El colegio público San Julián, ubicado en la Avenida de Cruz Roja, a tres kilómetros del centro de la capital, en la actualidad con 54 alumnos matriculados, quiere reforzar su apuesta por el medio ambiente sacando aprovechando sus amplios patios al aire libre, dos pinares de unos 800 y 400 metros cuadrados donde los alumnos puedan disfrutar de un ambiente sano durante los recreos.
Con este objetivo, el centro ha adecentado recientemente el segundo de los patios, un pinar que los alumnos han bautizado como ‘El Castillo’, pues es el juego preferido en esa zona en los recreos, y ha iniciado este mes la reforma del segundo, en ambos casos con el respaldo económico de la Consejería de Educación del Gobierno regional.
Según informa su directora, Marta Torrero, el primero de los patios intervenido estuvo durante casi un curso acordonado fruto del deteriorado estado en que se encontraban varios pinos y el riesgo de que no solo sus ramas, sino incluso pinos enteros, cayeran y golpearan a algún alumno, lo que obligó a los niños a jugar en una explanada de cemento.
“Se habían llegado a caer pinos enteros por puro agotamiento, porque no tenían luz, un peligro tremendo. Y lo que se ha hecho es un estudio, por parte de un ingeniero de la Empresa Pública de Gestión Ambiental de Castilla-La Mancha (Geacam), que ha determinado aquellos que se encontraban en peor situación y que eran susceptibles de caerse. Tras ello se ha talado la zona y se han dejado los pinos con suficiente distancia entre sí para que generen copas anchas y puedan crecer sanos, sin peligro de que caigan las ramas secas, pensando en el bien de los alumnos”, explica.
Ahora se está actuando en el segundo pinar, de mayor tamaño y pinos de mayor altura, unos trabajos tras los que espera que los alumnos “puedan disfrutar de un espacio lleno de naturaleza”.
A esto hay que añadir que, recientemente, han empezado a trabajar de nuevo en el huerto escolar, donde se van a plantar las primeras lechugas, una iniciativa que entronca con la apuesta por la alimentación ecológica que se hace en el comedor del centro, gestionado directamente por el colegio. “Muchos de los productos que tenemos son ecológicos y estamos intentando introducir más, aunque conseguir en Cuenca ciertas cosas cuesta un poco de trabajo”, cuenta su directora.
Plaga de orugas
El hecho de que el colegio esté lleno de pinos le ha llevado, eso sí, a ser uno de los centros, junto al de Fuente del Oro, que más ha sufrido la reciente plaga de orugas desatada esta primavera. Pero su directora asegura que el problema se ha resuelto gracias a la intervención del Ayuntamiento, al que solicitaron ayuda a través de un escrito.
“Estuvieron fumigando y parece ser que la situación está medio controlada, porque es verdad que vimos que las orugas habían empezado a bajar de los árboles para enterrarse y había un ejército de orugas”.
Acceso al centro por la carretera
Lo que todavía queda pendiente de resolver es la circulación por la zona, pues en la actualidad se permite una velocidad de 70 kilómetros por hora que considera excesiva. Y a ello se añade el hecho de que la línea discontinua existente en la carretera es “peligrosa”, ya que se permiten realizar adelantamientos en las inmediaciones del acceso al colegio. “Nunca ha ocurrido nada pero estaríamos más seguros si fuese de otra manera”. Señala que desde la Dirección General de Tráfico (DGT) les han comunicado que la idea es pintar una línea continua y obligar a todos los que van al colegio a acceder a él tras dar la vuelta en una rotonda próxima a sus instalaciones.