En el año 1993, un grupo de unos veinticinco padres de personas con discapacidad intelectual que se conocían del Colegio de Educación Especial Infanta Elena decide crear la Asociación pro minusválidos psíquicos de Cuenca, Apromips, fundada para cubrir la ausencia de un centro especializado en la atención a discapacitados intelectuales gravemente afectados de Cuenca.
Así lo recuerda su actual presidente, Elías Martínez, para quien, 25 años después, esta asociación se encuentra “en un punto extraordinario, en camino de lograr que los chicos tengan una inclusión en la sociedad”. El objetivo es, afirma, “que sean vistos” porque las personas con discapacidad intelectual gravemente afectadas son, a su juicio, “los grandes olvidados de la discapacidad”.
Desde hace un cuarto de siglo, Apromips dirige todos sus esfuerzos a proporcionar a sus usuarios “una mejor calidad de vida y que esta sea lo más digna posible”, espeta Martínez, para quien “se está consiguiendo mucho en cuanto a reconocimiento y sensibilización por parte tanto de la sociedad como de las administraciones”.
La evolución “ha sido muy costosa y muy lenta”, asevera, para, a continuación, recordar que empezó con un centro de día para pasar a convertirse en vivienda tutelada y, con posterioridad, residencia.
“Realmente hay pocos apoyos”, admite el presidente de Apromips, por lo que, de no ser por la ayuda de la administración, principalmente la Consejería de Bienestar Social y Diputación Provincial de Cuenca, Apromips no podría sobrevivir, aunque, de momento, va superando todos los desafíos.
25 aniversario
Para celebrarlo, se han programado una serie de actividades a lo largo de todo el año que han incluido un roscón solidario elaborado el pasado mes de enero con motivo de la Navidad y Reyes y una fiesta de carnaval de hermandad con otras asociaciones de la capital.
A ello se unirá, el 14 de abril, un acto de visibilización que tendrá lugar en el transcurso del derbi regional de balonmano entre el BM Ciudad Encantada y el BM Guadalajara.
Al inicio del partido, los jugadores de ambas plantillas irán acompañados por un usuario de Apromips al saltar al campo.
Para más adelante también hay programada una convivencia familiar que tendrá lugar en mayo en el albergue de la Fuente de las Tablas y unas vacaciones a la playa en verano.
Con todo, la jornada central de esta importante efeméride está prevista para el último trimestre de este año o el primer trimestre de 2019 e incluirá una comida familiar y un acto institucional que servirá de reconocimiento tanto a las administraciones como a todas aquellas personas que han colaborado con Apromips a lo largo de todos estos años.
Un acto para el que Apromips ha solicitado colaboración a todas las administraciones con presencia en la ciudad.
Retos de futuro
Por lo que se refiere al futuro, el presidente de Apromips, Elías Martínez, lo afronta con optimismo, fijándose como principales objetivos el continuar trabajando por la integración en la sociedad de las personas con discapacidad intelectual.
“Seguir integrándolas y que la sociedad cada día los acoja más y los acepte como son, además de seguir dándoles visibilidad y que tengan una calidad de vida plena”, resume Martínez.
Y es que, aunque Apromips “tiene un nombre en Cuenca y fuera de Cuenca”, la organización nunca descansa ni ceja en su empeño por estar más presente en la sociedad conquense y, a ser posible, también en la castellanomanchega con el fin de que se le “conozca más”.
Ubicado en la carretera de Guadajalara, su Centro de Atención Integral a Personas con Discapacidad Intelectual o del Desarrollo atiende actualmente a un total de 37 personas aquejadas de patologías muy diversas que van desde crisis convulsivas a retraso mental severo, entre muchas otras, según relata Elías Martínez, quien destaca cómo habitualmente los residentes tienen varias patologías asociadas.
Todos ellos son discapacitados intelectuales o del desarrollo gravemente afectados, con un grado mínimo de discapacidad del 85% que puede llegar al cien por ciento, y que llegan al centro derivados por Bienestar Social en función de una baremación.
Una vez en el Centro de Atención a Personas con Discapacidad Intelectual (CADIG), todos tienen garantizada una atención integral gracias a la asistencia que les prestan un trabajador social, un fisioterapeuta, cuatro educadores y los cuidadores de la residencia.
Al frente del equipo, Ana Cabo, para quien la razón de ser de Apromips es “intentar mejorar el día a día de los usuarios para que puedan tener un proyecto de vida como cualquier persona”.
En este CADIG conviven enfermos de entre 20 y 73 años (más de la mitad, mayores de 45 años), que se benefician de su servicio de residencia y atención sanitaria, educativa, terapéutica, psicológica “para cubrir todas sus necesidades”.
Tras reconocer que estos usuarios tienen “muchísimas necesidades tanto de profesionales cualificados, como de material y de subvenciones”, Cabo detalla algunos de los programas que se desarrollan en este centro, entre los que destacan los de hidroterapia, hipoterapia, canoterapia, habilidades comunicativas o educación física, programas que tienen un coste elevado y cuya continuidad en la terapia “es lo que hace que sean efectivos”.
Junto a ello, cada uno de los técnicos desempeña diferentes proyectos como el de estimulación multisensorial, el de ocio y tiempo libre o el de habilidades comunicativas y motrices.
De esta forma, se llevan a cabo tareas de sensibilización, pero también actividades “gratificantes” como ir al cine, al circo o hacer una excursión.
Los residentes disfrutan de salidas diarias y de celebraciones más “especiales” como Semana Santa o San Mateo ya que, insisten ambos, Apromips quiere que los conquenses “les vean, conozcan sus necesidades y se sensibilicen con los problemas que tienen en el día a día”.