Una de las antiguas costumbres en los días de San Mateo, en las décadas de los 50 a los 70-80 era la de colocar pequeños carteles en los bares del entorno de la Plaza Mayor (sobre todo el “Mangana” cuando lo regentaba Fermín Asensio) o grandes cartelones hechos a manos en las paredes del bloque de viviendas de la calle del Colmillo, frontales a parte de la fachada del Ayuntamiento, en los que aparecían los nombres de vecinos del Casco Antiguo (el “Vaticano”), que se encargaban de alguna forma de mejorar la fiesta de la Vaquilla, con no pocas notas de humor, realizados naturalmente a espaldas de la oficialidad. También se colocaban grandes cartelones de papel caña de enrollar en la fachada del Bar Mangana, que duraban pocas horas, al lado de uno de los balcones en los que se mantiene una reciente costumbre de colocar el día de San Roque un cartel numerador de “faltan 33 días”, que diariamente se va cambiando.
Uno de aquellos carteles de mano, impreso en este caso en la Imprenta Minerva, es el correspondiente al año de 1959, en el que aparecen motes tan singulares como los de “Copita”, “Lalo”, “Triquitraque”, “Zarandilla” o “El Choni”, sin olvidarnos de otros como Vicente “Biribi”, uno de los encargados del concurso de “mochuelos” en los que participaban los conocidos “Capitán Bodegas”, el mencionado “Copita”, “Meamostos” y otros motes adoradores de Baco y menos de la vaca.
En el cartel de referencia se anuncian “grandes fiestas de San Mateo” del 19 al 21 de septiembre, con las tradicionales vaquillas, “que este año serán de ganaderías viudas”, con divisa dorada, blanco y negro (color de las bebidas para el concurso de “mochuelos”), patrocinadas nada menos que por el “Consulado de Pozo Seco”. Como empresa figuraba “Copita-Lalo”.
En el orden de las lidias aparecen primero dos hermosas vacas para “los maravillosos jinetes” Agustín Herraiz “Triquitraque” y Faustino Huerta “Zarandilla”, empleado municipal que luego iría a vivir a Tiradores Altos. Se añadía con guasa que si no mueren a rejón serán estoqueadas por “el de los chorizos torcíos y muslos de pollo”. Ahí queda eso.
En la segunda corrida se anunciaban 8 vacas gordas 8, pero viudas, para los siguientes ases de la tauromaquia, en letras destacadas: Casimiro Pérez “El Niño del Nogal”, Julián Escribano “El Choni”, “Tejeringo” (si no le da el ataque), Antonio Mora “El Abisinio” y Antonio Huerta “Lunares”. Ya en letra más diminuta podemos leer los nombres de las “cuadrillas”:
Picadores: Manuel Algarra “Bustamante”, Manuel Cantero “Abarquillas”, Ángel Barreña y Cotillas “Lenguaza”, Vicente Martínez “Lechuguino”, Daniel Martínez “Carnicerito de Vara de Rey”, Agustín Redondo “El Solterón” y Paco “Pajarus”.
Banderilleros: Pedro Yuste “Cocina”, Salvador Alarcón “El Buitre”, Julián Morón “El Monaguillo”, Juan Luis Blanco “Pinocho”, Juan José “Poco manda”, Hilario Jareño “Bulle Bulle”, Vicente Arana “Maestro de obras”, Manuel Moratalla “El Imposible”, Cipriano Lozano “El Torralbeño”, Miguel Botija “El ricitos” (que se marcha para América)
Pedirá las llaves: El Gran Lupi
Dirigirá las corridas Cecilio Albendea (Hijo) “El Magras”.
“Serán amenizadas las corridas por la Banda de Villar del Infantado, reforzada por un profesor de cada una de las siguientes localidades: Henarejos, Gascueña, Collados, Cólliga y Colliguilla. No ponemos a Jábaga por pillar un poco retirado.
Las puertas de la plaza se abrirán a las cuatro de la mañana, para que viejas y jóvenes puedan poner sus asientos.
Al finalizar cada una de las corridas se celebrará una gran traca a cargo del célebre pirotécnico valenciano Eduardo Bort “El Polvorista”. (Bort era un redactor del periódico “Ofensiva”)
No se admitirán espontáneos de más de 95 años.
La plaza se regará con un botijo, ya que no hay manera de hacerlo de otra forma.
Durante los descansos trabajará Antonio López Tofiño y Crescencio Asensio “El Manchego”, auxiliado por su hijo “Jamú” con los colores de la divisa dorada, blanco y negro del Bar Mangana”.
