El conquense Héctor Guadalajara es ya parte de la historia de la investigación médica.
Jefe de servicio y cirujano colorrectal del Hospital Universitario de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, trabaja desde hace años en el equipo del doctor Damián García del Olmo, que ha conseguido crear el primer fármaco desarrollado cien por cien en España y que llegará a pacientes de todo el mundo con el nombre de Alofisel.
Es un producto hospitalario que utiliza células madre (células inmuno moduladoras, científicamente hablando) que consiguen mejorar la cicatrización en la zona donde peores condiciones presenta una herida para ello, es decir, el área perianal, y en el escenario médico más complicado, como es el caso de los enfermos de Crohn, que sufren inflamaciones crónicas que afectan principalmente al tracto gastrointestinal, con fístulas muy difíciles de tratar.
Según explica Guadalajara a Las Noticias “nos sentimos muy orgullosos de lo que hemos conseguido, incluso no soy consciente de la importancia que tiene y de la repercusión que puede llegar a tener”. Y es que las células madre ya se habían utilizado con anterioridad para regenerar la piel o crear páncreas artificiales, pero nunca antes se había llegado a desarrollar un fármaco comercializable.
“Haber conseguido que de verdad funcione abre una puerta muy grande y nos permite seguir estudiando otras aplicaciones, por ejemplo en fístulas de pacientes que no tengan la enfermedad de Crohn o en infecciones muy graves. Yo creo que serán muchos los enfermos los que se beneficiarán de este fármaco”, señala.
No en vano, Japón, la primera potencia mundial en el tratamiento celular ha comprado la patente, que comparte con la Universidad Autónoma de Madrid que ha sido la encargada de financiar los ensayos clínicos junto con varias empresas privadas.
Las células no sanan por completo las heridas, no hacen magia, pero si podemos perfeccionarlas y dirigirlas podría llegar el día en que regeneren los tejidosHISTORIA DEL PROYECTO
Pero vayamos por partes. El camino ha sido largo y también ha habido momentos para el desánimo. El proyecto nació en 2002 en una pequeña empresa de la Universidad Autónoma llamada Cellerix, propiedad de la ex ministra de Sanidad Cristina Garmendia.
Posteriormente, fue comprada por la belga Tigenix. En este contexto, hace dos años se realiza el primer ensayo clínico grande, en fase tres “que es cuando piensas que un fármaco puede ser comercializable”. Se reclutaron pacientes de más de 40 hospitales europeos y de Israel empleando una logística bárbara.
El resultado positivo propició que la Agencia Europea del Medicamento autorizara su comercialización.
Antes, hubo también un gran fracaso. “Por falta de recursos y de experiencia no se hizo bien, fue un varapalo muy grande, nos dejó por los suelos”.
El fallo, detalla Héctor Guadalajara, es que no se les impartió a los cirujanos la formación necesaria para manipular las células “porque hay unas condiciones para tratarlas para que no mueran, por ejemplo, el agua oxigenada las destruye”. Se subsanó el error y por fin llegaron las buenas noticias y el éxito. A lo largo de este 2018 el medicamento estará disponible en hospitales de Inglaterra y Alemania.
Curiosamente, para que llegue a su lugar de nacimiento, España, habrá que esperar dos o tres años “por asuntos regulatorios”. Asimismo, el equipo de profesionales está a la espera de hacer otro ensayo clínico en Estados Unidos para que pueda venderse allí, ya que es uno de los requisitos de la Agencia del Medicamento americana, la FDA.
La única fabrica que exportará de momento el medicamento a todo el mundo será la de Tres Cantos (Madrid). Los artífices de este importante avance médico esperan poder mantener cierta influencia sobre su producto. “Requiere un uso muy supervisado, para que no ocurra lo del primer ensayo, por lo que es necesaria una plataforma docente formativa en la que como grupo creador tendremos protagonismo”, indica Guadalajara.
Me gustaría crear en Cuenca una estructura formativa para médicosRED DE FORMACIÓN
Afirma que le gustaría poder desarrollar su labor investigadora en Cuenca, aunque es consciente de que es muy complicado. “Con inversión pública solo no se puede y mi ciudad no cuenta con grandes empresas privadas.
Además, tienen que darse muchas casualidades para que algo así prospere”. No obstante, acaba de fundar la Asociación Madrileña de Cirujanos, a través de la cual le gustaría poder traer una potente estructura de formación en la que médicos de distintas provincias cercanas a la capital de España puedan intercambiar experiencias y aprender unos de otros. “Es un objetivo realista para Cuenca y creo que sería muy positivo, tanto para los pacientes como para los profesionales”.
Con todo, admite que le da pena que no se puedan organizar grandes eventos y Congresos por culpa de una estación de AVE alejada del centro y mal comunicada.
Así que Héctor, muy de Cuenca como él mismo se define, seguirá trabajando lejos de su tierra, como tantos otros, pero cumpliendo sueños que van a mejorar la calidad de vida de los demás.
“La imagen que veía de pequeño en las películas de una espada láser con la que desaparecían las heridas la tengo muy grabada. Las células no hacen eso, no hacen magia, pero estoy convencido de que si podemos perfeccionarlas o dirigirlas llegará algún momento en que podrán regenerar los tejidos”.
Ojalá pronto nos esté contando esa noticia.