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Pandemia por COVID-19

Cinco años de la Covid, antes y después en la historia sanitaria

El jefe del Servicio de Urgencias del Hospital Virgen de la Luz, Félix González, destaca que la pandemia deja aprendizajes cruciales sobre la respuesta a crisis sanitarias globales
Cinco años de la Covid, antes y después en la historia sanitaria
Foto: Saúl García
14/03/2025 - C.I.P.

Este viernes, 14 de marzo, se cumplen cinco años desde que España entró en un estado de alarma sin precedentes debido a la rápida propagación de la COVID-19. Esta medida marcó el inicio de una serie de acontecimientos que transformaron profundamente la vida cotidiana y la estructura social del país, desde el confinamiento estricto hasta la llegada de las vacunas que marcaron “un antes y un después” en la historia sanitaria.

Los hospitales se enfrentaron a una presión sin precedentes. Los profesionales sanitarios trabajaron en condiciones extremas, con escasez de equipos de protección y de medios para combatir una enfermedad que nunca antes se había descrito salvo en la literatura científica de los años noventa, aunque en casos muy aislados y en animales.

Así lo pone de manifiesto el jefe del Servicio de Urgencias del Hospital Virgen de la Luz de Cuenca, Félix González, quien destaca que la pandemia COVID-19 ha dejado aprendizajes cruciales sobre la respuesta a crisis sanitarias globales.

Recuerda que, cuando en febrero de 2020 se empezaron a escuchar las primeras noticias sobre un coronavirus en China, la información era muy limitada. “Solo veíamos en la televisión la construcción de un hospital gigantesco para una enfermedad nueva”. Pero ya empezaba a propagarse por el mundo y, cuando Italia reportó altas tasas de mortalidad, se encendieron las alarmas. 

“En aquel momento, aún no había casos diagnosticados en España, pero reunimos a todo el personal porque veíamos venir una pandemia global”. Y así fue. Poco después, el hospital comenzó a recibir los primeros casos. Los pacientes llegaban con fiebre y luego evolucionaban a casos críticos con neumonías bilaterales y una progresión rápida hacia la gravedad.

“El primer caso grave que atendimos fue un médico que, desafortunadamente, falleció. No había suficientes test diagnósticos porque el mercado no estaba preparado para una infección nueva nunca antes descrita, y la presión asistencial creció de manera descontrolada”, explica.

Para contener la situación, el servicio de urgencias tuvo que transformarse, restringir accesos, prohibir acompañantes y convertir la sala de espera en boxes. "Cada día escribíamos en una pizarra nueva información sobre tratamientos y dosis porque todo era incierto”.

González destaca que fue un momento de intensa actividad científica, pero sin evidencias claras sobre qué tratamientos resultaban efectivos. Cada semana se reunían para analizar las publicaciones de otros países. “Incluso los médicos hicimos una colecta para comprar mascarillas de Decathlon y, con un dispositivo especial, logramos aumentar la presión positiva para tratar las neumonías bilaterales”, señala.

 

Félix González es el jefe del Servicio de Urgencias. Foto: SESCAM

 

Los momentos más críticos llegaron con el confinamiento, González recuerda que se dejaron de ver fracturas de cadera o patologías comunes “porque la gente no podía salir”.  Prácticamente, todo el servicio de urgencias se convirtió en una unidad COVID, “salvo cuatro camas reservadas para otros casos”. En un momento determinado, el hospital estuvo casi colapsado. “Tuvimos que abrir el Policlínico y habilitar 20 camas por planta para gestionar el aluvión de ingresos”.

Esto permitió gestionar mejor la ocupación hospitalaria y evitar el colapso total, una situación que sí se vivió en muchos otros hospitales. Mientras que en otros centros los pasillos se llenaban de pacientes, en el Virgen de la Luz de Cuenca fue posible mantener cierta capacidad de reorganización y adaptación a otros sistemas. “Sin duda, fue un antes y un después”, enfatiza.

Con todo, el panorama fue extremadamente difícil. Según cuenta, las únicas herramientas terapéuticas disponibles eran la ventilación mecánica, la intubación, la anestesia y los quirófanos. La UCI estuvo completamente llena, y en urgencias fue necesario habilitar siete camas adicionales con respiradores en la unidad de hospitalización de día.

A pesar de la adversidad, “nadie dio un paso atrás”. Todo el personal sanitario demostró su vocación de servicio a la sociedad. Fueron momentos muy duros, “con pacientes que lamentablemente fallecieron sin que se pudiera hacer más por ellos”. La carga de trabajo se intensificó hasta el límite, con guardias triplicadas y jornadas extenuantes.

“Todo el equipo dio el 200%. Si alguien tenía que hacer un turno doble o trabajar de noche, lo hacía sin dudar. Siento una profunda gratitud por todos los compañeros que estuvimos en primera línea, tanto en el hospital como en el servicio de urgencias”, añade González visiblemente emocionado.

 

“La pandemia de la COVID marcó un antes y un después. Hoy estamos mucho mejor preparados pero con la globalización cualquier enfermedad puede expandirse rápidamente”

El doctor Félix González señala que la pandemia ha cambiado la forma de enfrentar crisis sanitarias. Ahora, la respuesta diagnóstica es más rápida, “tenemos protocolos más claros y estamos más preparado”, pero eso no significa que no vuelva a ocurrir algo similar”.

