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Cuenca reclama respeto para el colectivo LGTB+ en el Día del Orgullo

Cerca de un centenar de personas, sobre todo chicas muy jóvenes, han participado en una concentración que coreó lemas como 'Mi género no es tu decisión' o 'Quiero vivir el amor multicolor'
Fotos: G. D.
28/06/2018 - Gorka Díez

Cuenca ha vuelto a celebrar este jueves en la calle el Día Mundial del Orgullo LGTB+ (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales) con una concentración en Carretería en la que han participado cerca de un centenar de personas, sobre todo chicas jóvenes, y en la que se han agitado banderas con los colores del arcoíris que identifican al colectivo y se han lanzado proclamas a favor de la diversidad sexual y de su total aceptación por parte de la sociedad, con gritos como ‘Mi género no es tu decisión’ o ‘Quiero vivir el amor multicolor’.

Este año la concentración ha sido convocada por los colectivos Cuenca Resiste y Comando Violeta, ninguno de los cuales es exclusivamente LGTB+, pero ambos son defensores de las libertades y de la diversidad sexual. El objetivo era además tomar el relevo a la asociación Frente Rainbow, el primer colectivo LGTB+ de la provincia creado hace poco más de un año que lamentablemente desapareció recientemente tras una serie de “debates y luchas internas”, en palabras de uno de sus antiguos integrantes, Mario Minaya, ahora miembro del colectivo “antifascista y antirracista” Cuenca Resiste.

DÍA PARA REIVINDICAR

Con esta celebración, en la que ha habido pocos representantes de las instituciones (sí estuvieron la directora del Instituto de la Mujer, Gracia Canales, y el concejal de IU Pablo García) se conmemora “el día por los derechos y las libertades sociales” en un momento en el que se, lamenta Minaya, siguen produciendo “agresiones” contra las personas no heterosexuales, sobre todo niños y transexuales. No en vano, estudios recientes advierten de que más de la mitad de los menores LGTB+ sufre acoso escolar en las aulas. No ser heterosexual es de hecho la primera causa de bullying en la escuela. Todos los damnificados se sienten solos y según algunas encuestas en torno al 43 por ciento se ha planteado alguna vez el suicidio.

Así que, aunque mucho se lleva hablando, en la última década, de los avances logrados en España como consecuencia, especialmente, de la aprobación, en el año 2005, de la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo, no todo son avances.

“Pensaba que las nuevas generaciones iban a venir más espabiladas, con una mente más liberal, pero vemos que en general hay un retroceso, tanto en derechos como en libertades, con casos de acoso que se producen cada vez a edades más tempranas, lo mismo que ocurre con la violencia de género y con la desigualdad que persiste entre hombres y mujeres”, sostiene Mario Minaya.

“Si sigue habiendo personas a las que les pegan por su condición sexual, no puede haber progreso. De nada me sirve la ley de matrimonio o poder adoptar si seguimos teniendo un sistema heteropatriarcal y después de casarme en el juzgado con un hombre al salir me van a tirar piedras”, añade.

Para las personas del colectivo LGTB+, vivir además en una ciudad de población escasa, como Cuenca capital, puede resultar un tormento. “Conozco mucha gente de aquí que no se atreve a vivir su sexualidad y se ve obligada a emigrar a ciudades más grandes, sobre todo Valencia, Barcelona y Madrid, que son más abiertas y donde está como más normalizado, aunque tampoco es que sean jauja: en todas partes sigue habiendo agresiones, maltrato, marginación, vejaciones amparadas por el sistema heteropatriarcal”, insiste.

La Cuenca rural

En el caso de vivir en alguno de los numerosos pueblos que conforman la provincia, la situación se complica aún más. “Buscar trabajo en un pueblo es una locura porque no te lo dan por ser gay o ser lesbiana. Hay que reivindicar una sexualidad libre también en la zona rural”.

Igualmente, la situación es especialmente complicada para las personas del colectivo LGTBI+ con problemas para llegar a fin de mes. “Los que mueven dinero y son capitalistas no tienen problema ninguno: los que peor lo pasan son los de abajo, los pobres y migrantes”, advierte Minaya.

La solución para que todas las personas, independientemente de su sexo y de su condición sexual, sean tratadas como iguales en la sociedad, pasa por la educación, donde se debe hablar sin prejuicios y con naturalidad de la diversidad sexual. Pero en esta materia también se ha perdido con el tiempo. “Se empezó hace años con la asignatura de Educación para la Ciudadanía, donde se trataba de explicar. Pero ya no hay una asignatura así, nada específico. Y lo importante es formar a la gente en los colegios, transmitir unos principios y valores de igualdad, de respeto y tolerancia. Si no, nada de lo que hagamos servirá de mucho”.


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