El Libro no ha faltado a su cita anual en Cuenca, salvo algunas excepciones, como estos dos años de la pandemia de la Covid-19, bien con un pequeño recuerdo o bien con Feria incluida, al albur de cada tiempo. Cada 23 de abril, aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, la ciudad ha venido prestando su cálida acogida a esta fecha en la que el libro amigo es el principal protagonista, aunque lo debiera ser durante todo el año.
La primera relación de Cuenca con el Libro y Cervantes, nos lleva hasta 1905 con ocasión del III Centenario de la publicación de la primera parte de “El Quijote”, con diversos actos que culminaron con la denominación de “Calle Miguel de Cervantes” a la que hasta entonces se conocía como La Ventilla, nombre popular conquense que por cierto debiera recuperarse para la Glorieta de lo que llamamos el Xúcar. Los escolares de Cuenca, con sus centimillos, sufragaron la placa que se puede ver en esa calle.
La ciudad había vivido el 3 de mayo de 1905 la visita del rey Alfonso XIII, para lo cual se colocaron colgaduras de ramas en postes de arbolado preparados y dado que Cuenca iba a celebrar el tercer centenario del Quijote, se dejaron las colgaduras como exorno callejero para el Festival Escolar que, a modo de “procesión cívica”, realizaron los alumn@s de Cuenca.
Al efecto, el desfile de los escolares y de las Bandas de Música municipal y provincial se hizo a las ocho de la mañana desde la Plaza Mayor por las calles de Alfonso VIII, Andrés de Cabrera, San Juan, Palafox, Calderón de la Barca, Plaza de Cánovas (actual de la Constitución), Mariano Catalina (Carretería) y Herreros (José Cobo). Al llegar a la nueva calle de Cervantes, los niños se colocaron delante de las dos lápidas, que fueron descubiertas, a los acordes de la Marcha Real.
El diario “Las Noticias” resaltaba que “esos pequeños seres que son la alegría más hermosa de la vida, entregaron a sus maestros los escasos céntimos de que podían disponer para costear los mármoles en que luce la inscripción de la nueva calle de Cervantes”. Terminado el acto, y tras grandes aplausos, los niños desfilaron hasta las Escuelas Aguirre, donde se celebró una velada de entrega de premios, entre ellos uno a Cesáreo Olivares, que, pasado el tiempo, también tendría calle en el Casco Antiguo.
No podemos olvidar la relación que tuvo Cervantes con Cuenca como muy bien recoge el profesor y escritor Antonio Rodríguez Saiz en su libro “Cuenca en el recuerdo”: “Pleito del licenciado Cervantes, a causa de unas sayas de su mujer” y “El único yerno de Cervantes fue el conquense Luis de Molina”. El licenciado Juan de Cervantes, abuelo del autor de El Quijote, vivió en Cuenca y fue teniente corregidor. Sobre el yerno de Cervantes, Antonio Rodríguez apunta que “en el entorno de Cervantes encontramos varios conquenses con los que el escritor tuvo relación, amistad o parentesco. Citaba a Luis de Molina, hijo de Pedro de Molina y María Valenzuela, nacido en el último tercio del siglo XVI, que estuvo casado con Isabel de Cervantes, hija natural y única de Miguel de Cervantes”.
La Fiesta del Libro o Día del Libro se instituyó en España mediante un decreto de febrero de 1926 del rey Alfonso XIII. En uno de los reportajes que dediqué a la Feria del Libro saqué a colación lo que recordaba la profesora Teresa Marín Eced, en un artículo publicado el 25 de abril de 1982 en “Diario de Cuenca”, en el que informaba que “en Cuenca se celebró por vez primera el Día del Libro en el año 1926”. Fue un acto que organizó la Escuela Normal, con una conferencia de Rodolfo Llopis, que luego sería director general de Enseñanza Primaria en la República.
Teresa Marín recordaba una sesión de claustro de la Escuela Normal de Maestros del 28 de septiembre de 1926 en la que se leía el Decreto del Rey Alfonso XIII “`por el que se estatuye la Fiesta del Libro” y en virtud se designa al señor Llopis para que hable en dicha fiesta que ha de celebrarse el 7 de octubre”, fecha del nacimiento de Cervantes, se creía entonces, aunque luego fue el 29 de septiembre de 1547. Otro acto similar se celebró en el Instituto en el que intervino el catedrático señor Arévalo para destacar “el valor inmenso del libro, depósito vivo del saber de la humanidad”·, y la grandiosa figura de Miguel de Cervantes.
Cuatro años después, en 1930, se instauró el Día del Libro en la fecha de la muerte de Cervantes, pues la del nacimiento estaba confusa entonces. Precisamente, en el año 1935, el semanario republicano “El Heraldo de Cuenca”, que dirigía Daniel Calvo Portero, publicaba en la edición del 29 de abril los actos que había celebrado la ciudad en la fecha del día 23, que se prolongaron durante una semana. La capital contaba con el Instituto de Segunda Enseñanza en el edificio de Palafox (actual Conservatorio de Música) y la Escuela Normal de Magisterio, de modernas instalaciones impulsadas por Rodolfo Llopis. Tanto la Normal como el Instituto celebraron sendos actos, destacando la Exposición de Libros, que fue muy celebrada.
El libro ‘Cuenca en el recuerdo’ del profesor y escritor Antonio Rodríguez Saiz recoge la relación que tuvo Cervantes con CuencaEn un extenso artículo, titulado “Culto al libro”, Honorio Cortés decía en “El Heraldo” que “es para mí un gran placer ver cómo Cuenca va emergiendo poco a poco a la vida de la cultura. Los naturales como los residenciados oficialmente no podrán admitir ya la vieja pregunta: ¿Existe Cuenca? Dos años llevo de estancia en esta añosa ciudad y su alma dormida, vigilada por los mogotes de las hoces cual centinelas de la nueva Sion, se aviva y despierta al impulso de las corrientes exógenas”.
