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Lunes Santo

Cuenca reflexiona sobre las Siete Palabras al paso de la Vera Cruz

GALERÍA DE IMÁGENES Y VÍDEO. Numeroso público ha acompañado en la noche del Lunes Santo a la hermandad en su recorrido procesional
Fotos: Saúl García
03/04/2023 - P.M.

Lunes Santo en Cuenca es sinónimo de Vera Cruz. De silencio y respeto, pero sobre todo de reflexión colectiva sobre las Siete Palabras que Cristo pronunció en la Cruz.

Una noche de emociones contenidas en la que numeroso público aguardaba expectante el momento en el que la Puerta de Piedad de la Catedral de Cuenca se abriese para contemplar al Santísimo Cristo de la Vera Cruz descender por las escaleras de la Seo con el sonido del tambor velado y el toque de campana de reo de muerte de fondo.

Cuando el reloj marcaba las diez y media horas en una fría noche de Lunes Santo, Cuenca volvía a contemplar la talla de Cristo en el momento de su Expiración. Todo ello con la respiración contenida por el esfuerzo que los banceros han hecho, como cada año, para superar el umbral de la puerta y el desnivel de la escalinata hasta tocar suelo empedrado.

Y en ese instante en el que todo parecía volverse inmóvil, el obispo de la Diócesis, monseñor Yanguas, leía la primera de las Siete Palabras desde la Puerta de la Catedral de Santa María y San Julián. “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”, recordaba el obispo.

Una vez terminada la prédica, el cortejo, acompañado por los guiones y cetros de las hermandades homónimas de La Peraleja, Mira y Villar de Domingo de García y por el Coro Alonso Cobo, que dirige Luis Carlos Ortiz Izquierdo, empezaba a descender por la Plaza Mayor a hombros de treinta y dos bancero, cuatro más que en años anteriores ya que en esta ocasión, bajo las andas, se han ubicado cuatro más.

Además, entre la multitud de capuces negros se ha podido contemplar a un hermano de la Vera Cruz de Villar de domingo García que ha desfilado con túnica morada, cordones amarillos y guantes blancos.

La Hermandad, que ha estrenado una naveta donada por una hermana, llegaba al Convento de las Esclavas del Santísimo Sacramento, en la Anteplaza, para pronunciar la Segunda Palabra arropada por decenas de transeúntes que se agolpaban en este punto. “En verdad te digo: Hoy estarás conmigo en el paraíso”, pronunciaba el hermano Fernando Ruiz Rubio.

Continuando el descenso por las lúgubres calles del Casco Antiguo, siempre acompañado por grupos de fieles en las aceras, el Cristo de la Vera Cruz llegaba a San Felipe, uno de los puntos del recorrido en el que más público se ha concentrado para escuchar atentamente la lectura de la Tercera Palabra. “Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre”, predicaba Guillermo Latorre, Hermano Mayor Presidente 2023, recordando el gran actor de amor que impulsó a Jesús a dar su vida por todos los hombres. En el Calvario ese amor se manifiesta al entregar una madre, la suya, que así se convierte también en Madre nuestra.

En su llegada a la calle de El Peso, el cortejo procesional perfectamente ordenado paró frente a la antigua iglesia de San Andrés para escuchar a la hermana Amparo bodoque pronunciar la Cuarta prédica. “Dios mío, Dios mío… ¿Por qué me has abandonado?”, palabras que Jesús pronunció desde la cruz no porque se sintiera abandonado por el Padre, sino todo lo contrario, el Padre estaba a su lado dándole fuerzas para completar su misión que no era otra que soportar los pecados de la humanidad.

Una vez el Cristo de la Vera Cruz atravesó la salida de El Peso fue testigo de los numerosos fieles que aguardaban su llegada en El Salvador. En este punto, Jaime Muñoz, puso voz a la Quinta Palabra. “Tengo Sed”, arrancaba diciendo el hermano de la Vera Cruz en una lectura que esconde una lección para la humanidad pues Cristo nos invita a “hacernos cargo de la sed de los demás”, a tener sed de justicia, de su palabra y de paz. Sed de Dios.

A su llegada a la Puerta de Valencia, el Cristo de la Vera Cruz encaraba el tramo final del recorrido entre un silencio sepulcral que tan solo interrumpía el rugir del río Huécar de fondo. En la portada del Convento de la Concepción Franciscana, Marifé Moral Coso predicaba la Sexta Palabra. “Todo está cumplido. Tus últimas palabras son un grito de victoria y desde ahora brillarán más que el sol a mediodía. Cuando se cierren mis ojos, quiero poder decir como tú que todo está cumplido”, incidía la hermana en la penúltima parada.

La la procesión que se mantuvo compacta y bien organizada llegó a San Esteban al filo de la una y media de la madrugada. Punto en el que esperaban al Cristo de la Vera Cruz buena parte de los transeúntes que siguieron la procesión desde diferentes localizaciones desde su salida en la Catedral de Cuenca. Allí, el vicario general del obispado de Cuenca y párroco de San Esteban, Antonio Fernández Ferrero, leyó la Séptima y última palabra que Cristo Pronunció en la Cruz. “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, dijo al tiempo que invitó a los presentes a “volver a Dios y confiar en Él como Padre”.

Minutos después de la una y media de la madrugada, el Cristo de la Vera Cruz entraba en San Esteban para descansar sobre los bancos del templo mientras el último canto del Coro Alonso Cobo marcaba el final de la Procesión de las Siete Palabras que, un año más, ha llenado de fe, reflexión y silencio la noche del Lunes Santo.