Han pasado 30 años desde que la Convención sobre los Derechos del Niño marcó un antes y un después en la protección de los menores. De tener una visión paternalista se cambió a ver al niño como un sujeto de derechos. Desde entonces hasta ahora se ha avanzado mucho, pero no lo suficiente. Y por ello, Alexandra, una joven de 20 años que ha crecido en Aldeas Infantiles SOS de Cuenca, institución a la que tras alcanzar su mayoría de edad sigue vinculada, defenderá ante Naciones Unidas la necesidad de “una segunda revolución” en materia de derechos de infancia. Lo hará el 26 de junio en Nueva York, en el marco de la iniciativa Child Rights Now! de la alianza internacional Joining Forces, junto a tres menores de Colombia, India y Uganda.
Esta joven, que en su niñez fue víctima de violencia, defenderá ante la ONU un informe en el que se analiza qué ha pasado durante estos 30 años y cómo está la situación en estos momentos, para plantear soluciones efectivas. “Es verdad que se han conseguido muchos logros importantes pero ahora toca defender nuevos compromisos y medidas más concretas. Por desgracia muchas de esas mejoras se han quedado en el papel y lo que hay que hacer es llevarlas a la acción, no solo plasmarlas en leyes. Queda mucho por hacer y no podemos dejar que los niños se queden atrás”, señala Alexandra.
Desde luego las cifras son estremecedoras. Según los datos que manejan desde la alianza Joining, en los hogares más pobres del mundo los niños tienen un 40% más de posibilidades de morir antes de cumplir cinco años. Aún hoy son explotados económicamente y también son víctimas de trata. La violencia en la infancia se da tanto en el hogar como en espacios públicos e incluso online. Las niñas están más expuestas a la violencia sexual (se estima que 15 millones de adolescentes han experimentado relaciones forzadas), y sufren además el matrimonio infantil, la mutilación genital femenina y el acoso. Los niños tienen más probabilidades de ser asesinados. De las 95.000 víctimas de asesinato infantil al año, el 70% son niños.
Son datos que quizá parezca que se alejan de la realidad que se vive en países como el nuestro, pero lo cierto es que no es así. La vulneración de derechos tiene muchas formas y aquí “las cosas no son mucho mejores”, aunque a veces no las queramos ver, dice Alexandra.
“Lo que realmente nos preocupa en España es la pobreza, la violencia y la protección de la infancia, ya que uno de cada tres niños está en riesgo de pobreza o exclusión social en nuestro país”.
Lo que realmente nos preocupa en España es la pobreza, la violencia y la protección de la infancia, ya que uno de cada tres niños está en riesgo de pobreza o exclusión social
Hace más de un año que Alexandra, junto a otros miembros de la alianza Joining, ha venido trabajando en la elaboración de un informe en el que se analiza la situación de los derechos de la infancia en 17 países. Los datos se conocerán tras su presentación ante Naciones Unidas pero lo que ha podido comprobar es que, por ejemplo, en España cien niños han muerto en los últimos cinco años a causa de la violencia. Hay 300.000 niños en riesgo de perder el cuidado de sus padres y casi 48.000 que ya lo han perdido.
“Nos pensamos que estamos bien pero realmente aún queda mucho por hacer. La intervención de las administraciones en la mejora de las políticas de protección de los derechos de los niños es “fundamental”, dice Alexandra, pero también “la concienciación de la sociedad”.
Después de una infancia muy dura de maltrato psicológico y físico, Alexandra llegó a Aldeas Infantiles de Cuenca con 14 años, una edad a la que reconoce que ya es muy tarde para intervenir “porque son muchas cosas ya interiorizadas”. “Yo la verdad no sé como he acabado tan bien psicológicamente”. Reconducir su vida en un ambiente de respeto, confianza y cariño dice que le ha ayudado a volver a interiorizar. “En un ambiente saludable te vuelves a calmar. Vuelves a ser un niño y a dejar las responsabilidades que tenías para empezar a crecer y a desarrollarte”.
