La corrida mediática, segunda de la feria, resultó triunfalista en el saldo orejil de la media docena, de los tres primeros toros, por las sendas estocadas y la nobleza del ganado de Román Sorando (excepto el áspero y gañafón sexto) y si no hubo algún trofeo más en la segunda parte del festejo fue por culpa de los aceros en Jesulín y Padilla, pues Abellán peleó con el menos boyante, que derrotaba en cada muletazo. Los tres espadas ya estaban subidos en el “carro de la alegría” orejil antes del bocadillo, del riego del ruedo y de su marcaje, realizado por Curro hijo.
Tarde de toros, de papel couché y de la televisión del corazón, aunque los toreros tienen otro corazón que exponen cada tarde cuando se visten de luces y ello merece un respeto. La expectación ya estaba anunciada un mes antes por la reaparición de Jesulín de Ubrique, y para el espectador del coso conquense, por la despedida de Juan José Padilla y el retorno del otrora triunfador Miguel Abellán.
No se agotó el papel ni mucho menos, pero la entrada estuvo cerca del lleno con tres cuartos largos, tras la obligada baja de Cayetano. Ovaciones en el paseíllo tras el cual echamos de menos que se llamase a saludar al torero que reaparecía a nivel nacional, como lo era el caso de Jesulín, que ha vuelto entre el clamor popular.
Era sabido que Jesulín volvía a vestirse de luces, pero ya es curioso que el toro de su vuelta atendiese por “Sabido”, al que el torero de Ubrique estuvo viendo dos meses en el campo, como al resto del encierro. Lo recibió con verónicas y delantales ralentizados, mostrando que el oficio permanece. Tras la intervención del piquero y los banderilleros (haremos un apartado con “Tomate de Jerez”), un decidido y más sereno Jesulín brindó la faena al respetable. Se fue a la carrera a los terrenos del sol, llevando a punta de muleta a “Sabido”, al que instrumentó una faena variada sobre ambas manos, con reposo, en tandas de derechazos a media altura y siempre mandando ante el dócil burel. Midió los tiempos y las tandas, y los largos pases de pecho fueron saliendo ante la noble embestida. La estocada fue fulminante, y ante el clamor de pañuelos blancos, al presidente se le cayeron los dos y puso fácil el listón. La vuelta al ruedo nos recordó al Jesulín de las grandes tardes de bota de “caldo de la tierra” y claveles. Sólo faltó el pasodoble “Camino de rosas”, pero le tocaron durante la faena el de M.B. “El Cordobés”. (Huummmm)
El cuarto de Sorando atendía por “Campeón” y lo fue en su presencia y juego, pues tras el saludo capotero de Jesús Janeiro junto a las tablas, recibió dos puyazos. (El tercio de garapullos brilló como en el primer toro, por la intervención de Tomás Loreto “Tomate de Jerez”, un banderillero de peso que coloca los palitroques con tanta habilidad y enjundia, que nos pareció salir de un cuadro de Botero, en sus dos intervenciones. Espectacular. Debió saludar)
Tras el obligado paréntesis, resaltamos la labor del peón de confianza, que puso a “Campeón” en suerte ante la muleta de Ubrique, agarrado al estribo del “7” para torear por alto y ganarse los aplausos del público. Estaba Jesulín a gusto con el noble toro que iba y venía a la templada muleta, en la que había despaciosidad en los remates, realizando una faena variada y armoniosa, buscando incluso los “olés” de la solanera, a la que puso en pie. Esta vez el pinchazo fue hondo y el toro tardó en ir al desolladero, escuchando Ubrique un aviso. Hubo petición de oreja, pero el presidente Emiliano debió pensar que si le concede otra hasta lo repiten en “Sálvame” y salvó la situación guardando el pañuelo. Jesulín saludó entre ovaciones y besó la arena del ruedo conquense.
Juan José Padilla no iba a ser menos y “armó el taco” recibiendo con una larga cambiada de rodillas al segundo de la tarde, llamado “Caracol”, que no escondía sus cuernos al sol, sino que iban tras el percal en las verónicas de recibo. “El Pirata” de pañuelo a modo de montera, por una fea cornada en el cuero cabelludo, ya tenía mando en plaza cuando tras un mal picotazo del varilarguero, cogió las banderillas, que son su suerte. Asomándose al balcón, de dentro afuera con poderío y al violín fueron los tres pares entre palmas que echaban humo.
Tras brindar al público, Padilla inició su labor con la flámula rodillas en tierra, elevando la temperatura de los tendidos, para seguir con series de redondos y circulares ante la docilidad de “Caracol”, que no hizo por él cuando resbaló en su cara. Culminó Juan José su particular faena con el desplante del teléfono y el péndulo. La estocada fue certera y el presidente no tuvo otra opción que otorgarle las dos orejas. “El carro del triunfo” giraba por el ruedo conquense.
