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1925: Una Semana Santa ‘demasiado seria’, deslucida por el mal tiempo

Se cumple el centenario de la fundación de la cofradía de las Angustias, aunque distintas tallas ya desfilaban desde 1902
1925: Una Semana Santa ‘demasiado seria’, deslucida por el mal tiempo
20/04/2025 - José Vicente Ávila

En los comienzos del Siglo XX la Semana Santa de Cuenca amplió sus cortejos procesionales, que ya tenían cierta fama nacional con sus desfiles de Jueves y Viernes Santo, con la inclusión de la procesión del Silencio en 1905, y el aumento de “pasos” con sus respectivas hermandades en 1902 con la denominada procesión “Misterios desarrollados en el Calvario”, que con el paso de los años pasó a llamarse “En El Calvario”, pues con anterioridad sólo desfilaba el Cristo de la Luz (vulgo de los Espejos), y por ello preside esta procesión del mediodía de Viernes Santo.

Ese siglo XX se iba a convertir en un antes y después de la Cuenca nazarena, primero con la terrible guerra civil (1936-39) que destruyó prácticamente toda la imaginería –con alguna excepción– y segundo con la resplandeciente recuperación de la Semana Santa y de sus imágenes y grupos escultóricos, así como con la creación de los restantes desfiles –Ramos y Resurrección, Perdón y Vera Cruz– que conforman la Pasión según Cuenca, incluido el siglo XXI con el Duelo del Sábado Santo para llegar a la semana completa.

La ocasión nos reclama seguir indagando en la historia nazarena, en  este caso centenaria, para dar a conocer cómo eran los desfiles de 1925. En ese primer cuarto de siglo la Semana Santa conquense iba resplandeciendo con no pocos esfuerzos de los componentes de las hermandades y la siempre estimable ayuda del Ayuntamiento y sobre todo de la Cámara de Comercio, y desde la prensa local se animaba a mejorar los desfiles, el vestuario y el comportamiento en la calle, sobre todo de aquellos cofrades que entraban vestidos con sus túnicas en las tabernas.

 

LAS ANGUSTIAS: NUEVA HERMANDAD

Las fechas de la Semana Santa de 1925 eran del 5 al 12 de abril, pero dos meses antes surge la buena nueva de la creación de una hermandad, dedicada a una imagen que ya desfilaba el Viernes Santo, llevada por hermanos de la Soledad del Puente y de la Soledad de San Agustín: la Virgen de las Angustias. Incluso en las Concordias de 1902 se solicitó que la imagen fuese portada por hermanos de la Real Congregación de Esclavos del Santuario. El semanario “El Centro” se hacía eco de la noticia surgida el 4 de febrero:

 “Bajo la advocación de “Hermandad de Ntra. Señora de las Angustias” se ha constituido ésta en la iglesia de San Andrés Apóstol de esta ciudad, cuya imagen se venera en el referido templo y que es propiedad de los herederos de D. Sixto Rozas”, indicando que desfila en la procesión del Viernes Santo en El Calvario. En la nota de prensa se comunica que quienes deseen pertenecer a la nueva hermandad deben  inscribirse hasta el Domingo de Ramos, bien en el domicilio del señor Falero en la calle Alfonso VIII, 85 o en casa de D. Germán Olarieta, en Severo Catalina, 27, previo pago de tres pesetas. 

Se cumple en este 2025 el Centenario de la Cofradía de las Angustias, si bien la imagen ya desfilaba en la procesión “En El Calvario” desde 1902, primero con la valiosa talla de las Angustias de San Felipe, que se atribuía a Salzillo, pero que era de Isidro Carnicero Leguina, quien por cierto  colocó en sentido contrario la imagen de Jesús, distinta a la iconografía de la Virgen de las Angustias. A partir de 1904 empezó a desfilar la nueva imagen del escultor Tomás Marqués, encargada por Sixto Martínez-Rozas, quien no pudo ver la nueva talla al fallecer el 14 de febrero de ese año. Portada en unas pequeñas andas, era llevada por banceros de las hermandades de la Soledad del Puente y de la Soledad de San Agustín, hasta que en 1925 se fundó la Hermandad, que cambiaría su denominación a Real Cofradía en el período 1949-50.

