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El compañero más fiel

Carlos Martínez Eslava viene compartiendo los últimos cinco años con su perro guía Randy, que le está permitiendo vivir con relativa normalidad, a pesar de su ceguera
El compañero más fiel
Carlos Martínez Eslava y su perro guía tienen una relación muy especial. Foto: Saúl García
09/05/2021 - Miguel A. Ramón

Inseparables. Llevan cinco años juntos y entre ellos hay tal vínculo de unión que parecen uno solo. Carlos Martínez Eslava y su perro guía recorren la ciudad todos los días. Su ceguera, desde hace once años, no le impide disfrutar cada jornada “como cualquier otra persona”, asegura, sobre todo, desde que tiene a su lado a Randy, su perro lazarillo. La llegada de este Labrador Retriever supuso un vuelco total a su vida.

“Fue como pasar de la noche al día. De ir con el bastón dándome golpes de vez en cuando con todo tipo de obstáculos a deambular con total seguridad y tranquilidad, mejor incluso que ir acompañado de una persona”, afirma este conquense, que a los 45 años se quedó ciego por una enfermedad hereditaria y degenerativa, retinosis pigmentaria, al igual que su abuelo, su madre, su tía y sus dos hermanos.

Solo tiene palabras de elogio para su fiel compañero. “Es dócil, obediente, un trabajador nato y, sobre todo, muy inteligente. De hecho, a veces parece que hasta me lee el pensamiento. Me lleva al lugar que quiero sin que le haya dado una orden expresa”.

Tal compenetración permite a Carlos que pueda vivir solo en su casa y desenvolverse con normalidad, pudiendo acometer las gestiones cotidianas sin muchos problemas y, sobre todo, recorrer la ciudad de cabo a rabo. Y es que a Carlos y Randy les gusta mucho andar hasta el punto de llegar a hacer algún día que otro entre 15 y 20 kilómetros. “Está claro que si se hunde mi casa, no nos pilla debajo”, dice sonriendo mientras acaricia a su inseparable compañero.

El compañero más fiel

Randy le ha sacado en el día a día de bastantes apuros, aunque, como es lógico, no de todos. Tiene alguna que otra anécdota que le ha dejado marca, pero eso no empaña el impresionante trabajo de Randy. Eso sí remarca los problemas que ha tenido con la gente por no saber comportarse con un perro guía. “Lo paran para acariciarlo o no evitan que sus perros se pongan a jugar con él y lo único que hacen con este tipo de comportamientos es despistarlo y propiciar que al final no haga bien su labor y yo sufra algún percance”, explica.

La mejor forma de actuar, detalla, es “no hacerle caso alguno, como si no lo hubieran visto y, en caso de que se quiera acariciarlo, hay que preguntárselo antes al usuario, nunca distraer al perro sin avisar, le descentra mucho”. Y eso es importante, a su juicio, porque a esos incidentes hay que sumar el hecho de que Randy, como es lógico, también puede tener un mal día, aunque no sea muy habitual.

De todos modos, Carlos dice sentirse muy afortunado por contar con el apoyo de su compañero, de ahí que no dude en agradecer a la Fundación ONCE del Perro Guía por proporcionárselo sin coste alguno, porque su ayuda es “inestimable”. Algo que es conveniente recalcar, sobre todo, esta semana que se ha conmemorado el Día Internacional del Perro Guía.

En cuanto a la adaptación de la ciudad a las personas invidentes, asegura que le pondría un seis de nota, ya que a grandes rasgos se puede decir que esta dotada con sistemas de señalización muy útiles para este colectivo, aunque aún haya barrios con las aceras bastante estrechas. Sin embargo, sí quiere hacer un llamamiento al Ayuntamiento para que revise el hecho de que se esté permitiendo, a pesar de existir una sentencia firme en contra, la instalación en la vía pública de elementos móviles pegados a la pared, que entorpecen el paso de aquellas personas ciegas que se mueven con bastón. Estos obstáculos, ya sean mesas altas, taburetes, cajas de frutas o carteles anunciadores, deben estar separados de la pared unos 80 centímetros, que es el radio que hace un ciego con el bastón para orientarse.