El colectivo de las personas sordas no es homogéneo y presenta una gran diversidad según sus características individuales por lo que su forma de comunicarse también es variada. Algunos pueden hacerlo con la modalidad oral-auditiva –puede que ayudados por diversos artículos de apoyo para este tipo de discapacidad– aunque en otros casos la mejor opción es la visual-gestual por medio de la lengua de signos mientras que otros combinan ambas opciones. Precisamente proteger y transmitir la lengua de signos de generación en generación es uno de los objetivos que persigue la Asociación Cultural de Sordos de Cuenca (ACSOC), que trabaja en el proyecto ‘Taller de concienciación y de difusión de lengua de signos española’, que está previsto que beneficie a un centenar de personas y arranque en noviembre.
Coincidiendo con la celebración de la Semana Internacional de las Personas Sordas, que se conmemora cada año en torno al último sábado del mes de septiembre, desde el colectivo aprovechan para reivindicar la difusión de la lengua de signos, principal seña de identidad cultural de las personas sordas, y romper barreras de comunicación en la sociedad.
A lo largo de estos siete días, hay dos fechas destacadas: este viernes 23, cuando se conmemora el Día Internacional de las Lenguas de Signos, y este sábado 24, Día Internacional de las Personas Sordas, jornada en la que está previsto que, en la ciudad de Cuenca, la Torre de Mangana y el Palacio de la Diputación Provincial luzcan de color azul turquesa, que identifica a este colectivo.
ELIMINAR BARRERAS
“Que se conozca la lengua de signos es tan importante para nosotros como para otras personas con discapacidad la eliminación de barreras”, apunta Carlos Antonio Escudero Malo, representante de ACSOC, que cuenta con una veintena de personas asociadas.
Y pretenden contribuir a ello a través del proyecto de ‘Taller de concienciación y de difusión de lengua de signos española’, por el que la Asociación Cultural de Sordos de Cuenca ha recibido el apoyo de la Fundación ‘la Caixa’, a través de CaixaBank, con una aportación de 4.000 euros.
Estos talleres están abiertos a cualquier persona interesada en aprender la lengua de signos con el fin de que se pueda establecer una comunicación entre una persona sorda y una oyente aunque desde la asociación hacen un especial llamamiento a su participación a estudiantes de Trabajo Social. Tendrán una duración de unas 30 horas y su intención es que se puedan desarrollar en alguna dependencia municipal como el Centro Joven.
El colectivo ya tiene experiencia en este tipo de cursos dado que suelen desarrollar unos cinco o seis talleres anuales con el fin de difundir la cultura de las personas sordas y dar visibilidad a su lengua. Además de enseñar palabras básicas, también se dan unas normas de comunicación para dirigirse a alguien que tenga una discapacidad auditiva.
El proyecto también busca promover en los colegios e institutos de Cuenca talleres de comunicación en lengua de signos. De hecho, este año ya han estado en el IES San José y en las escuelas de verano, en este último caso acercando esta forma de comunicación a los más pequeños. “Lo primero, les damos un signo especial que representa el nombre de cada uno”, algo que les hace especial ilusión a los niños, cuenta Eva Pasarón Trujillo, trabajadora social de la asociación.
Por otro lado, el proyecto también plantea la creación de una Biblioteca de Lengua de Signos. El colectivo ya dispone de varios diccionarios pero pretende contar con más libros que estarían disponibles para las personas sordas y otras interesadas en aprender o mejorar sus conocimientos.
Intérpretes en los espacios públicos –la asociación cuenta con una profesional que acompaña a usarios a hacer gestiones–, bucles magnéticos en más lugares y mayor concienciación en el ámbito laboral a la hora de contratar a este colectivo son algunas de las reivindicaciones de la asociación, explica Escudero Malo, algo en lo que coincide también Gema Valiente Blasco, vicepresidenta de ACSOC. Un colectivo que este octubre cumplirá 42 años de vida en Cuenca luchando por lograr avances para las personas sordas.
Normas de comunicación: “No hace falta gritar y hay que mirar de frente”Es un clásico. Alguien se pone a hablar con una persona no oyente y no es que eleve la voz, es que directamente le chilla, algo que resulta inútil para comunicarse con aquellos que tienen pérdidas auditivas severas, además de que dificulta que el receptor pueda leerle los labios dado que desgañitarse hace perder expresión facial. En algunos casos sí puede ayudar levantar la voz pero “no hace falta gritar”, insiste Eva Pasarón Trujillo, trabajadora social de la Asociación Cultural de Sordos de Cuenca (ACSOC). “Tampoco se debe exagerar la vocalización y hay que mirar de frente”, añade esta profesional.
Por este motivo, en los talleres de lengua de signos que imparte este colectivo, además de las “palabras básicas”, también se enseñan ciertas normas de comunicación que ayudan a mejorar la conversación con personas sordas. Además de las citadas recomendaciones de no gritar, vocalizar de forma clara pero sin forzar y no dar la espalda al hablar, también se aconseja no dar información oral al tiempo que se está señalando algún estímulo visual, animándose a continuar la explicación cuando aquel que sufre una pérdida auditiva haya terminado de mirar el objeto mostrado.
Parece de sentido común, pero se debe hablar sin obstaculizar la boca con, por ejemplo, un bolígrafo, para que la persona sorda pueda leer los labios, recuerda la trabajadora social de ACSOC.
La información visual es fundamental para la persona sorda por lo que esta debe estar en una situación estratégica desde la que tenga una perspectiva general del espacio y que este esté bien iluminado. Si hay varias personas en la conversación, se aconseja colocarse en círculo ya que facilita una buena visibilidad.
No hablar ni muy deprisa ni muy despacio y utilizar frases cortas o sencillas son otras de las recomendaciones.
Además, hay que transmitir a la persona sorda cualquier otra información acústica del entorno más allá de las palabras como alarmas, timbres, cláxones y otros sonidos para que no quede excluida de los mensajes que se dirigen a una mayoría oyente.