Hay momentos en la Semana Santa que no están en escena y pocas veces el espectador disfruta de ellos pues solo algunas personas, muy pocas, tienen el privilegio de, por ejemplo, vestir a una imagen. En un encuentro entre lo humano y lo divino las camareras y vestidores comparten un momento de absoluta intimidad para con maestría componer el atuendo que lucirá la Virgen en procesión, circunstancia de la que gozan Beatriz Gómez y Rafael Murgui, camarera y vestidor, respectivamente, de María Santísima de la Esperanza, la imagen que recorre las calles el Martes Santo.
En su caso, Rafael y Beatriz llevan juntos en esta tarea desde 2004 y para ellos es “un orgullo, una responsabilidad y lo que más nos gusta de la Semana Santa”, aunque en el caso de Gómez, cuando le ofrecieron la posibilidad de ser camarera de la Esperanza tuvo miedo porque “esto da mucho vértigo, es una gran responsabilidad porque hay cosas de mucho valor a tu cargo”, dice.
Cada uno tiene un cometido, Beatriz, por su parte, se encarga de preparar el ajuar que va a lucir la Virgen, buscar los encajes y plancharlos para tener todo organizado. Sin embargo, Rafael es quien finalmente la viste.
Un proceso que comienza al cambiar la ropa interior a la imagen, a lo que se añade una camisa, dos enaguas y un cancán. Más tarde se coloca la saya y por último se dispone el pecherín y se da forma al tocado de la cabeza ya sea con encajes, blondas o mantillas. Por último se coloca el manto, la corona y se enjoya. Una tarea complicada y que les lleva más de cinco horas de trabajo y con la que cada año intentan innovar porque “nos caracterizamos por ello, algo que podemos hacer porque el ajuar de la Virgen es bastante rico ”, aseguran.
En este sentido, mientras disponen las prendas es importante “no pinchar la talla con los alfileres para no arañarla”, explica Murgui. Con más 17 años de experiencia consideran haber definido el estilo de María Santísima de la Esperanza porque “ya hemos alcanzado la madurez a la hora de vestirla”.
Estilo que definen como “andaluz”, en consonancia con los inicios de esta Venerable Hermandad que parte de Sanlúcar de Barrameda. Por este motivo, Beatriz y Rafael buscan inspiración en la parte sur de España para cada año diseñar un nuevo pecherín o la disposición de flores.
En cuanto a estas últimas, Beatriz sigue un criterio claro, “me gusta innovar y cambiar cada año los arreglos florales” y para ello confía en el florista Rafa Díez de Tarancón, quien adorna las andas del orfebre Manuel Seco Velasco.
Sin embargo, este año María Santísima de la Esperanza no recorrerá las calles de Cuenca pero la imagen estará colocada en el Convento de San Pedro de las Justinianas (Petras) para su veneración a lo largo del Martes Santo.
Día en el que lucirá el manto y las joyas de salida para que los conquenses sientan de cerca la Semana Santa. Faltan dos días para el Domingo de Ramos, día en que se volverán a encontrar cara a cara con la imagen por la que sienten absoluta devoción.
