Tienen sentimientos encontrados. Aunque a partir de ahora van a poder dedicarle todo el tiempo del mundo a las cosas que más les gustan, los hermanos Reyes y Baltasar Gallego Martínez sienten una enorme pena por poner punto y final a un ciclo: el emblemático El Choco, bar especializado en marisco que abrió su padre, Luis, en 1952, cierra sus puertas por jubilación.
Ubicado en el centro de la ciudad, el establecimiento ha sido testigo del devenir de Cuenca a lo largo de casi setenta años. Desde 1982 está situado en la calle Hermanos Valdés, aunque arrancó su andadura a unos metros de este lugar, en lo que ahora es el pasaje que conecta con Carretería.
“Ha llegado la hora de descansar e irnos a casa”, dice Reyes con brillo en los ojos. Merecido lo tienen: él empezó a ayudar a su padre cuando tenía nueve años. “Y yo nací en el bar”, se ríe su hermano.
En El Choco está así toda la vida de Reyes y Baltasar. “Es mucho más que un trabajo”. Y desde hace cuarenta años, sus mujeres (Dori y Jose, respectivamente) también los acompañan en esta aventura desde la cocina del bar.
Son siete hermanos pero solo ellos cogieron el testigo de su padre. Desde 2005, Reyes y Baltasar regentan el establecimiento. Pero la hostelería es muy sacrificada. “Se hacen jornadas de 12 horas”, explican al tiempo que detallan que se van turnando para descansar cada día uno con el fin de hacerlo más llevadero. Cuentan que también han luchado para no inculcarles a sus hijas este oficio e intentar que se dedicaran a otras profesiones menos duras.
Para ofrecer a la clientela un marisco de gran calidad, van todas las semanas a comprarlo a Mercamadrid. Reyes cuenta que le es difícil decantarse por un solo plato de El Choco. “Las gambas al ajillo son las mejores de Cuenca. También las navajas, las nécoras y las cigalas. Y las zamburiñas, que son las mejores de España”, afirma sin ningún tipo de duda.
El local alberga infinidad de recuerdos y han pasado por él personajes famosos como los jugadores de fútbol Santiago Bernabeu (también entrenador y presidente del Real Madrid) y Ramón Moreno Grosso. “Cuando yo era pequeño”, rememora Reyes.
Pero lo que más van a echar de menos estos hermanos es a su fiel clientela. “Son muchos años de amistad. Son casi como de la familia. Los clientes nos dicen que cómo nos vamos a ir”, apuntan.
UN DISGUSTO PARA LOS CLIENTES FIJOS
Uno de los fieles es Alberto. Se llevó “un disgusto” cuando se enteró del cierre. “Es una pena. Pero entiendo que llega el momento de jubilarse”, señala. Explica que conoce El Choco desde que llegó hace 47 años a Cuenca, cuando el establecimiento estaba aún en el otro local. Trabaja por la zona y todos los días va a este bar a tomar café. “También vengo con la familia al aperitivo. Las cigalas son maravillosas. Y los percebes... Pero está bueno todo el marisco. Ahora nos toca cambiar costumbres”, dice con resignación.
Reyes y Baltasar también tendrán que modificar sus hábitos. El primero piensa dedicar su tiempo a “nadar, montar en bici, pescar” mientras que el segundo dice que podrá viajar y hacer las cosas que le gustan: “Ahora vamos a vivir”.