 

CRISTO DE LA AGONÍA DE MORÓN

A esta noticia se añadía otra importante como lo era que la Hermandad del Santísimo Cristo de la Agonía iba a desfilar con una nueva imagen del Crucificado, imitación del Cristo de Limpias, regalado por el presbítero Rufino Morón, que la había encargado en noviembre de 1924 a los talleres de Tomás Marqués, en Barcelona. Sobre aquel grupo escultórico que desfiló durante doce Viernes Santos, y que fue destruido durante la incruenta guerra civil, publiqué un trabajo en “Diario de Cuenca” en el Extra de 1973, bajo el genérico título de “Valiosos documentos de la Hermandad del Cristo de la Agonía”, que trataba sobre la propiedad del Cristillo de Marfil, del traslado de San Andrés a El Salvador, de la incorporación de la Hermandad a la procesión “En El Calvario” y precisamente sobre el Cristo “de los Morones”, que desfiló por vez primera en 1925. 

Del documento publicado en 1973 recojo esta síntesis: “Rufino Morón Alonso, presbítero, sacristán mayor de la Santa Iglesia Catedral Basílica y hermano de la Cofradía fundada en 1715, y a la cual pertenece desde el 15 de mayo de 1865, manifiesta: Que  desde los primeros años de su fundación aparece como miembro de dicha Hermandad su bisabuelo Pedro Morón, a quien hasta el presente, y sin interrupción de ninguna clase, han ido sucediendo como hermanos todos los individuos de su familia, habiendo transcurrido cinco generaciones (…) Por estas razones y teniendo en cuenta que desde 1902 toma parte esta Venerable Hermandad en la procesión que se titula “En El Calvario”, y en la cual es representada por una imagen del Santísimo Cristo, tallada en marfil y que en relación con las demás imágenes de la expresada procesión resultaba pequeña (…)

Explicaba Rufino Morón que llevaba algunos años con la idea de encargar una imagen de tamaño natural y por ello el 7 de noviembre encargó la “preciosa imagen del Crucificado” en los talleres de don Tomás Marqués Cassola, de Barcelona, “quien interpretando fielmente los deseos del que suscribe ha tallado un preciosísimo Santo Cristo, imitación del milagroso de Limpias, quedando altamente satisfechos todos mis queridos hermanos de la cofradía (…)

La Hermandad regaló a su vez al presbítero Morón el Santo Cristo pequeño, que a su vez lo donó a la Catedral de la que era sacristán, colocándolo en la Capilla de Nuestra Señora del Socorro. La nueva imagen del Cristo de la Agonía fue bendecida en la tarde del Domingo de Ramos, 5 de abril, por el obispo Laplana. En las líneas finales del documento señalaba Morón  que la nueva imagen “salió por vez primera el Viernes Santo 10 de abril en la respetable procesión “En El Calvario”. Por último declaro en 17 de mayo, por ser la festividad de nuestro Santísimo Cristo, que es mi propósito legar dicha imagen a la Venerable Hermandad, mientras ésta exista, y si algún día ésta (Dios no lo quiera), se disolviese, entonces quedará en propiedad de la parroquia de El Salvador”. 

La Hermandad cumplió 300 años en 2015 y desgraciadamente el Cristo de Morón, con San Juan, la Virgen y la Magdalena, quedó destruido en la fratricida guerra civil. Desde la procesión eterna del azul de las estrellas, Rufino Morón contemplará el “paso” del Cristo de la Agonía, de Coullaut Valera, precedido de la pequeña imagen del Cristillo de marfil.

Junto a las informaciones de la prensa local, un tanto escasas por cierto las nazarenas, sorprendió a los conquenses y visitantes la edición de postales anunciando la Semana Santa de Cuenca de 1925, con el añadido de “Grandes Fiestas”, obra del reconocido ilustrador y dibujante Ricardo Pérez Compans, en el que aparece un Cristo en andas entre capuces –quizá el Cristo de los Espejos–, y el rostro ladeado de una mujer con vestido de serrana y el escudo de Cuenca. Podría pensarse que era un cartel, pero en aquella época no se solían hacer, excepto en las corridas de toros y en la feria de San Julián. 

