Gómez Buendía reabre el debate sobre el futuro del tren convencional al abogar por su supresión
La ministra de Fomento en funciones, Ana Pastor, anunció en una reciente visita a Cuenca, que tuvo lugar el 7 de marzo, la creación de un grupo de trabajo del que formarían parte representantes del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) y del Ayuntamiento y cuyo objetivo sería confeccionar un plan para sacar las vías del tren convencional del centro de la ciudad y recuperar para la ciudadanía el espacio que ocupan en la actualidad, en torno a 20 hectáreas.
Algo más de un mes después, no se tiene constancia de que haya habido nuevas reuniones para abordar este asunto, pero el pasado martes, en rueda de prensa, el portavoz del equipo municipal en el Ayuntamiento, José Ángel Gómez Buendía, cifró en 80 millones de euros el coste que supondría bien soterrar las vías a su paso por el centro de la ciudad, bien desviarlas para reubicar la estación en otra zona, que por lógica debería ser el entorno de la estación Fernando Zóbel.
“No creo que vayan a venir aquí Adif o el Ministerio a darnos ese dinero por el capricho de una ciudad de 50.000 habitantes”, opinó, añadiendo que “con ese dinero podríamos montar cien fábricas de 3.000 trabajadores”.
El día en que se anunció la creación del grupo de trabajo en ningún momento se habló de la posibilidad de que el tren acabara desapareciendo, aunque tampoco es que se defendiera su supervivencia. La ministra se limitó a responder que todavía no se había determinado si la estación del tren se trasladaría a las inmediaciones de la del AVE. Sí dejó claro que, en lo que sí que había unanimidad, es en que la vía del tren convencional “rompe la ciudad en dos partes” y ese espacio se debe “recuperar para hacer más ciudad”.
Pero el portavoz del equipo municipal va más allá y, al tiempo que entiende que ese terreno “inmenso” que quedaría libre con la retirada de las vías le vendría “de perlas” a la ciudad, considera que es necesario “ponerle el cascabel al gato y tomar decisiones”, algo que “parece que a todos nos da miedo tomar”. Y entre esas decisiones apunta a la de suprimir la línea de tren convencional, “que no la utiliza nadie. Yo me la cruzo a las seis o siete de la mañana y veo la cabeza del maquinista y poco más”.
Reconoce que su supresión afectaría a poblaciones por las que el tren discurre como “Huete o Chillarón”, pero cree que a esas localidades se les podría dar “otras soluciones, con otro tipo de servicio público”, como por ejemplo podría ser un servicio de autobuses.
“Entiendo que a dos, tres o mil personas no les gustaría esto, pero hay que ver la eficiencia, y decidir si queremos seguir siendo ciudad de quinta o de ser de primera alguna vez”, señala.
De desaparecer el tren convencional, Gómez Buendía entiende que la partida que en la actualidad Hacienda destina a subvencionar esta línea el Ministerio la podría destinar a subvencionar la línea del AVE con el objetivo de ofrecer billetes algo más económicos a los viajeros.
“El billete ahora puede ser caro o no según cómo vayas, pero con una familia de cuatro o cinco personas sale bastante caro para un viaje. Y mientras se subvencione la línea convencional, subvenciones paralelas no va a haber”, apunta.