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Ganchillo

Clases de ganchillo como terapia relajante

Una actividad abierta a niños, mayores e incluso a familias que fomenta la concentración, mejora la motricidad y permite aprender una nueva destreza para despejar la mente
Clases de ganchillo como terapia relajante
28/09/2020 - Paula Montero

Está claro que el confinamiento ha cambiado la vida de todos y además ha generado estrés y ansiedad a gran parte de los ciudadanos por haber pasado largos días sin salir de casa, una situación por la que ahora necesitamos desconectar y despejar la mente cada cierto tiempo. Las actividades de relajación y meditación están de moda y además ayudan a disfrutar de momentos de absoluta tranquilidad, pero hay muchas otras alternativas para tener la mente ocupada y cambiar el chip durante, al menos, unas horas.

Este el caso del taller de ganchillo que ha creado Rebeca Marín, la ganchillera solidaria que durante la pandemia recaudó fondos contra el coronavirus con un libro de patrones, que ahora ha puesto en marcha un curso para enseñar a grandes y pequeños los beneficios y el poder de tejer. “El ganchillo te hace estar concentrado al cien por cien, mientras que tienes algo entre mano solo existe la aguja y tu mismo”, aclara

Una idea que llevaba mucho tiempo madurando pero que ha visto la luz hace escasas semanas, una iniciativa que ha tenido que adaptar por las restricciones aconsejadas tras la pandemia. Los grupos son reducidos para garantizar las distancias y las medidas de seguridad, la mascarilla es obligatoria durante la actividad y además, todos los materiales y utensilios proporcionados son desinfectados.

Se trata, por tanto, de una actividad segura que fomenta la concentración, el desarrollo y mejora de la motricidad o las relaciones interpersonales ahora que las restricciones no permiten apenas conocer gente nueva.

Además, Marín pretende eliminar los estereotipos que señalan al ganchillo como una tarea antigua, porque “está modernizado y te ofrece una gran variedad de posibilidades para crear miles de cosas”. Incluso los niños y niñas quedan asombrados al ver lo que son capaces de hacer con sus propias manos y el hilo. “Es reconfortante para ellos, ven lo que son capaces de hacer y se sienten motivados”.

Clases impartidas en sábados alternos, es decir, durante dos veces al mes, y que todavía están abiertas a nuevos interesados e interesadas, un espacio donde caben niños, mayores e incluso familias que desean pasar un rato agradable juntos. El ganchillo ha llegado a Cuenca y viene para quedarse.


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