Precisamente en la Comisión Municipal Permanente de los primeros días de abril el Ayuntamiento que presidía el alcalde Cayo Conversa acordó, entre otros asuntos, encargar al señor Compans mil tarjetas de propaganda de Semana Santa por un coste de 125 pesetas, así como la adquisición de ornamentos sagrados para el culto de la ermita de San Antón, que como es sabido es de titularidad municipal. Para valorar el importe de las mil tarjetas ponemos como ejemplo que la Comisión acordó también adquirir doce toallas para la Casa de Socorro a la tienda de Díaz por 60 pesetas. No se cita cartelería.

Esta postal de Ricardo Pérez Compans (nacido en Zaragoza en 1893), se repitió cambiando el año en programas de la Semana Santa de Cuenca de los años 1931 y 1940, como bien recoge el investigador Javier Chaler en su amplio y documentado trabajo sobre “El cartel de Semana Santa en Cuenca, 1941-2023”. Fue portada del programa de 1925, editado por el Ayuntamiento y la Cámara Oficial de Comercio. Pérez Compans había realizado la portada de la famosa Guía de Cuenca de 1923 y publicó decenas de dibujos y caricaturas en “El Día de Cuenca”, publicando el librito “Caras conocidas de Cuenca, 1925-1929”, que consta de 160 retratos, entre otras obras. 

 

PROCESIONES DE 1925

La programación de procesiones de la Semana Santa de hace un siglo, en las que participaron la Banda Militar del Regimiento Saboya y la Banda Municipal de Música de Cuenca, “que como costumbre asistirá a todas ellas”, fue como sigue, con las imágenes citadas en los programas de prensa con sus itinerarios:

 

Miércoles Santo: Procesión del Silencio, que cumplía 20 años. A las ocho de la tarde parte de San Esteban compuesta de los siguientes pasos: Oración del Huerto, Beso de Judas, Injurias, Ecce-Homo, Negación de San Pedro y San Juan y la Santísima Virgen. Desde San Esteban (antigua iglesia de San Francisco) el cortejo desfilaba por Mariano Catalina (Carretería), Calderón de la Barca, Cardenal Payá, Palafox, General Lasso, Andrés de Cabrera, Alfonso VIII y Plaza Mayor y regresar por las mismas calles del Casco Antiguo para seguir por el Peso, Solera, Plaza del Salvador, San Vicente, Alonso de Ojeda y Quince de Julio para retornar a San Esteban.w

Jueves Santo: Procesión de Paz y Caridad. Se ordena en la ermita de San Antonio Abad y sale a las cuatro y media de la tarde con estos pasos: Jesús en el Huerto, Jesús en la Columna, Jesús con la Caña, Ecce-Homo, Jesús con la Cruz, Santísimo Cristo de Paz y Caridad y Nuestra Señora de la Soledad. Tras su salida de la ermita del puente de San Antón, seguía por Cardenal Payá, Palafox, General Lasso, Andrés de Cabrera, Alfonso VIII y Plaza Mayor, regresando igualmente por la calle del Peso, con el mismo recorrido de la procesión del Silencio para seguir por Mariano Catalina, Calderón de la Barca y Cardenal Payá y encerrarse en la referida ermita de San Antón. En esta procesión resaltaba sobre todos los “pasos” el Ecce-Homo, calificado entonces como “la más notable escultura de las procesiones de Cuenca”.

 

Viernes Santo: Procesión Camino del Calvario. Sale a las seis de la mañana de la iglesia de El Salvador con las imágenes de Jesús con la Cruz, La Verónica, San Juan Evangelista y la Soledad, para desfilar por las calles de San Vicente, Alonso de Ojeda, Quince de Julio (actual de las Torres), Mariano Catalina, Calderón de la Barca, Cardenal Payá, Palafox, General Lasso, Andrés de Cabrera, Alfonso VIII y Plaza Mayor y regresar por las mismas calles del Casco Antiguo para descender por el Peso, Solera y Plaza del Salvador.

(En ninguno de los programas de prensa se cita a las turbas, pero sin embargo en la publicación muy bien editada por la Cámara Oficial de Comercio e Industria de la Provincia de Cuenca, de 180 páginas incluidos los anuncios, se escribe que “es típico de ella la banda de destemplados tambores y estridentes clarines que en son de mofa precede al Jesús Nazareno; por ello, por la hora riente de estos amaneceres de primavera temprana, hace fuerte contraste la unción de los devotos con el jolgorio pseudo judaico de la banda”.

