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“Me decía que no contara a nadie lo que había pasado, que era una guarra”

La Fiscalía y la acusación piden 30 años de prisión a un acusado que presuntamente abusó sexualmente de su sobrina en tres ocasiones entre los años 2018 y 2019
El juicio se ha celebrado este martes en la Audiencia Provincial. Fotos: Saúl García
04/06/2024 - R.M.C.

“Me decía que no contara las relaciones sexuales que habíamos tenido a nadie, porque era una guarra y una puta”. Con estas palabras se ha expresado este martes B., la presunta víctima de tres abusos sexuales cometidos, según la denunciante, por parte de su tío, M.R.M., entre los años 2018 y 2019.

El  juicio que se ha celebrado hoy en la Audiencia Provincial de Cuenca, arrancaba con la declaración del presunto autor de los hechos, M.R.M., quien ha desmentido solo a preguntas de su abogado que se hayan producido abusos. Ha reconocido existencia de relaciones sexuales, pero “todas ellas consentidas”. Ha señalado que las relaciones comenzaron en 2017 siendo su sobrina aún menor de edad, y que durante dos años mantuvieron una relación sentimental”.

Así, el acusado ha relatado que iban de caza a diferentes cotos como Buenache de la Sierra, Priego o Arcos de la Cantera, pero que en ningún momento fue a Villanueva de los Escuderos – donde supuestamente se cometieron dos abusos–  ya que allí tenía la entrada prohibida.

Las relaciones sexuales, según la versión del acusado, se producían de forma esporádica en la casa de la víctima a las nueve de la mañana, cuando ella se quedaba sola. Además, ha sostenido que cuando su sobrina iba a cumplir los 18 años, ya empezó a pedirle que se casaran y que se fuesen a vivir juntos. Incluso ha afirmado, aunque no se hayan mostrado esas pruebas en el juicio, que le mandó una foto desnuda “con un texto que decía mira lo que te estás perdiendo por no divorciarte de tu mujer”.

Por tanto, ha negado las acusaciones de haber abusado sexualmente de su sobrina en tres ocasiones y que en febrero de 2020 le llamó para decirle que le iba a denunciar por violarla, denuncia que finalmente se interpuso en la comisaría provincial de la Policía Nacional de Cuenca.

Después, detrás de un biombo, ha declarado la presunta víctima, B., que ha relatado los tres abusos sexuales presuntamente cometidos entre 2018 y 2019. Haciendo muchas pausas en su relato y en algunos momentos con la voz quebrada, ha contestado las preguntas tanto de la Fiscalía como las de su abogada y el letrado de la defensa.

 Según ha relatado, el primer presunto abuso fue en el coto de caza de Veillanueva de los Escuderos, en agosto de 2018, cuando tenía 17 años y, por tanto, era menor de edad. “Me empezó a tocar y le dije que parara, pero no hacía caso, me tocó los pechos, se desnudó, me empujó y me tiró al suelo, luego se echó encima de mí y me penetró por la vagina”. Ha asegurado que en todo momento dijo que no quería hacerlo, pero su tío no hizo caso. Cuando terminó el acto, se vistió “y me dijo que no contara nada a nadie”.

A partir de ahí ha señalado que ya no quería volver a ir de caza con su tío, pero finalmente volvía a irse “ya que me sentía intimidada y venía siempre a la puerta de mi casa a recogerme”.

El segundo presunto abuso ocurrió también en Villanueva de los Escuderos, pero esta vez en casa de sus abuelos. “Después de cazar, él fue a la casa a beber agua, donde no quería entrar, pero me insistió y me llevó a la habitación. Me tiró a la cama, me quitó la ropa y volvió a penetrarme”. También, según su declaración, mostró su negativa a mantener relaciones, pero “me tiró del pelo y acabamos haciéndolo”.

El tercer y último episodio tuvo lugar en febrero de 2019 en el coto de Buenache de la Sierra. Dejaron a un amigo en un puesto de caza y tío y sobrina se fueron a otro a un kilómetro de distancia más o menos. En el coche, como iban a solas, “me bajó los pantalones y me dijo que me pusiera de pie, él también se los bajó y prosiguió con el acto sexual”.

