Esta es la segunda Semana Santa consecutiva sin procesiones por las calles de Cuenca debido a la pandemia de la Covid-19, pero para 17 de las 33 hermandades de la capital éste será el tercer año sin poder desfilar con sus imágenes, puesto que la lluvia obligó en 2019 a suspender los desfiles procesionales de Paz y Caridad (Jueves Santo), Camino del Calvario (madrugada de Viernes Santo), En el Calvario (mañana de Viernes Santo) y Duelo (Sábado de Gloria).
Circunstancia que, como es de esperar, está teniendo sus consecuencias en las arcas nazarenas, que se están resintiendo ante el notable descenso de sus ingresos al no celebrarse las tradicionales subastas de banzos y enseres procesionales, que son, al fin y al cabo, su principal fuente de financiación.
No es que se encuentren en una situación económica delicada, ni mucho menos, si bien este importante descenso de fondos ha llevado consigo, por ejemplo, que algunas de ellas hayan decidido “aparcar de momento” algunos proyectos que tenían en mente con el fin de llevarlos a cabo más tarde, cuando las circunstancias sean otras y más favorables.
Desde la Archicofradía de Paz y Caridad, que aglutina a las siete hermandades del Jueves Santo, su presidenta, Sara Robles, pone de manifiesto que se han adoptado medidas especiales ante insual situación y, por ejemplo, han decidido no cobrar a las cofradías la cuota anual, porque “no creemos que sea necesario tener ese dinero en la Archicofradía, que, sin embargo, a lo mejor sí lo necesitan las hermandades para sus gastos corrientes”.
No en vano, después de tres años sin salir, algunas se han visto en la obligación de aumentar la cuota anual o cobrar una extraordinaria para hacer frente a la situación. Y es que, según recuerda, aunque en general los gastos estén siendo menores al no haber desfiles procesionales, hay una serie de costes fijos, que varían dependiendo de la hermandad, a lo que se suma el hecho de que lleven dos años sin ingresar por subasta de banzos y enseres procesionales.
La Venerable Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad (de San Agustín) es otra de las que se encuentra en esta situación. Su secretaria, Aurora Garrote, explica que, entre las medidas excepcionales adoptadas, este año se ha acordado, por ejemplo, no cobrar a los hermanos que se quedaron con los banzos y enseres en la subasta de 2019 el 25% adicional, que se aplica habitualmente según los estatutos cuando se ha suspendido la procesión del año anterior. Aunque reconoce que la situación económica no es delicada, puesto que cuentan con “pequeño remanente” que les permite hacer frente a los gastos corrientes, si bien sí aclara que han tenido que retrasar algún proyecto que otro. Tal es el caso de la restauración de las andas y el palio de Nuestra Señora de la Soledad y el aligeramiento de peso, que tendrán que esperar, al igual que la prevista mejora del aislamiento de su sede.
Pese a encadenar estos tres años sin procesiones y no poder celebrar ni la función anual ni la imposición de medallas a los recién nacidos inscritos, esta hermandad ha intentado mantener “cierta normalidad en la medida de lo posible” y, según detalla Garrote, se han seguido haciendo actividades, como por ejemplo, la obra social de la hermandad, con la recogida de alimentos, por parte del Grupo Joven, o sustituyendo la chocolatada solidaria de Navidad por la venta de Lotería del Niño para recaudar fondos para los regalos de Reyes de Cáritas. “La idea –remarca– es mantener en la medida de lo posible la actividad, adaptándola al escenario que vaya dejando la pandemia”.
En 2018 la Venerable Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores y las Santas Marías se estrenaba en la Semana Santa conquense desfilando el Sábado de Gloria. Procesión que no ha vuelto a repetirse y lleva tres años esperando ese momento. Una situación que, según su representante en la Junta de Cofradías, Pablo Miranzo, no le ha afectado especialmente a su economía, entre otros motivos, por “no tener unos considerables gastos corrientes al no contar con sede propia ni tener que afrontar la restauración de la imagen titular por ser totalmente nueva”. Sin embargo, sí ha tenido otras consecuencias. Y es que, a su juicio, lo están pagando en términos de “coste de oportunidad”; es decir, dicho parón les ha impedido aprovechar el lógico “tirón” que tienen en sus primeros años las nuevas hermandades con la incorporación de nuevos integrantes. “No es que hayamos perdido hermanos, todo lo contrario, seguimos creciendo, pero, sin duda, a un ritmo mucho menor que a raíz de nuestro primer desfile procesional”, aclara Miranzo.
Otro efecto bien puede ser el hecho de que hayan optado por postergar el proyecto de editar un CD con las marchas procesionales compuestas especialmente para la procesión del Duelo. No obstante, sí seguirá hacia adelante otro proyecto: la nueva aureola para la Virgen de los Dolores, si bien será sufragada por un grupo de hermanos que quieren donarla a la hermandad. De ahí que confíen en que la Virgen estrene aureola en la procesión del próximo año. Un desfile que, según recalca Miranzo, “va a ser como si fuera la primera vez de nuevo”.
Situación inusual, por lo tanto, que está ocasionando auténticos quebraderos de cabeza para bastantes hermandades, aunque, como en el caso de la Soledad (de San Agustín) no sea algo nuevo, puesto que ya estuvo tres años seguidos sin desfilar, del 2012 a 2014.