Valeria rinde homenaje a Septimio Severo
Llegar a Valeria es gratificante. Uno inicia camino desde Cuenca y en ese trayecto que hiciera Tiberio Sempronio Graco, cuando llevase sus legiones para pacificar la Meseta, vas aireando tus neuronas porque te vas a encontrar un yacimiento de ensueño, una ciudad romana que diese pábulo a leyendas y a realidades, aguas de un Ninfeo atrevido, tal vez reforzando invento en sus Termas recién descubiertas o dejar que los viejos conocidos, artesanos del tiempo, ofrezcan sus productos en las Tabernae.
Lo cierto es que Valeria es un punto de encuentro maravilloso, por sus gentes especialmente, pero su Patrimonio es mayúsculo porque al yacimiento romano hay que unir su caserío con su casona de los Alarcón, su Ayuntamiento de reforzada piedra, su iglesia de la Sey –este año en reforma-, su Museo en aquel alto que impera ante la garganta del río Gritos y su Centro de Interpretación, sin descanso.
Por eso, este pasado martes, a las 19:30 horas se inauguraban las XXI Jornadas Romanas, cuya programación lleva desde ese mismo día con actividades y talleres, encuentros y ambientaciones, provocando que estos días sin descanso Valeria sea el centro de la provincia, cumpliéndose mañana sábado, el momento cumbre con teatro, exhibiciones, lucha de gladiadores, concierto musical de Zarabanda, mientras las legiones V, la XII y Mos Religiosus estarán haciendo guardia en su campamento para reverdecer el domingo con el mercado, los Talleres, la Milla romana y el concierto musical de “Karmento”.
Sin duda, una buena propuesta para este fin de semana, sin olvidar que en la presentación, el historiador Julián Torrecillas nos hacía semblanza de “Septimio Severo” y Rosa María Pescador un abría fastos con un pregón sentimental y lleno de recuerdos populares.
Las palabras de Juan Pedro, corregidor de turno, las de José Ignacio Benito Culebras, delegado de Fomento de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, y las mías como coordinador del evento, intentaron hacer plausible lo que el numeroso público presente deseaba: sentir que la pandemia no ha podido con las Jornadas Romanas y eso es mucho decir, porque la ilusión y la esperanza siempre estuvieron presentes.
Y así quiero acabar mi crónica semanal, con un párrafo de esas palabras que allí dije, poniendo en valor lo mucho que aquel lugar y sus vivencias, encierran:
“Aquí, gentes llegaron en tiempos de Reconquista y Repoblación por aquel siglo XIII, ocupando solares entre mansiones romanas, algunos chozos de pastoreo y quizás, algún noble venido a menos que quiso crear hidalguía. Los Martínez, Torrecillas, Ibáñez, Atienzas, Zamoras o González que vinieron de Tierras de la Alta Castilla cruzaron su estela con los Mora, Lerín, Mateo o Collado, oriundos de la Rioja o de aquella Navarra afrancesada. Unos y otros, afincaron sus hogares en esas calles, de Caracol, Huerto de Portero, los Charcos, la de las Ruinas, la Norte o la calle Calleja, ocupando casonas con patio, corral y cuadra, para luego reformar camino en esas otras de la Amargura, Valera de Arriba o 6 de junio.
Ahora siguen caminando con ilusión y lo hacen con estas nuevas Jornadas Romanas que le han internacionalizado, haciendo valer su deseo de confraternizar, después de dos años de pandemia, sin olvidar a los que nos dejaron y con aplauso a los presentes, con actividades donde la música ha elevado solfas al aire de la historia haciendo más grande su cultura”.