta situación y con el que se pone en marcha toda la maquinaria que tiene como único fin ayudarla en todo lo posible.
Recogen la denuncia, investigan los hechos y prestan protección a la víctima; todo encaminado a facilitarle los mecanismos necesarios para acabar con esta situación y poder salir adelante. Ellas son su leitmotiv. Las atienden, escuchan y comprenden, de ahí que la empatía sea una herramienta indispensable en ese trato con la víctima.
Así lo ponen de manifiesto, tanto el jefe de grupo de la Brigada de Policía Judicial de Cuenca, el inspector Joaquín Duque Martínez, como los agentes de la UFAM Lucía Sánchez Solera (investigación) y Lorenzo Fernández Moreno (protección), quienes aseguran que es crucial ponerse en la piel de la víctima para entender su situación y, de esta manera, ayudarla e intentar solucionar el problema.
“Se intenta que haya una especie de feedback entre la víctima y el policía para que se sienta segura, tranquila y pueda contar esas situaciones, que puede darse el caso de que nunca las haya relatado, algo fundamental para poder actuar; en definitiva, que sepan que no van a estar solas”, explica la agente Lucía.
Y es que tienen muy presente que estas mujeres se sienten en ese momento muy vulnerables, de ahí que “la prioridad sea crear un clima de seguridad y así se sientan cómodas y arropadas para contar lo sucedido”, detalla el inspector Joaquín.
La empatía, clave en la atención de estos policías a este tipo de víctimas
En esta primera toma de contacto, los policías de investigación de la UFAM informan a la víctima de todos los recursos a su disposición en Cuenca, desde centros y servicios varios a teléfonos de atención, porque, según dicen, “no hay que olvidar que se enfrentan a una situación totalmente desconocida”.
Están a su lado en todo momento durante la entrevista inicial, la presentación de la denuncia y la posterior valoración del nivel de riesgo que puede tener mediante el Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género (VioGén). Eso sí, de manera paralela, la unidad continúa con el atestado que suele desembocar casi siempre en la detención del agresor.
PROTECCIÓN DE VÍCTIMAS
Baremación del riesgo que va desde el nivel No Apreciado hasta el Extremo, pasando antes por el Bajo, Medio y Alto y con el que se pasa a la fase de protección, donde se le va a ofrecer una atención totalmente personalizada acorde al nivel de riesgo detectado. Ahí entran en acción los agentes de protección, Lorenzo y Emilio. Ellos pasan a formar parte del círculo más próximo de la víctima.
“Nos convertimos en un miembro más de la familia, porque no hay que olvidar que les hacemos un seguimiento, que será más exhaustivo según sea mayor el nivel de riesgo de la víctima, hasta el punto de que en algunos casos extremos estamos las 24 horas a su lado, ya sea para ir a la compra, al trabajo, al colegio, a llevar a sus hijos o al centro de acogida, así como, si es necesario, poner un coche policial a la puerta de su domicilio”, detalla Lorenzo, quien agrega, además, que “la comunicación con la víctima suele ser constante, vía teléfono, con el fin de saber cómo se encuentra e, incluso, asesorarle sobre qué hacer en las distintas situaciones a las que tiene que enfrentarse, sobre todo, en relación con el comportamiento de su agresor”.
Es tal esa interacción que Lorenzo confiesa que “a veces me descubro hablando con ellas como si fuera su padre; y es que muchas de ellas son muy jóvenes, de la edad de mi hijo e, incluso, menos”.
Por todo ello estos policías aseguran que su trabajo les resulta gratificante, porque ven que están ayudando a mujeres que lo necesitan, si bien reconocen que es bastante frustrante cuando la víctima decide retirar la denuncia, ya que parece que todo el trabajo realizado no ha servido para nada. Aun así, no lo dudan, su esfuerzo merece la pena. Y, por eso, insisten, “es primordial que denuncien, porque así se les puede ayudar”.