Centenario de las primeras concejalas del Ayuntamiento de Cuenca

Se acaba de cumplir el centenario de la entrada en la Corporación Municipal de las dos primeras concejalas en el Ayuntamiento de Cuenca, siendo alcalde Cayo Conversa. Sucedió el 20 de febrero de 1925, en la sesión municipal que se inició a las cuatro de la tarde, con la presencia del gobernador civil, el catalán José Antonio Balcells Serchs, que llevaba muy pocos días en el cargo, sucediendo al que había sido destinado para Las Palmas, Domingo Villar Grangel, quien se despidió de la provincia de Cuenca con esta castiza frase, según él: “Quédate con Dios y adiós”. Se trataba de Julia Ochoa Vicente y Rosa García, ambas profesoras de la Escuela Normal de Magisterio. En la información de “última hora” que publicó el semanario “El Centro” el 21 de febrero se ofrece el dato de que “por primera vez en Cuenca se han nombrado concejales dos señoritas profesoras de la Normal de Maestras”, en sustitución de concejales dimitidos.
En la reseña que insertaba “El Día de Cuenca” el 27 de febrero se dice escuetamente: “Han sido nombrados concejales, en sustitución de los dimitidos señores López Fontana, Mombiedro y León, el abogado don Jesús Merchante, doña Julia Ochoa y doña Rosa García, profesoras de la Normal de Maestras”. Datos procedentes de la hemeroteca del Patrimonio Digital de Castilla-La Mancha.
En el Blog www.letrasdemocade.com que pusieron en marcha en 2019 Adela, Carla, Carmen y Mónica, se publica un interesante y documentado trabajo sobre las “Primeras concejalas y alcaldesas españolas”, en el que se recuerda fue en 1923 cuando las mujeres participaron por vez primera en instituciones públicas, aunque su entrada se hacía con muchas limitaciones. Se cita en “letras de mocade” que en la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) se concedió a la mujer una representación parcial en los ayuntamientos y en la Asamblea Nacional. Y que fue el 8 de marzo de 1924 cuando se aprobó el Nuevo Estatuto Municipal que suplía a las Leyes de 1877 y 1907, que otorgaba un voto limitado en las elecciones municipales.
En el referido artículo de Mocade se resalta que “más de cien mujeres, en su mayoría de origen burgués, entraron en la vida política con muchas limitaciones. Desde su llegada trabajaron para conquistar el derecho al voto, en una participación sin restricciones…”. En el amplio trabajo de Carmen Romeo se publican los nombres de las pocas concejalas que entraron en los ayuntamientos de España, antes del Estatuto del 8 de marzo de 1924, y el listado de las que entraron a partir de entonces, por nombramiento, como ocurría con los concejales y alcaldes durante ese período. En el listado de 1925, compuesto de 23 concejalas, aparece por Cuenca Julia Ochoa Vicente y quizá por un lapsus no está el nombre de Rosa García, y así los listados siguen hasta 1930.
Entre 1921 y 1927 el Ayuntamiento del alcalde Conversa fue llevando a cabo grandes proyectos como la conclusión del actual Parque de San Julián
Retornando al acto de toma de posesión en el Ayuntamiento de Julia Ochoa, Rosa García y Jesús Merchante, con la presencia del flamante gobernador civil Balcells, que devolvía la visita que el alcalde Conversa le había hecho en el Gobierno Civil, cabe señalar que hubo algunos concejales que corrieron el turno numérico y que en la siguiente sesión, la edil Julia Ochoa Vicente fue designada como concejala delegada de Educación y se sacaba a concurso la vacante plaza de secretario con un sueldo de 6.000 pesetas. El nuevo concejal Merchante pidió que el Juzgado se trasladase al edificio del Almudí, siendo aprobada su petición.
Tras la toma de posesión de Merchante y las concejalas Ochoa y García, la corporación municipal junto al gobernador civil y el delegado gubernativo se acercaron al Convento de los Paúles, cruzando el aún brillante puente de San Pablo, para ser obsequiados con unos “cantares aragoneses” por parte de la Schola Cantorum del Seminario, y claro, unas pastas y dulces licores.
Como dato curioso, en una de las informaciones de “El Centro”, con el ladillo “municipalerías” se ofrecen datos de una sesión municipal, celebrada el 23 de marzo, a las cuatro de la tarde, “con asistencia de los concejales señores Muela, Antón, Córdoba, Clemente, Rodríguez, Benedicto, García, Ochoa (doña Julia), García (doña Rosa), Bieto, Moreno y Ruiz”. El concejal Ruiz era Hipólito, que saludó a la Corporación y de manera especial “a la señoritas concejales”, pidiendo que le relevasen del cargo que le habían nombrado por sus grandes ocupaciones, pero que al final aceptaba ser concejal para defender los derechos de los vecinos del Casco Antiguo, dado que “nadie laboraba por sus intereses”.
