Día 12. Es jueves aunque eso no importe demasiado en cuarentena. Enfilamos hacia el ecuador del confinamiento de, al menos, un mes que nos espera para intentar despistar a la COVID-19. Amanece en Cuenca un día soleado que parece que se burla de todos nosotros aunque la verdad es que engaña y fuera hace más bien frío y trae algo de consuelo pensar que la jornada tampoco invitaría mucho a salir en otras circunstancias. La ciudad continúa con un silencio sepulcral y cada vez se ven menos colas a las puertas de los establecimientos y menos compras de las del fin del mundo, aunque todavía se ve un constante goteo de personas por algunas calles.
Los coches escasean un día más aunque este jueves se han echado a la calle varios tractores de la mano de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA), que está colaborando con el Ayuntamiento de Cuenca en la desinfección de las vías públicas en este momento de emergencia sanitaria. La policía también da vueltas para vigilar que se respeta el confinamiento.
A la tercera va la vencida. Después de pasar por tres farmacias, encontramos por fin una en la que todavía quedan termómetros. Desinfectantes y soluciones hidroalcohólicas son más fáciles de comprar aunque mascarillas y guantes son como las meigas o el polvo de unicornio.
“Ha habido mucho movimiento estos días en la farmacia, hasta ayer. Hoy se ha notado ya que hay menos gente”, cuentan desde la botica Laura Garrido Martínez. “Parece que ya les da miedo al ver que suben los casos”, reflexionan. De hecho, la provincia de Cuenca suma ya 177 positivos y 27 fallecidos por este tipo de coronavirus (este miércoles había 172 casos y 22 muertes).
“Mejor paga con tarjeta, que no llevas guantes”, dice el personal farmacéutico detrás del mostrador y separado de la clientela por una mampara que instalaron este mismo miércoles.
“Me ha llamado la atención que tanta gente no tuviera termómetro en casa. Es de primeros auxilios. Termómetro, alcohol, agua oxigenada…”, subrayan, aunque a ellos tampoco les quedan estos pequeños artefactos tan valiosos ahora porque miden la temperatura y determinan si hay fiebre, uno de los síntomas de la COVID-19.
En otra farmacia, en la que han improvisado una pequeña mampara casera, se quejan del “caos” de estos días. “Estamos olvidados de la mano de dios”, protestan, hablando de la falta de material de protección y asegurando que se están requisando algunos medicamentos y productos como el alcohol. “Pero seguimos aquí, intentando ayudar a la gente”, añaden.
En lo que coinciden las farmacias consultadas es en que mascarillas ya no había mucho antes del estado de alarma. Al principio de todo, en la Prehistoria de esta pandemia global, cuando la situación era crítica en China, se mandaron gran parte de las que había en España al país asiático.
En la calle, personas que pasean al perro y gente con bolsas y carros de la compra que camina deprisa, sin detenerse. Aunque también hay quien lleva solo una triste barra de pan debajo del brazo. Son muy pocos, pero algunos aún caminan en parejas. A los niños, se los ha tragado la cuarentena. Una señora mayor, con mascarilla, cuenta que va a la farmacia a por “unas cosas” que le hacen “falta”. “Hoy no voy a comprar ni nada. Me apaño con lo que tengo. Mañana ya se verá. Me canso mucho al andar”, explica.
En otra calle, un montón de tierra delante de una casa adivina una obra en el interior aunque apenas se oye ruido. Al rato, sale un hombre, con acento de otro país, que explica que está trabajando solo él, trayendo material y "haciendo otras cosas dentro”.
Una cartera, con mascarilla y guantes, hace su reparto en otra calle. Dice que ahora se nota que “hay un poco menos” volumen de trabajo. Los empleados van en días alternos con el fin de minimizar riesgos, no se firman los certificados y la paquetería también ha bajado. “Este paquete viene de China, que ya se está empezando a mover”, precisa de todos modos. Seguro que sobres de puño y letra llevará pocos en el carro. Pero eso ahora y antes. ¿Se imaginan recibir una carta, de las de verdad, en su buzón en estos días? También pueden dar la sorpresa ustedes y escribirlas. Aunque mejor será hacerlo vía email para no poner en peligro a los trabajadores de Correos. La alegría será la misma en estos días del ‘Quédate en casa’.