“En las tres ocasiones no mostré consentimiento, pero me sentía presionada a hacerlo porque era mi tío”, ha relatado, puesto que se sentía “manipulada”. Incluso recibía presuntas amenazas diciendo que, si contaba algo, “iba a ser peor para mí”.

Con el paso del tiempo, y cuando ella se echó novio, su tío le empezó a mandar mensajes diciendo que “era una guarra y una puta”, pidiéndole otra vez que no contara nada a nadie. Hasta febrero de 2020 no presentó la denuncia porque, según ha explicado, antes tenía “miedo” y sentía “vergüenza” por lo que podría decir la gente y sobre todo su familia.

También ha negado que mantuviera con él una relación amorosa como había declarado previamente el acusado y que desde que ocurriera la primera agresión, comenzó a tener dolores estomacales que derivaron en problemas de ansiedad y nerviosismo.

B. también ha detallado que recibía otros mensajes amenazantes por parte de su tío, pero que no los pudo presentar a la Policía porque se los hacía borrar del móvil cuando estaban juntos, y que no llamó en ningún momento a la Guardia Civil porque después de cada acto se sentía nerviosa.

Además, ha negado que fuera ella quien llamara a M.R.M., sino que fue él, y por teléfono le dijo que era “una guarra y una puta”.

 

TESTIGOS

Durante la sesión también han sido llamados a declarar diferentes testigos propuestos tanto por la acusación como por la defensa de M.R.M. El primero de ellos ha sido la madre de B., quien ha asegurado que tuvo conocimiento de los hechos en 2020, cuando puso la denuncia, y que antes no sabía nada. Sí que se había percatado de los problemas de salud que empezaba a tener y de que cada vez más pasaba el tiempo encerrada sola en su habitación.

Además, ha recordado cómo empezó a perder el gusto por ir a cazar durante esa época, y que incluso llegó a ver mensajes donde M.R.M. le decía “que, si iba a denunciar, nadie le iba a creer”, pero no han sido presentados en la Policía. Como consecuencia de estos presuntos abusos, comenzó tratamiento tanto psicológico como psiquiátrico.

Cuatro testigos llamados por la defensa del acusado que iban con ellos a las jornadas de caza han negado que vieran una relación amorosa entre ambos, sólo una relación normal de tío y sobrina, pero un quinto testigo sí que ha afirmado que veía “algo más” entre ellos dos y que incluso “en una jornada de caza en Arcos de la Cantera les vio haciendo el amor en mitad del campo”.

También ha prestado declaración la mujer del acusado, quien ha dicho que el matrimonio sigue vigente y que una vez B. le mandó un mensaje, que ella vio, donde le decía que le amaba. Además, ha incidido en que salían a pasear juntos muchas veces, que estaban todo el rato “mandándose mensajes” y que iban juntos a cazar “muchísimas veces”.

 

INFORMES

Después de practicar las pruebas, tanto la Fiscalía como la abogada de la presunta víctima han pedido sentencia condenatoria a razón de diez años de cárcel por cada abuso sexual, así como la prohibición de acercarse a B. durante 20 años. Ambas han explicado que siempre hubo ausencia de consentimiento y se ha recordado cómo se ha negado que la relación sentimental fuera palpable.

También han esgrimido que su relato ha sido verosímil en todo el proceso judicial y que la tardanza en denunciar los hechos no puede restar credibilidad al relato debido a la “vergüenza y el miedo” que sentía de ir a la Policía. Han puesto de manifiesto que el acusado no ha negado las relaciones sexuales, pero sí que ha contado otra historia que B. "ha negado en todo momento".

Por su parte, el letrado de la defensa ha solicitado sentencia absolutoria porque ha indicado que los abusos sexuales en Villanueva de los Escuderos “no pudieron ocurrir porque M.R.M. tenía vetada la entrada al coto” y además, no se han recogido lesiones físicas por parte de los médicos forenses. Además, ha puesto en evidencia que cuando ocurrieron esos abusos B. en ningún momento llamó a la Guardia Civil para denunciar, ni solicitó ayuda.

Antes de quedar el juicio visto para sentencia, ha hecho uso del derecho a la última palabra el acusado para reiterar su inocencia y asegurar que “la madre de la víctima había mentido” porque, en ese momento, “no se hablaba con B.”