De su experiencia sobre todo le queda el recuerdo de haberse sentido desprotegida. “Le damos a los niños un derecho pero no vigilamos que se cumpla”, pero también el no tener voz. Ahora tiene la oportunidad de ser la voz de todos los niños que sufren, como le pasó a ella, la vulneración de sus derechos.
“Para mí es una gran experiencia y espero que podamos conseguir un cambio, por pequeño que sea, para mejorar la situación y hacer frente a los desafíos que quedan sin resolver y asegurarnos que ningún niño es dejado atrás”.
Su experiencia de vida y su participación en grupos de trabajo la ha llevado a comprometerse con la defensa de los niños. Un compromiso que ahora la llevará a defender la necesidad de resolver las carencias e implentar medidas para garantizar tanto el cumplimiento como la mejora en materia de derechos de la infancia. Esta es su historia:
"MI HISTORIA DE VIDA"
Me llamo Alexandra y tengo 20 años. Acabo de terminar el bachillerato nocturno y mi intención es comenzar el año que viene la carrera de Criminología.
Mi historia empieza cuando tenía 14 años. Con esa edad fui separada de mis padres porque estaba sufriendo maltrato psicológico y físico. Así que entré en el sistema de protección y así llegué a Aldeas Infantiles SOS. Hasta que cumplí la mayoría de edad estuve viviendo en uno de los hogares de la Aldea de Cuenca y puedo decir que esos fueron los mejores años de mi vida.
Allí aprendí a disfrutar de todo lo que me rodea, me sentía segura, protegida y, sobre todo, querida. Poco a poco empecé a tener confianza en los profesionales, algo que al principio me costaba mucho por toda la experiencia que traía a mis espaldas.
Aldeas me dio la oportunidad de poder rehacer mi vida y me ayudó a madurar y a desarrollarme como persona. Aprendí a tener una rutina saludable y una rutina de estudio estable, y gracias a ello hoy puedo seguir mis estudios y realizar mi vida con normalidad.
De todos estos años y de todos los momentos compartidos con la gente y con los profesionales que me rodeaban, destaco el cariño, la confianza y todo lo que he aprendido. Sin duda me quedo con las personas que a día de hoy me siguen apoyando y que apuestan por mí.
Actualmente me siento orgullosa de mí misma y de todo lo que he conseguido a pesar del pasado que me tocó vivir. Además, Aldeas Infantiles SOS me sigue apoyando. Me ayudan en mi día a día, con un apoyo económico, emocional, educativo y en todo lo que necesite. Es como una gran familia en la que cada miembro aporta su granito de arena para que las cosas funcionen mejor, incluidos los niños y los jóvenes.
En Aldeas aprendí que mi voz era importante y que debía saber hacerme escuchar y participar en todas las decisiones que afectaran mi vida. Fui tomando conciencia de ello hasta que acabé comprometiéndome con la defensa de los derechos de otros niños que, como yo, estaban atravesando situaciones difíciles. Y este compromiso es el que me llevará, la próxima semana, en Naciones Unidas, a hablar en nombre de todos los niños y niñas que han visto vulnerados sus derechos.
Para finalizar mi historia, solo me queda añadir que mi sueño es llegar a ser Policía Nacional y que me gustaría seguir participando en pequeños proyectos que mejoren la vida de las personas, especialmente de los más pequeños.
Me considero una persona fuerte. He sabido superar todas las adversidades que me ha tocado vivir y he podido curar todas mis heridas del pasado. Aunque también soy consciente de que sola no lo hubiese conseguido. Aldeas me ha ayudado a sacar lo mejor de mí y a enfrentarme a mis miedos. Hoy puedo decir que todos mis errores y todos mis aciertos han hecho de mí la persona que soy actualmente. Y estoy muy orgullosa de ella.