Desde marzo, los parques de bolas y las camas elásticas están tristes. Ya no escuchan las risas y los gritos de los más pequeños. El sector de los centros de ocio infantil está herido de gravedad debido a la pandemia dado que en este tipo de negocios hay mucho contacto entre los niños y, tras el estado de alarma, algunos han vuelto a medio gas aunque otros siguen directamente cerrados.
Es el caso de Diverland Cuenca, un centro de ocio infantil de la capital con cinco años de historia que cerró sus puertas el 13 de marzo en vísperas del estado de alarma y aún no ha abierto. Cristian Sanz -propietario del negocio junto a su mujer, Ana Belén Zarco- explica que su intención es poder reanudar la actividad un par de semanas después de que comience el curso escolar aunque todo dependerá de “si se estabiliza la situación” en cuanto a contagios.
La organización de cumpleaños infantiles suponía el 95% de la actividad de Diverland Cuenca, que complementa sus servicios con una ludoteca. Antes de la pandemia, celebraban unas ocho fiestas diarias. “Ahora se tendrían que limitar a unas cuatro y que nunca hubiera más de dos grupos juntos”, cuenta Cristian. Aforo limitado, espacios señalizados, uso de geles hidroalcohólicos y fomento del lavado de las manos, y desinfección de las dependencias con un nebulizador con frecuencia son otras de las medidas de prevención previstas para velar por la seguridad de los niños y del personal del centro, que oscila pero puede llegar a los 13 trabajadores aunque no suelen estar todos al tiempo.
Una plantilla que, desde marzo, está inmersa en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), mientras que Cristian y Ana Belén han estado percibiendo la ayuda por cese de actividad para autónomos.
Durante el estado de alarma, reconoce que han sido pocas las familias que les han llamado preguntándoles si retomaban la actividad. “Hay mucho miedo. Yo entiendo que los padres estén asustados. Si hay dudas respecto al colegio, es normal que no se planteen de momento actividades de ocio”, admite. “Pero quiero transmitirles tranquilidad para que se sientan seguros y se animen a visitarnos”, añade.
En Diverland Cuenca son conscientes de que, cuando retomen la actividad, la rentabilidad económica será menor. “La situación es complicada para todos, mucho más en nuestro sector. Los niños han sido los más olvidados en este tiempo”, lamenta.
NUEVO COLECTIVO
Las dificultades añadidas vividas por este tipo de centros durante la pandemia han hecho que el sector se haya unido en torno a la Asociación de Ludotecas y Parques Infantiles Manchegos (Alypima), de la que forman parte 40 empresas de Castilla-La Mancha.
El colectivo ha estado trabajando en la elaboración de unos protocolos para garantizar la seguridad en este tipo de centros porque, según sus palabras, no les han dado unas directrices claras. “Volveremos con más fuerza que nunca. Tenemos muchas ganas”, asegura.
En Circus Ocio Urbano, ubicado también en la capital y con diez años de vida, volvieron a abrir a finales de junio aunque han sobrevivido durante el verano con la oferta de campamentos mientras que la celebración de cumpleaños infantiles se ha cancelado de momento. No obstante, su propietaria, Nieves Martínez López, cuenta que sí les han solicitado monitores que se desplazaran a fincas para amenizar este tipo de eventos o comuniones, cumpliendo con todas las medidas de seguridad.
Los “vínculos fuertes” que se establecen con los pequeños y con las familias les animaron a retomar la actividad este verano porque muchos clientes habituales se habían puesto en contacto con el centro. “Algunos tenían problemas de conciliación. Me sentía con la obligación de ayudar”, indica.
Otros años ofrecían el servicio de campamento por horas pero este verano los niños deben estar toda la mañana con el fin de constituir los llamados grupos burbuja para que los pequeños estén siempre con los mismos compañeros y minimizar riesgos. No obstsante, la demanda es mucho menor respecto a la de otros años. “Nos ha afectado mucho al sector. Hay mucho contacto entre los niños y se deben tener muchas precauciones”, apunta. La mitad de la plantilla está en ERTE y mantendrán los campamentos hasta el comienzo del cole y la idea es retomar después poco a poco sus actividades habituales aunque admite “incertidumbre”: “Será como empezar de nuevo pero intentaremos mantenernos”.