VELADA EN HONOR DE LAS CONCEJALAS
La buena nueva de contar con dos concejalas profesoras en el Ayuntamiento hizo que sus alumnas y compañeras organizasen una velada-homenaje al día siguiente de tomar posesión. El semanario “El Centro” se hizo eco del acto celebrado: “Las alumnas de la Escuela Normal de Maestras de esta capital, queriendo homenajear a sus queridas y distinguidas profesoras por haber sido nombradas concejales, doña Rosa García y doña Julia Ochoa, organizaron en su honor una velada que resultó de gusto exquisito y conjunto de alegría entre señoritas alumnas y profesoras, a cuyo acto dio realce la presencia del gobernador civil Balcells, el delegado gubernativo Manzanares y otras autoridades”.
La velada consistió en “Saludo” de la alumna J. Giménez; el poema rural “Aureiras”, representado por varias alumnas y el señor Espuny; lectura de unas cuartillas por la señorita Fernández Arín; el coro Montería, “con letra alusiva y humorística, a la intervención de la mujer en la vida política”; “La muerte en Aiba”, de Marquina, representada por distintas alumnas y como final de fiesta la alumna señorita Sanz cantó unas jotas “alusivas a los nombramientos de las concejalas”.
Ambas eran profesoras de la Escuela Normal de Magisterio de la capital conquense y sustituyeron a concejales dimitidos
Como en aquellos años apenas si se publicaba el segundo apellido, en el caso de la concejala Rosa García, en alguna información aparece como Rosa García Izcara, con los mismos apellidos de Dalmacio García Izcara, fallecido en 1927, pero todo parece indicar que se trata de Rosa García López, hija del prestigioso veterinario Dalmacio, como bien recoge Teresa Marín Eced, en el Diccionario biográfico de Castilla-La Mancha, señalando sobre Rosa García López que “en 1921, siendo profesora de Labores y Economía Doméstica de la Escuela Normal de Maestras de Cuenca, volvió a solicitar la realización de un curso en Madrid para perfeccionar su asignatura: “Labores y Economía Doméstica”. Los datos coinciden.
Durante esos años entre 1921 y 1927, el Ayuntamiento del alcalde Cayo Conversa, con sus dos concejalas y ediles de apellidos conquenses de compromiso como los Merchante, Bieto, Ruiz, etc., fue llevando a cabo grandes proyectos como la conclusión del Parque de Canalejas (actual San Julián) con su Kiosco, la plaza de Abastos, el colegio en la calle Hermanos Valdés, el Banco de España y la Casa de Correos, la plaza de toros (con el voto en contra de la concejala Ochoa sobre el empréstito); la remodelación del reloj y Torre de Mangana y otras importantes obras que le dieron lustre a la ciudad con edificios sobresalientes como el Gran Hotel (luego Hotel Iberia), Banco Zaragozano, restauración de las Casas Colgadas, y otras edificaciones, con el visto bueno de un arquitecto que dejó gran huella, pese al olvido, como lo fue Fernando Alcántara.
CESÁREO OLIVARES, SECRETARIO
Por fin en el pleno municipal del 27 de abril se designó al nuevo secretario del Ayuntamiento entre los ocho aspirantes de diversas localidades españolas, siendo elegido Cesáreo Olivares, pues el alcalde dijo en la sesión que “creo que no hay que pulsar la Corporación con una votación, ya que en el ánimo de todo está designar al hijo de Cuenca D. Cesáreo Olivares y la Corporación, unánime, acuerda sea secretario dicho aventajado conquense”, que tomó posesión del cargo en sesión extraordinaria el 1 de mayo, con asistencia de la Corporación y autoridades. Dice la reseña periodística que al final del acto los asistentes fueron obsequiados con gran abundancia de dulces, licores y habanos.
El secretario Cesáreo Olivares debió dejar buen recuerdo en Cuenca, tanto en su labor municipal como en la defensa de la ciudad en pleitos forestales, pues tiene calle en el Casco Antiguo, la paralela al jardín de El Salvador, limitando con Melchor Cano (antigua calle del Espejo), según acuerdo municipal de 1965, recogido por José Luis Muñoz en su “Diccionario de andar por casa”. Sin embargo, para designar nombres de mujeres en las calles hubo que pasar más de medio siglo y con cuentagotas, hasta contar casi con pleno de nombres femeninos en el Cerro de la Estrella. Así se escribe la historia.