Tras explicar el origen de las imágenes desde el antiguo convento de San Agustín y las túnicas moradas de las tres hermandades y los capuces de terciopelo morado, verde y negro, el texto de ese programa de 1925 que luego se repetiría otros años, explica ese contraste de la procesión de la madrugada: “Entre el resoli, los obsequios de los hermanos mayores y el picante sol mañanero hacen que el final de la procesión sea movido y más alegre que el que corresponde a las tristuras litúrgicas del día. La impresión placentera de esta alegre mañana abrileña perdura largo rato. La rumbosa Hermandad de Jesús Nazareno procura que esas sensaciones jocundas se prolonguen unas horas”. (Nada nuevo bajo el sol, corregido y aumentado un siglo después).

Procesión En el Calvario: A las diez de la mañana, y de la iglesia de El Salvador sale con algunas imágenes y luego se completa con las de San Esteban, con los pasos de la Crucifixión, Exaltación, Agonía (nuevo este año), Cristo de la Luz, Descendimiento y Ntra. Sra. de las Angustias. Realiza el mismo recorrido que el cortejo de la madrugada, con esa parada en San Esteban para completar la procesión, ascendiendo al Casco Antiguo por Palafox y Alfonso VIII hasta la Plaza Mayor. El descenso lo hace girando por la calle del Peso para dejar las imágenes de El Salvador y finalizar con el resto en San Francisco-San Esteban. La novedad es la imagen del Cristo de la Agonía y que los nuevos hermanos de las Angustias ya pueden portar la imagen regalada por Sixto Martínez-Rozas.

Santo Entierro: En la referencia de “El Día” se escribe que “se compone de dos pasos: un lujoso Sepulcro, donde yace una imagen de Jesús difunto y el otro una cruz con el sudario y puesta en ella sus ojos llorosos y como si estuviera en éxtasis, una Virgen de la Soledad arrodillada”. Aunque el recorrido programado era el de ascender a la Plaza Mayor, a partir de las cinco de la tarde, desde El Salvador por la calle del Peso y Alfonso VIII, finalmente se cambió el recorrido descendiendo hasta Carretería (calle Mariano Catalina) y ascendiendo a la parte alta por Cardenal Payá (Trinidad) y Palafox hasta la Plaza y entrar en la Catedral, para regresar a la parroquia de salida por la calle del Peso. Precisamente se suscitó una polémica por el deseo de los caballeros del Santo Entierro de cobrar un estipendio por desfilar por el centro de la ciudad. Se impuso la cordura y los ciudadanos agradecieron que el Santo Entierro ampliase su recorrido.

LLUVIA, FRÍO Y PROCESIONES

En el resumen sobre la Semana Santa se puede leer en “El Día de Cuenca”: “El tiempo de lluvias y frío ha deslucido este año las tradicionales procesiones de la Semana de Pasión y ha retenido en los pueblos las gentes que pensaran venir. Aquéllas se han celebrado con la solemnidad acostumbrada, asistiendo las Bandas de música de Saboya y la Municipal. La procesión del Santo Entierro, que recorrió Carretería, resultó de gran lucimiento, siendo presenciada por un gentío inmenso. Fue presidida por el prelado, el gobernador civil, el alcalde y el coronel señor Albornoz”.

Señala la nota que los oficios en la Catedral y la visita a los monumentos, sobre todo el Jueves Santo, resultaron muy concurridos a pesar de la lluvia. Sobre la novedad procesional del Cristo de la Agonía se publica: “El nuevo paso que figuró en la procesión de las once, del Viernes Santo, regalo de un sacerdote, original del escultor Marqués, de Barcelona, es un Cristo de gran tamaño, reproducción del de Limpias, al que acompañan la Virgen y San Juan”. Concluye la nota con esta reflexión:

“Ha sido una Semana Santa demasiado seria. Unos días abrileños sin sol, sin flores, y sin muchachas con mantilla. Procesiones de Castilla lloviendo… frío y meditación”. (Y eso que en casa de Chamón vendían un variado surtido de peinetas para mantillas. Vendieron paraguas).

