Al reciente derribo del edificio Catalina se une esta semana el del antiguo Sanatorio de San Julián, un inmueble ubicado en el pozo de las Nieves que, lo mismo que el de la calle José Cobo o el derribado a finales del pasado año en la entrada a Casablanca, llevaba cerca de veinte años abandonado.
El inmueble había sido adquirido hace cuatro años por la empresa Virgen de Ucero, que pretendía construir un nuevo edificio en el que poner en funcionamiento una residencia en la que atender a personas mayores de la capital.
El derribo del edifico es una inmejorable noticia para los vecinos, que llevaban años denunciando el cúmulo de suciedad generado en torno a él, todo un “vertedero urbano”. Había además gente “marginal” que traspasaba las vallas ubicadas para impedir el paso y dentro consumía alcohol y, según creen algunos vecinos, también drogas. En el antiguo patio proliferaban todo tipo de desperdicios, excrementos incluidos.
El presidente de la asociación de vecinos, Jesús González, muestra su satisfacción ante las “buenas expectativas” que se abren en un inmueble que hasta ahora daba una imagen nefasta y que en el plazo de 20 meses, según las previsiones de la empresa, dará paso a una residencia geriátrica.
“Este recurso va a dar otra vida al barrio, porque entre otras cosas los familiares que acudan a visitar a sus allegados consumirán en los alrededores. Y se generará empleo”.
Según las previsiones anunciadas, la residencia tendrá capacidad para acoger a unos 180 mayores las 24 horas del día y a otra veintena durante el día y generará en torno a 90 puestos de trabajo entre cuidadores, administrativos o personal de mantenimiento y limpieza.
La apertura de la residencia podría aumentar, eso sí, la dificultad para aparcar en la zona, pero es algo que de momento no preocupa al presidente vecinal, que considera que hay plazas de sobra en zonas como Santa Teresa o Joaquín Rojas, y tampoco está excesivamente lejos la explanada del antiguo Serranía. “Lo que no se puede pretender es que todos vayan a encontrar sitio en la puerta”.
Ahora es verdad que las obras generarán molestias a los habitantes de las viviendas más próximas, pero es algo que el presidente vecinal entiende que tienen que aceptar. “Es inevitable, como cuando uno hace obras en su casa”.
El pleno del Ayuntamiento aprobó en octubre de 2017 una modificación del Plan General de Ordenación Urbana de Cuenca que daba vía libre a la construcción y posterior gestión de esta residencia, que podrá alcanzar las ocho plantas frente a las cinco con que contaba antiguamente.
Barrio con deficiencias
El derribo del deteriorado inmueble mejora la imagen de un barrio que, no obstante, todavía padece de muchísimas deficiencias, según hace hincapié González.
A los abundantes grafitis hay que añadir la suciedad de muchas de las calles. “Da la impresión de que no riegan”, denuncia.
El ascensor del centro social sigue sin funcionar más de dos años después y está especialmente deteriorado el parque de arena ubicado en sus proximidades, cuya arena debería ser renovada (o sustituida por caucho), lo mismo que sus columpios, llenos de pintadas y deteriorados.
El presidente del Pozo de las Nieves confía en que el nuevo equipo municipal del Ayuntamiento tome nota de esta situación, aunque de momento entiende que hay que esperar a que lleven más tiempo en el gobierno. “Ahora no podemos exigir cuando llevan 30 días: vamos a darles un margen”.