El de este San Julián 2018 iba a ser el pregón de alguien que ama la historia, la conoce en profundidad, y contagia esta pasión a todo el que tiene a su alrededor. Almudena Serrano, directora del Archivo Histórico Provincial, pudo regalar a todos los asistentes este jueves al Parque de San Julián apenas unos minutos de una alocución elegante, entretenida, y llena de anécdotas y vivencias de nuestros antepasados conquenses, todo ello ricamente documentado. Ella misma lo anunciaba al empezar: “en mi pregón no podía dejar de hablar de Historia, por oficio, dedicación y la pasión que por ella me mueve”.
Gracias a esta pregonera del siglo XXI, conocíamos que el oficio de pregonero se remonta a 26 siglos atrás y que en España hizo acto de presencia hace unos 800 años. “Lo tenemos localizado en el Poema del Mío Cid”, señalaba.
También que no hubo antiguamente pregoneras en estas fiestas, “algo que dejó de ser así hace años, con las ilustres colegas que me precedieron en este Parque”.
Sin embargo, en este punto, una lluvia inoportuna hacía que terminara de forma precipitada con una frase: “Cuenca, princesa del Júcar”.
Por fortuna, disponemos del pregón íntegro del que podemos reproducir algunos extractos para que los lectores conozcan su contenido.
Un pregón en el que se hablaba de unos festejos que han ido cambiando de costumbres y de escenarios con el paso del tiempo. En 1689 se organizó una festividad de toros “por la festividad de Nuestro Glorioso Patrón San Julián” en la Plaza Mayor y sus bocacalles. “En aquellos lejanos años, los dineros, los reales, empleados en los gastos de las fiestas de San Julián, se echaban en la compra de los toros, en dulces, bizcochos, azúcar rosado, confituras ordinarias y bebidas, garrafas de agua de limón, canela y horchata, y algo muy importante, el hielo para mantener las bebidas frescas, que procedía del cercano Pozo de las Nieves”. Seis años después, la fiesta se trasladaba del Casco Antiguo a la plaza del convento de San Francisco, lugar que hoy ocupa la Diputación, porque la colocación de las reliquias del obispo de los pobres en la catedral hizo prever una gran afluencia de gentes “para una plaza tan estrecha”.
Desde entonces, “todos los conquenses le visitamos, unos, en su capilla de la catedral, otros, con fervor en su ermita, y muchos somos, también, los que llegamos al santuario haciendo deporte y nos detenemos un instante a refrescarnos en su fuentecita [...]. El caso es que, entre devotos y deportistas, a San Julián no lo dejamos Tranquilo… pero no nos lo tendrá en cuenta: su indulgente alma nos mirará pasar en ese trasiego diario para quedar el lugar en calma al anochecer”.
Devoción, por cierto, que se remonta a los años finales de la Edad Media, recordó.
TRADICIONES PARA LA CONCORDIA
Repasa después recuerdos más recientes, y sus propias vivencias. A los entretenimientos de su generación en el Vivero, o el guiñol en el Parque de San Julián, “o el Tío Vivo, que tanto me gustaba, o las primeras visitas a la Plaza de Toros en aquella Charlotada que nos parecía increíble desde nuestra mirada infantil, o, siendo ya adolescentes, el magnífico Torneo de Baloncesto, en el que pudimos ver a muchos de los mejores equipos del momento… Eran otros tiempos”.
“Las tradiciones compartidas en las fiestas siempre han contribuido a relajar las tensiones que pudieran acontecer, quedando desdibujadas en el regocijo proporcionado por la diversión y recreo, favoreciendo las relaciones personales. Recordemos siempre que uno de los rasgos de San Julián fue promover la concordia”. El pregón que se quedaba tristemente sin voz se refería también a lo que la música y el teatro han aportado a estas fiestas. “Músicas que siempre han recorrido nuestras calles y han estado presentes en esta ciudad Patrimonio de la Humanidad que debemos cuidar y mimar” o la intensa vida teatral de la ciudad que comenzó a finales del siglo XVI siguiendo la moda de los corrales de Madrid. O la gran afición deportiva que siempre ha caracterizado a esta ciudad.
“Ya en las Ferias y Fiestas de hace 90 años, con aquellos campeonatos de fomento del atletismo, o como 60 años atrás, en que los conquenses tuvieron la oportunidad de disfrutar del I Concurso Hípico Regional de Cuenca”. El evento deportivo que merece un lugar destacado, es el ocurrido en el año 1952, cuando el Real Madrid, campeón nacional de baloncesto, se enfrentó al equipo de Cuenca en un partido en la Plaza de Toros, a las 5 de la tarde, cuando aún no había polideportivo en la capital.
“Disfrutar es lo que esperamos, como siempre ha sido. Imaginen por un momento, hace casi 100 años a los vecinos de Cuenca, esperando con impaciencia maravillarse con el concurso de escaparates y la Feria del Automóvil, que se hizo en la Plaza del Mercado, y, no sin asombro contemplarían la gran traca en la explanada de Sánchez Vera y los juegos florales en el Teatro Cervantes, o aquella otra traca final luminosa que hace 66 años iba desde el puente de la Trinidad hasta la Ventilla”. En definitiva, nuestros mayores conocieron unas fiestas muy diferentes a las actuales pero, sin embargo, llenas de tradición en una ciudad en la que artistas y artesanos siempre han estado presentes, como lo siguen haciendo en los diferentes eventos culturales y en la tradicional Feria de Artesanía.
Para finalizar, Almudena Serrano se hacía eco de unas palabras escritas en uno de los concursos literarios que se hicieron en numerosas ocasiones en Cuenca, invitando al disfrute a unas Ferias y Fiestas de San Julián “donde hay para escoger, y hasta si se sabe hacer, para pasárselo bien”.
“El velo de calma que envuelve el vivir cotidiano conquense se descorre durante estos días para dejar que la alegría, el esparcimiento y una gozosa devoción por el santo, tomen carta de naturaleza en el corazón de las gentes y de las calles de nuestra ciudad. Cuando todo acabe, y hasta el año que viene, el manto de la tranquilidad volverá a cerrarse y todo tornará a su antiguo ser. No quedarán más que gratos recuerdos colgando en las frágiles nubes de la nostalgia”.
Nubes que, desafortunadamente, no le dejaron poner voz a su gran relato, confeccionado desde el recuerdo y para el recuerdo para esta primera noche de las fiestas conquenses pasada por agua.