Y es que señala que si hay algo que nos ha enseñado la pandemia es que el mundo es global y cambia constantemente. Cualquier microorganismo —ya sea un virus o una bacteria— que surja en un país, sea en Centroamérica, en África o en cualquier otro lugar, se va a difundir por todo el mundo.

Si no es COVID, será dengue, ébola o cualquier otra enfermedad, dice, por lo que destaca la necesidad de estar preparados para futuras pandemias y actuar de inmediato. “Una de las grandes enseñanzas de la pandemia fue la importancia de la preparación inmediata de test ante cualquier otra enfermedad infecciosa”.

En este sentido se han dado pasos importantes para mejorar la respuesta ante focos epidémicos, ya sean locales o regionales, que en un principio puedan parecer lejanos, pero que en un momento determinado pueden afectarnos. Por ejemplo, Félix González cuenta que ahora estamos viendo un pico de sarampión debido a que en algunos países se ha dejado de vacunar y los hemos importado.

“Nos quedan muchos virus por recibir, eso es seguro. Desde luego, la pandemia de la COVID marcó un antes y un después. Hoy estamos mucho mejor preparados. Sin embargo, con la globalización, cualquier enfermedad puede expandirse rápidamente”.

Cinco años después, la pandemia por Covid ha dejado secuelas tanto psíquicas como físicas en la población. Félix González recuerda que existe el término Covid persistente, porque este virus no solo tiene afinidad por el pulmón, sino también por el endotelio vascular, lo que aumenta el riesgo de trombosis venosas y arteriales. Y aunque la infección haya desaparecido, persisten síntomas secundarios. Eso sí, señala que hay un pequeño porcentaje de pacientes que sigue padeciendo secuelas. “Afortunadamente, es un número reducido, pero existen casos”, apunta.

 

El papel clave de la vacunación y el reto de la desinformación

El inicio de la vacunación el 30 de diciembre marcó el principio del fin de la crisis sanitaria. Cuenca, además, fue una de las provincias con mayor índice en Castilla-La Mancha, lo que permitió una progresiva recuperación de la vida cotidiana.

La llegada de las primeras vacunas fue un fenómeno complejo, con muchas reticencias en algunos sectores negacionistas. Sin embargo, en Cuenca la vacunación “fue masiva y funcionó muy bien”. Realmente hubo un antes y un después, dice el jefe del servicio de Urgencias del Hospital Virgen de la Luz, quien destaca que antes de la vacunación, los pacientes llegaban en estado crítico. Después, los casos graves se redujeron drásticamente.

“La vacunación permitió que, aunque una persona contrajera COVID, la sintomatología fuera leve, evitando en la mayoría de los casos la evolución hacia una bronconeumonía bilateral potencialmente mortal.

Cinco años después de la crisis sanitaria, el coronavirus sigue presente, pero en una forma distinta a la vivida en aquellos años. Ya no es una enfermedad con una mortalidad tan elevada en relación con su prevalencia, es decir, el número de pacientes que la padecen ha disminuido. “Sí, sigue existiendo, pero, por ejemplo, ahora se están viendo más casos positivos en enfermedades como la gripe”.

 

 

“El miedo generalizado en torno a la vacuna de la COVID ha afectado la confianza en otras vacunas, y eso no es un buen síntoma”

En este contexto, el jefe del Servicio de Urgencias del Hospital destaca el impacto del negacionismo en relación con las vacunas y cómo este fenómeno sigue influyendo, especialmente por la difusión en redes sociales, y se ha hecho más fuerte con el tiempo.

Este año, por ejemplo, la tasa de vacunación contra la gripe ha sido muy baja. Esto ha tenido consecuencias en la atención hospitalaria, con un aumento significativo de pacientes afectados por gripe. “Diría que el miedo generado en torno a la vacunación de la COVID ha afectado a la confianza en otras vacunas, y eso no es un buen síntoma”.

Para el doctor González todo esto se debe a que muchas personas han adoptado una actitud de rechazo, con la idea de no quiero que me metan química. “Yo siempre le digo a mis pacientes: que si no quieren que les metan química ahora, les tendré que meter química de verdad cuando estés enfermos’. Podemos discutir sobre lo que queramos, pero no se puede negar la evidencia. Esto no es un invento”. 

La vacunación ha demostrado ser un antes y un después en una crisis sin precedentes, añade el jefe del Servicio de Urgencias del Hospital Virgen de la Luz,  quien reconoce que aún se le pone la piel de gallina al recordar los momentos críticos que se vivieron en pandemia. 

“Fue un antes y un después, y quiero aprovechar para agradecer a todo mi servicio y a toda la gente que, en vez de dar un paso atrás, dio un paso adelante. Dijeron: ‘Esto tenemos que solucionarlo, para eso estamos aquí’. Nos dedicamos a esto, a salvar vidas. Y, si no podemos salvarlas, al menos intentamos aliviar el sufrimiento”, concluye.