Describía Cortés que el salón estaba decorado con los bustos de Cervantes y Calderón, murales con frases como “Un libro es el amparo de los débiles y el temor de los poderosos”, o “el consuelo de los tristes”. Una Exposición que para aquella Cuenca que contaba con 18.000 habitantes suponía todo un acontecimiento. (Cuenca era la ciudad que más había aumentado en 1933, y en el año 1935 la provincia contaba nada menos que con 309.000 habitantes, por delante de catorce provincias).
En un reportaje que titulé “La aventura del libro en Cuenca de la mano del hidalgo Fidel Cardete”, le presentaba como un caballero andante, cual figura quijotesca, que era un libro abierto de la historia bibliófila de Cuenca, quijote de bibliotecas y archivos. Hace 75 años que el recordado Fidel Cardete emprendió la aventura de sacar el libro a la calle, de tocar a rebato, para que jóvenes y mayores acudiesen a leer a la Biblioteca.
Para darnos una idea de la importancia que ha tenido en Cuenca la celebración del Día del Libro y de la propia Feria del Libro, tenemos que retroceder algunas décadas en las que el pensamiento quedaba aplanado por la granítica losa dictatorial y el libro intentaba mostrar sus hojas por las pocas rendijas que quedaban, siempre con El Quijote como referencia, para encontrar aires de libertad entre la palabra escrita por los poetas y escritores más audaces para los lectores más inteligentes, como bien pregonaba “La Codorniz”, la revista más castigada y al mismo tiempo más buscada.
Desde 1948, Fidel Cardete, como secretario del Patronato Provincial de Archivos, Bibliotecas y Museos, comenzó su aventura a través del libro, y cada 23 de abril preparaba los actos, unos años en el Instituto Alfonso VIII, verdadero germen de la cultura conquense, y otros en el cine Xúcar, y con los libros en Carretería, para conseguir, poco a poco, que desde la misma Casa de Cultura, que él dirigió tantos años, el libro brillase como luz propia. En 1950, por ejemplo, se estrenó el himno al Instituto “Alfonso VIII”, con letra de Guadi Almagro (esposa de Víctor de la Vega), y música de Antonio Martín. En esos años el Día del Libro había misa por los escritores fallecidos y un partido de fútbol entre alumnos del Instituto Alfonso VIII y la Escuela de Magisterio.
En los difíciles años de la década de los cincuenta, Fidel Cardete contó con la colaboración de Federico Muelas, que logró traer a Cuenca a personalidades de la Cultura. El 23 de abril de 1956 Federico Muelas habló en el Instituto de “Baratillo conquense de libros gloriosos”, acompañado de Sánchez Silva, director de “Marcelino Pan y Vino” y del dibujante Lorenzo Goñi, que hizo los dibujos de la película, proyectada ese día en el Teatro Cine Xúcar. Goñi haría cientos de dibujos sobre Cuenca, su paisaje, costumbres y la Semana Santa.
Así saludaba en la prensa Ramiro de Gonzalo la fiesta del libro del 23 de abril de 1957: “De unos años a esta parte la festividad de hoy -Día del Libro- viene tomando un auge en nuestra capital y provincia realmente digno de todo elogio. En ello, claro es, no tiene poca parte, sino toda, ese magnífico archivero que se llama Fidel Cardete. Ese día vino a Cuenca Gerardo Diego, que ofreció la conferencia “Cómo se hace un soneto”, en el Instituto Alfonso VIII.
Gerardo Diego, que recitó sus bellos romances al Júcar y el Huécar, tuvo como anfitrión al citado Federico Muelas, y a su lado pronunciaron versos y poemas Enrique Domínguez Millán, Acacia Uceta, Andrés Vaca Page, Florencio Martínez Ruiz, Amable Cuenca, Eduardo de la Rica, Fernando Delgado, Luis Gallástegui y Cayo Román Cardete, leída ésta por Muelas.
La inauguración de la Casa de Cultura en 1965 fue un aliciente más para la proyección de la lectura en un edificio moderno, pues la Biblioteca Pública situada en la calle de Sánchez Vera, era un espacio reducido que pedía su relevo a gritos. Más que el propio edificio lo que llamaba la atención era el atrevido voladizo, colgado o colgante, que el arquitecto Miguel Fisac había incluido en el proyecto. Todo un atrevimiento para aquella época. Tampoco se puede olvidar que el kiosko de la música del Parque de San Julián también fue biblioteca pública durante unos años.
Un voladizo en la ciudad colgada era el mejor homenaje que se le podía dar a la flamante Casa de Cultura. Fidel Cardete dirigió el centro cultural hasta 1985 y en él dejó su huella, con un gran trabajo. Desde 1986, Begoña Marlasca, con un trabajo serio y concienzudo, supo darle a la Casa de Cultura, a la Biblioteca, lo que demandan los tiempos, con sus lectores e investigadores, y desde septiembre de 2020, es Dolores García quien dirige esta Casa de Cultura, que es la casa de todos, con nuevos proyectos e ilusiones.
No podemos olvidar la Biblioteca Municipal del edificio Aguirre, dirigida por Olga Muñoz, que cumple también una gran función, y donde tenemos cerca la figura de Don Quijote del artista de San Antón, José Luis Martínez, inaugurada el Día del Libro del 23 de abril de 2015. Que pase pronto esta pandemia para que las Bibliotecas abran sus puertas sin perimetrar para que el Libro siga siendo la vacuna del saber.