En el quinto, Padilla saludó con el capote en tablas sin mayor lucimiento, suministrando el piquero una buena vara a “Productor”, otro noble toro de Sorando. Volvió a banderillear el jerezano con brío y firmeza, aunque el violín desafinó al caer un palitroque. La ovación fue para los “clarines y timbales” en el cambio de tercio. El toro era igualmente de noble embestida, un buen “productor” de pases en las distintas series que Padilla sacó sobre ambas manos con adornos y molinetes, que podían calificarse como “piraterías” a modo de “churumbelerías”. Parecía que iba a redoblar la puerta grande ya ganada, pero esta vez “El Pirata” no anduvo fino con el garfio, digo con la espada, y acabó de pinchazo y casi entera, además de tres descabellos. Se le aplaudió fuerte a modo de despedida.
Miguel Abellán volvía a Cuenca, la plaza de sus éxitos, cuando Maximino iniciaba su tarea como empresario y el torero madrileño cortaba un rabo, cosa que no ocurría 18 años atrás. Abellán es torero de pelea y además torea muy bien. Frente a “Flamenca”, tercero de la tarde, colorao ojo de perdiz, Miguel se puso de rodillas en la larga cambiada para culminar su toreo de capa con verónicas y el remate de tres ceñidas chicuelinas, amén de una serpentina. Aquí hay torero y triunfo. Llevó bien el toro al caballo y hasta hizo un quite al piquero reserva con otro quite improvisado de cartel.
Tras la buena intervención de los banderilleros, Abellán brindó su faena al público, citando a “Flamenca” de rodillas en el centro del platillo. Le faltaba fuerza al noblote toro de Sorando al que Abellán hizo una inteligente faena, descollando unos naturales y otra buena tanda por la izquierda. Hubo muletazos de calidad, mirando incluso al tendido, y como la fuerza fallaba, el madrileño buscó los recursos del abaniqueo y el desplante arrojando los trastos rodillas en tierra. La estocada surtió efectos rápidos y los pañuelos afloraron los tendidos. Puesta la vara de medir, el presidente entendió que otras dos orejas cabían en el fiel de la balanza. La puerta grande estaba abierta para los toreros, la prensa del corazón y claro, para los críticos taurinos, que pedimos calma al palco.
En el que cerró plaza, Abellán se mostró valiente y trabajador frente al peor toro del encierro, aunque ya tenía ganado el triunfo. “Desolado” era su nombre y desolado debió quedarse Abellán cuando vió el comportamiento del burel, que además pareció renquear de los cuartos traseros. Brindó su faena al reaparecido Jesulín, y pese a los gañafones que le tiraba el “sorando” en cada pase, Abellán se sintió torero y porfió con la muleta entre arreones. La estocada fue tendida y necesitó dos descabellos. Algunos aplausos para Miguel, mientras los tres espadas triunfadores (“fiel espada triunfadora” zarzuelera) estaban rodeados por una legión de informadores prestos a captar esa triunfal salida a hombros.
FICHA
Segunda corrida de la Feria de San Julián. Domingo, 19 de agosto de 2018. Tres cuartos de entrada largos en tarde soleada y agradable. Presidió Emiliano García, asesorado por Miguel Tinajero y el veterinario Pedro Crespo.
Jesulín de Ubrique (azul rey y oro), estocada: Dos orejas. Pinchazo hondo (aviso): Saludos tras la petición de oreja.
Juan José Padilla (vainilla y oro con cabos negros), estocada: Dos orejas. Pinchazo y casi entera: Saludos.
Miguel Abellán (burdeos y plata), que sustituía a Cayetano, estocada: Dos orejas. Estocada tendida y dos descabellos: Ovación.
Ganado: Se lidiaron seis toros de Román Sorando, de Jaén, bien presentados, aunque justos en tipo, que desarrollaron nobleza excepto el sexto. Aplaudidos en el arrastre 2º, 4º y 5.º. Peso: 468, 463, 479, 539.564 y 508 kilos.
Incidencias: Gran ambiente en los tendidos, con masiva presencia de medios informativos, tanto a la hora del paseíllo como al final del festejo, ante la reaparición de Jesulín de Ubrique, tras ocho años retirado de los ruedos. Al final del festejo, en el patio de caballos ofreció una rueda de prensa multitudinaria. Juan José Padilla, tocado con un pañuelo en la cabeza, se despidió de la afición de Cuenca, y Abellán, que volvía a Cuenca tras once años de ausencia, tras triunfar en las primeras ediciones de la empresa MaxiToro. Los tres diestros salieron por la puerta grande, entre el clamor popular y la pitada para quienes intentabam entrevistar al reaparecido antes de salir a hombros. Concluido el festejo, en el patio de caballos Jesulín, vestido de luces y acompañado de la cuadrilla, ofreció una rueda de prensa multitudinaria.