El 21 de septiembre de 2009 publiqué un artículo titulado “Aportación artística” en referencia a la aportación de los pintores, ceramistas, escultores y todas las artes creativas, en torno a la secular fiesta de la Vaquilla de San Mateo y a la figura del rey conquistador, Alfonso VIII, al que tuve una agradable respuesta días más tarde, por parte del pintor y entonces presidente de la RACAL, Víctor de la Vega, con unas letras escritas en un tarjetón, en el que nuestro genial artista fallecido cinco años después, dibujaba con su ya temblorosa mano, la figura del Rey Alfonso VIII, “Alfonso Nuestro Sr., aguantando el frío de enero del año 1177”. Dibujo inédito que hoy sacamos a la luz en memoria de quien tantas veces pintó y dibujó al Rey conquistador de Cuenca. El artículo en cuestión decía así:
“Cuando las peñas de San Mateo desfilan durante los cuatro días festivos hacia la Plaza Mayor, serpenteando las cuestas de la Audiencia y de la puerta de San Juan, queda a un lado, olvidado de la jarana, en su soledad de paraje poético, propio para la lectura reposada, el Jardín del Escardillo, donde en su fuente de dos chorrillos está situado un bajorrelieve que lleva la firma de Marco Pérez, en la que aparece en piedra cincelada una imagen de la Conquista de Cuenca, con el rey Alfonso VIII a caballo y la espada victoriosa, que bien mereciera en el desfile inicial una pequeña ofrenda floral.
Cuenta la ciudad con algunos testimonios artísticos (entre ellos esta obra de Luis Marco, en la fuente del Escardillo), que avalan el recuerdo de aquel 21 de septiembre de 1177 (…) Además de esta aportación de Marco Pérez a la fiesta más popular de Cuenca, otras obras merecen la pena resaltarse como un gran cuadro del pintor López Chuts, que ocupa una amplia pared de las escaleras interiores de la Diputación Provincial, así como el mural pictórico de Víctor de la Vega en la propia Diputación, en la que el Rey Alfonso VIII preside un retablo en el que se dan cita numerosos personajes de la historia de Cuenca.
El propio Víctor de la Vega –uno de los autores más prolíficos en torno a la Conquista de Cuenca y a la figura de Alfonso VIII y su esposa Leonor de Plantagenet— dejó en el Instituto Alfonso VIII otro artístico mural en el que el monarca castellano es protagonista, amén de sus dibujos y portada en el libro “El Fuero de Cuenca” del profesor de latín, Alfredo Valmaña Vicente.
En el DVD de 2006 y en la revista “La Vaquilla”, que se editó ese año, incluimos dos dibujos entonces inéditos de Víctor, que bien merecieran salir a la luz en su próxima exposición antológica de homenaje. “Se trata de un dibujo de carácter monumental en el que el rey se asienta sobre una cingle de riscas, que a su vez son el sitial, el trono telúrico del Rey Alfonso VIII, que sentado mira orgulloso sobre la ciudad conquistada”.
El segundo dibujo retrata a Leonor de Plantagenet, la esposa de Alfonso VIII (la gran olvidada de Cuenca, como muy oportuna y acertadamente ha recordado José Luis Muñoz). “En el dibujo –relataba De la Vega— represento a Doña Leonor visitando las obras de la Catedral con su hijo nacido en Cuenca. Aparece en el Triforio, que es una de las obras más espectaculares en la arquitectura del gótico español”.
En la iglesia de San Esteban, entrando por la izquierda, se puede contemplar un cuadro del joven rey conquistador a caballo. En el hotel Alfonso VIII, figura igualmente en la pared lateral, junto a la puerta, un relieve en piedra del escultor Martínez Bueno, y en el cercano Palacio de la Diputación, la escultura en bronce de Miguel Zapata en la que el arraez moro Abu Beka entrega al rey las llaves de la ciudad; a esta escultura se suma ahora la estatua ecuestre de Javier Barrios, inaugurada el pasado 13 de septiembre en la plaza Obispo Valero. Otros muchos proyectos se han quedado en el camino.
El librito “Alfonso VIII y la Fiesta de San Mateo”, de Jesús Moya Pinedo, recoge una serie de dibujos que simbolizan la visión de la fiesta de pintores como Lorenzo Goñi, Fernando Zóbel, Óscar Pinar, Luis Buendía, Alfonso Medina, Nicolás Mateo Sahuquillo, Kozo Okano, José María Lillo, Luis Carretero, Miguel Muñoz, Carlos Pérez, Miguel Ángel Moset, Florencio Garrido, Amancio Contreras y Bonifacio Alfonso, a los que han seguido en otras publicaciones Pedro Romero Sequí, Emilio Morales, Luis Calvo, Tomás Bux… amén de otros jóvenes autores más recientes.
Sin olvidarnos de la obra en cerámica de Pedro Mercedes sobre La Conquista de Cuenca, en su alfar, y de algunas piezas puntuales de Adrián Navarro.
En suma, la fiesta más popular de Cuenca no ha sido nada ajena al mundo artístico conquense, que debe ir dejando constancia de tan rico acervo histórico para la ciudad”.
ALFONSO VIII PASANDO FRÍO
Al hilo de este artículo, Víctor de la Vega resaltaba en su misiva con el dibujo del rey Alfonso VIII “aguantando el invierno conquense”, estas notas que hoy saco a la luz: “Quiero felicitarte por tu defensa de la verdad en tus escritos. Me refiero, querido amigo, a tu crónica de hace 2 o 3 días, a través de la cual dejas muy claro que Don Alfonso el VIII (o Noveno según se mirara: si desde Castilla o de León) ha venido siendo reflejado en el mundo plástico desde el cuadro de don Benito López Chuts, de primeros del S. XX y que está en las escaleras de la Diputación frente a mi mural donde nuestro Rey ocupa el centro geométrico de la composición. Y no sigo hablando de mi obra (que tú conoces tan bien).
J.V. Avila, te dedico el dibujete con cariño pidiéndote perdón por la letra (odiosa) de un enfermo de Parkynson. Recuerdos a tu madre. Víctor de la Vega, otoño 2009”.
Agradecimiento sin duda y recuerdo a mi admirado Víctor de la Vega, con quien tantas cosas compartí en la Hermandad de San Isidro, que presidió, y sobre todo su participación altruista al dibujar para la Revista municipal de “La Vaquilla 2006” --que montó por cierto Álvaro Velayos, con varios colaboradores— las figuras reales de Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet, que le solicité y realizó en breve tiempo, pese a las dolencias que el profesor laureado ya padecía. Aquí queda para el recuerdo de esa “aportación artística”, que es común para todos los que han dejado su huella en el arte plástico de esta celebración conquense.
