El monumental belén de la Asociación de Belenistas de Cuenca vuelve a exibirse después de dos años de ausencia. Se instaló por primera vez en el Palacio Provincial, en los primeros años un belén clásico y en los últimos, napolitano.
Se trata de una obra llena de detalles costumbristas (gentes comiendo, bebiendo, tocando música, paseando a caballo, veniendo o comprando en el mercado) confeccionada según la tradición de los pesebres napolitanos que Carlos III y la reina María Amalia de Sajonia trasladaron de Nápoles a Madrid en la segunda mitad del siglo XVIII, y que desembocó en el denominado “Belén del Príncipe” llevado a cabo en los talleres reales con ayuda de los grandes escultores, pintores y escenógrafos del momento para su exhibición en el Palacio Real de Madrid.
La avanzada edad de los 40 miembros de la asociación, todos por encima de los sesenta años y la gran mayoría con más de setenta, unida a la falta de relevo generacional, llevó a que en 2017 el colectivo renunciara a seguir montándolo cada año, una compleja y exigente tarea en la que se les iba más de un mes. Pero tres años después han encontrado la solución para que se vuelva a exhibir, y esta vez de forma permanente en un nuevo espacio cultural, de nombre Espacio Cultural Sanmartino, que este jueves abría sus puertas en la bajada Santa Catalina, frente a la antigua iglesia de Santa Cruz.
Se trata, cuenta el presidente de los belenistas, Jesús Martín de los Santos, de una iniciativa del propietario del local, el joven Rodrigo Mora, que incluso ha colaborado activamente en la instalación del belén, el pasado verano.
El centro, cuyo nombre rinde tributo al escultor italiano Giuseppe Sanmartino, del siglo XVIII, es, eso sí, de dimensiones muy inferiores a las del salón de actos del Palacio Provincial, de modo que el belén ha quedado reducido a la mitad, pero sus promotores se muestran satisfechos con el resultado, que consideran muy completo e, incluso, más equilibrado y parecido a lo que es un belén napolitano auténtico.
“El de Diputación se desbordó al hacerlo en una sala tan grande, lo cual fue nuestra muerte, porque montarlo era auténtica aventura, con tramos que alcanzaban los seis metros de altura, inmensos: así ya no podíamos seguir. Este en cambio está más equilibrado en las medidas y creo que muy logrado”, señala Martín de los Santos.
ABIERTO TODO EL AÑO
El belén se exhibirá no solo en Navidades, sino durante todo el año, y los belenistas están convencidos de su éxito gracias, sobre todo, a los numerosos turistas que visitan el Casco Antiguo.
“Es verdad que los conquenses, una vez que ya lo hayan visto, no van a subir todos los meses, pero puede ser un aliciente para los turistas. Los museos de belenes tienen una grandísima demanda. Es lo que más llama la atención a niños y a mayores, el museo más popular. Nosotros lo comprobamos en San Clemente y por ejemplo en Madrid cada año se forman colas de tres horas en belenes como el de la Puerta del Sol”.
El espacio se abrirá en principio al público sin ningún tipo de subvención pública y sin cobrar entrada, aunque se aceptarán donativos para costear los gastos de mantenimiento del inmueble. Los miembros de la asociación mantendrán así una labor que emprendieron siendo jóvenes, cuando tenían “toda la ilusión del mundo”, y no hubiera sido posible sin el respaldo de la Diputación, “que se ha portado de maravilla a lo largo de todas las corporaciones: ningún color político nos fue desfavorable, todas nos ayudaron”.
Cada cierto tiempo prevén modificar el belén con alguna figura nueva (este año son nuevos los ángeles de la escena del Misterio y el año que viene tienen pervisto agregar una banda de músicos) o mejorando algún elemento de su paisaje urbano.
En el Espacio Cultural Sanmartino hay también espacio para exhibir otro nacimiento, de Félix Soriano, en este caso un belén serrano “más de aquí”, con sus montes, sus rocas, sus riachuelos, sus fuentes y sus rebaños, en el que destaca tanto el paisaje como sus pequeñas pero muy definidas figuras, y otro de Odulia Acebedo. Igualmente, de forma temporal se muestra una colección de sellos y queda una sala libre donde las próximas Navidades esperan instalar un belén de corte más tradicional.
Dos meses y medio del pasado verano costó a los belenistas instalar el nuevo belén napolitano con la ayuda del propietario del local. “Aquel de la Diputación ya era imposible”, insiste Jesús Martín de los Santos, que considera que el nuevo nacimiento, aunque más pequeño, tiene unas medidas más equilibradas y se asemeja más a la tradición de los belenes napolitanos, cuyo origen se remonta al reinado de Carlos II de España en Nápoles y Sicilia en el siglo XVIII.
Cuenta que el monarca ordenó un catálogo de las costumbres y vestimentas de la época que tardó seis años en llevarse a cabo y que sus imágenes sirvieron para construir un belén en el que participaron los mejores pintores, escultores y escenógrafos de la época. “Aquello, más que un belén, era un espectáculo, según algunos un belén profano porque la única escena religiosa era la del Misterio: el resto era la vida de Nápoles”.