“LA GACETA VATICANA”
Ya en la década de los 80 aparecieron los pasquines de la “Gaeta Vaticana”, con no pocas notas de humor dedicadas a políticos y destacados vecinos para no perder la costumbre, entre ellos Antonio Requena (doctor Infierno), aludido para atender la enfermería en esos carteles, con nombres que él mismo recordaba en su Pregón de 1987: Agustín Fernández “Copita”, Gonzalo Carrillo, con su maroma para asustar a los chiquillos desde su portal de la calle Alfonso VIII; Jesús Carrillo, los Albendea, “la tía Melgares” de Zarzuela, Salvador Alarcón “El Buitre”, Manolo Casañez, Adolfo Bravo “Lorito de Aranjuez” con sus cantares y pajarillos; Teresillo “el decano de la maroma”, los hermanos Soriano, los Patones, Luis Seisdedos, don Casimiro con su mono, y muchísimos etcéteras.
Una de las costumbres en los días de San Mateo, en los 50 hasta a los 70-80, era colocar pequeños carteles en los bares del entorno de plaza mayor o grandes cartelones en las paredes de la calle ColmilloCon nombre propio en “La Gaceta Vaticana”, el siempre recordado José Luis Lucas Aledón “Chuspallas”, Jaime Velasco “El Niño de los Barquillos”, Julito “Almendrita” para colocar los pasquines; Fernando Martínez “Meamostos”, y cómo no Luis del Castillo “Cacharrito I”, Antonio Calvo “El maestro”, Román Martínez, Julián Martínez “El chavo”, Jacinto Silva “Patola”, Julián Soriano “Sorianito” y los también maromeros “El Manazas”, Manuel Collados, Pedro Hitado (fallecido en accidente), Antonio Alcalde “El fraile”, Pedro Malo, los hermanos Justo y Goyo, hijos de Leonardo, Julián Miranzos, y más modernos Luis Guijarro “El Tata”, Jesús Pardo “El Parri” y otros muchos que siguen la tradición.
El cronista Mateo López (Basiliso Martínez) recordaba los tiempos en los que la vaquilla estuvo prohibida por el ministro La Cierva y cómo en esos años, tras la función religiosa en la Catedral, algún mozo atlético y fornido hacía “de vaquilla” y los restantes mozos corrían por la plaza como si fuese una vaca de verdad, sin que faltasen las botas de tinto. Recordaba a antiguos maromeros como los Casabones, los Cerrillos, los “Guiñas”, los “Guadañas” y los “Chinos” y otros personajes como Gabriel Hortelano, Ricardo Carrillo, Rufino Garay, José Merino, Leoncio Muñoz, Cleofás Medina, etc.
Luis Martínez falleció en junio de 2022 y el San Mateo pasado fue uno de los grandes ausentes como Antonio de Conca y Herminio CarrilloAquellos maromeros a veces dejaban que la vaca pasase por las vigas desatadas y hacerla correr por Carretería, dando algunos sustos. Y cómo no, el buen yantar de los tomates de Cuenca, las sardinas saladas y las patatas asadas. Lo típico era comer las gachas (como ahora con los concursos) y jerigota con mojama. La jerigota es un pisto de Albarracín.
Citando a tantos personajes, es justo recordar a Luis Martínez López, vaquillero y turbo, que siempre andaba cerca de las cuadras junto a su hermano Paco “el herrero” (cocinero que fue de la Peña “El Mandil”, que hizo la forja de la puerta de la capilla de San Mateo. Luis, con sus gafillas que todo lo veían, falleció en junio de 2022, unos meses después que su hermano, y en San Mateo pasado fue uno de los grandes ausentes, como algunos más, y poco recordado. Aquí dejamos constancia de su conquensismo con las tradiciones de la ciudad.
DE CONCA Y HERMINIO
Y entre tanto nombre propio de la Vaquilla, ausentes en muchos casos porque se fueron “al azul de las estrellas” más recientemente, no podemos olvidarnos del gran Antonio de Conca (Antonio Moreno), impulsor de la fiesta durante muchos años, y presidente de las Peñas Mateas, así como Herminio Carrillo “Tiruraina”, el gran ausente de la edición de 2023, con su música, su Pregón de 2013 y su “Jota de la Vaquilla de San Mateo”, además de su omnipresente presencia en las tardes y mañanas mateas. Se le rinde homenaje por iniciativa del presidente de las Peñas Mateas, Mario Pinós Quejido, extendido a su hijo Herminiete, fallecido dos semanas antes que su padre, el gran protagonista de los “sanmateos” del siglo XXI.
Personajes todos, sin duda, que forman parte de la amplia historia de la Vaquilla de la Reconquista de Cuenca.