El Bosque de Acero, que supuso un coste de en torno a 7,7 millones de euros para el Ayuntamiento, un dinero comprometido durante la última etapa de José Manuel Martínez Cenzano (2004/2007), lleva camino de cumplir su segunda legislatura de abandono, sin ningún tipo de uso.
A un mes de las elecciones municipales, todo parece indicar que tampoco el actual equipo municipal va a invertir en esta infraestructura a pesar de que la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) iniciara el pasado otoño, con un presupuesto de dos millones de euros, la mejora de la ribera del Júcar y del Moscas, tanto para evitar inundaciones como para acondicionar ambientalmente la zona, lo que hará más atractivo el entorno.
Porque, aunque un estudio de los técnicos municipales cifra en un mínimo 300.000 euros el coste que supondría devolver el Bosque de Acero a su situación original, reparando, entre otros destrozos, ventanas y puertas rotas y suprimiendo varias pintadas, según apuntó en en el transcurso de un pleno de 2018 el concejal de Hacienda, José Ángel Gómez Buendía, se trata de un dinero del que el Consistorio, intervenido por Hacienda, ahora mismo no dispone, como le reclamó el Grupo Municipal de Ciudadanos. Además, advirtió de que se trata de una instalación ubicada en una zona “teóricamente inundable”, aunque lo que precisamente buscan las obras de la CHJ en marcha es evitar posibles daños por la crecida del río en esta y otras zonas.
Hay que remontarse a la legislatura de Francisco Javier Pulido (2008/2012), en cuyo transcurso (mayo de 2010) se inauguró el Bosque de Acero, para encontrarnos con las únicas actividades que acogió este recinto multiusos proyectado por el estudio Moneo-Brock, entre ellas una exposición de esculturas comisionada por Alberto Romero, una semana de la tapa o una degustación de productos gastronómicos coincidente con la Feria y Fiestas de San Julián.
Poca actividad para un recinto cuya superficie cerrada ronda los 1.800 metros cuadrados y que fue concebido para albergar todo tipo de eventos, desde conciertos hasta fiestas pasando por teatro, talleres, exposiciones o pequeñas ferias, un recurso que, cuando menos, debería haberse utilizado, de cumplirse lo previsto inicialmente, durante el mercadillo de los martes, que antiguamente se celebraba en sus inmediaciones aunque hace ya tiempo que se trasladó a la explanada de los terrenos del antiguo Serranía, además de durante la Feria y Fiestas de San Julián.
SIN RECINTO FERIAL
En este sentido, hay que recordar que el objetivo inicial del ayuntamiento era que el Bosque de Acero se convirtiera en la primera infraestructura de un recinto ferial en condiciones, siguiendo el modelo del que dispone la vecina Albacete, aprovechando la amplia explanada existente en las proximidades del río Júcar. De este modo, en su superficie podrían instalarse, como antiguamente, tanto las atracciones de San Julián como el recinto de conciertos que en los últimos años el consistorio ha situado en los terrenos del antiguo Serranía, buena parte de los cuales son de propiedad privada.
El recinto, además de unos servicios que podrían ser de gran utilidad en eventos de mucha afluencia, dispone de una zona pensada para la restauración, con 195 metros cuadrados de restaurante y 60 de cocina, pero cuya posible adjudicación nunca ha salido a concurso.
ABANDONO DEL ENTORNO
A la situación del Bosque de Acero, cuyo deterioro es fruto tanto de su abandono como de la proliferación de actos vandálicos (para evitar que se sigan produciendo en agosto de 2017 se optó por instalar un vallado) hay que añadir el del entorno, donde no se ha llevado a cabo ninguna de las propuestas previstas inicialmente, como dotar al recinto de nuevas infraestructuras de electricidad e iluminación, construir un carril bici, itinerarios peatonales y pistas deportivas. Incluso, el proyecto inicial preveía un lago y un escenario para actuaciones que ya no parece factible.
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