 En “La Voz de Cuenca” se dice: “Pasaron ya los días tan señalados de Jueves y Viernes Santo, días consagrados por la iglesia a la conmemoración del drama de la Pasión del Redentor del mundo, que tuvo su sangriento y terrible epílogo en el monte Calvario. El tiempo ha deslucido el desfile de las cofradías por las calles de nuestra ciudad. A pesar de la lluvia pertinaz y el intenso frío, han concurrido muchos forasteros, sobre todo de Madrid, ávidos de presenciar nuestras renombradas procesiones”. (Algunos datos procedentes de la hemeroteca del Patrimonio Digital de Castilla-La Mancha).

 

“TENEMOS UN LAUREADO ESCULTOR”

Al hilo de lo presenciado, no faltan sugerencias e incluso se piensa en el escultor conquense Luis Marco Pérez, que va consiguiendo sus primeros éxitos: “Es preciso para otro año preparar con tiempo la propaganda, principalmente en la Corte, propaganda que ha de proporcionarnos un buen contingente de turistas. Y es preciso, además, que las cofradías se estimulen en ofrecer alguna novedad, pues todo el mundo echa de ver la falta de iniciativas en lo que a las procesiones se refiere”.

Las interrogantes se suceden: “¿Por qué no se organiza para el próximo venidero año una pequeña tropa de romanos? ¿Por qué no encargan las cofradías la construcción de los pasos a algún escultor de mérito? Precisamente vive entre nosotros un laureado escultor, paisano nuestro, cuyo excelso arte sabrá plasmar en mármol o en madera las admirables escenas de la Pasión. Esto mismo han hecho Huesca, Cartagena y otras poblaciones, celosas de la celebridad de sus procesiones y eso mismo debemos hacer aquí, si queremos conservar el rasgo de las nuestras”. (El primer paso de Marco Pérez fue la Santa Cena sin policromar cinco años después).

En La Voz de Cuenca también se puede  leer en un “suelto” que “en estos días de Semana Santa hemos tenido el gusto de saludar a infinidad de turistas que llegaron a nuestra capital con el exclusivo objeto de presenciar los desfiles de nuestras colosales procesiones y entre ellos recordamos a los señores de Gamazo (don Valentín, abogado madrileño), sobrinos del expresidente del Consejo de Ministros y gran estadista, D. Antonio Maura”, que tiene calle en Cuenca desde el año 1950, en lo que se conocía como camino de la Resinera y molino de la Noguera.

También se cita el importante papel de las dos Bandas de Música que desfilaron entre el frío y la lluvia. “El Día” dedica un suelto a la Banda Militar de Saboya “que dirige el ilustrado director Tomás Romo”, que el sábado se marchó en el tren de las seis, siendo muy felicitada por su brillante actuación. En la sesión  municipal del lunes de pascua se acuerda pagar los gastos ocasionados por la Banda del Regimiento, pero no se menciona la cantidad. Al margen de los desfiles, y al no contar aún con plaza de toros por el hundimiento de la de Caballer, el gran atractivo de los días de Pascua eran los partidos de fútbol entre la Cultural Deportiva Conquense y equipos madrileños, que venían en el tren con más de cinco horas de trayecto.

 

LA VIRGEN DE LA LUZ, EL 17 DE MAYO

En aquella primavera conquense de 1925, antes y después de la Semana Santa abrileña, era noticia el encargo al joven escultor Marco Pérez de una estatua para don Lucas Aguirre y del monumento a los soldados caídos en África, para lo que se abrieron sendas suscripciones. El alcalde Conversa quería que se terminase el cerramiento del Parque de Canalejas y concluir el kiosco; un nuevo grupo escolar, la plaza de Abastos y el teatro de La Fraternal. La gran novedad es que al ayuntamiento llegaban las primeras concejalas en la historia municipal de Cuenca: Julia Ochoa (que también fue la primera diputada provincial junto a Carlota González, condesa de Retamoso) y Rosa García. 

¡Ah! y la novena de la Virgen de la Luz se celebró del 9 al 17 de mayo, como parece que era costumbre, en lugar del 1 de junio, predicando el magistral de la Catedral, José Merino, y en la fiesta de la Patrona, el 17 de mayo, se celebraron los solemnes cultos en la ermita de San Antón y no faltó la actuación de la Banda Municipal de Música, que era el recurso más socorrido en la ciudad… Y ahí lo dejo.