Uclés abrió su espacio a la crónica del tiempo
La historia se escribe con pluma, tinta, bolígrafo, máquina de escribir y ahora, ordenador digital. Pero se escribe, aunque pasen los años, los siglos en este caso, ya que dará igual, porque el cronista oficial de cada lugar, sea de España o del Mundo, sabe cuál ha de ser su papel y cómo debe de referenciar lo que desea destacar como elementos claves del pasado y del presente.
Por eso, los Cronistas de España, en número de cincuenta, llegaron al Monasterio de Uclés el pasado domingo 23, se aposentaron en su fachada, magnífica traza donde Francisco de Mora supo dejar su huella imperecedera, observaron sus chapiteles de estilo herreriano, admiraron la majestuosidad de ese edificio que albergó convento, luego monasterio y después Seminario conquense.
Este lugar, maravilloso y solemne, afincado en el altozano de Uclés, al lado de sus murallas de corte islámico en zig-zag, frente a la torre del Homenaje de una fortaleza que supo ser infranqueable y donde el infante Sancho perdiera la vida, o las tropas francesas destrozaran su relicario.
Impresionante en su tamaño, elevado en su trazado, adaptado a la modernidad para que la Fundación que ahora lo dirige pueda disponer de comodidad en la enseñanza de su Arte, en espacios, iglesia, sacristía, dependencias y capillas; en su adecuada Biblioteca y Archivo donde se guardan documentos de alto valor, y donde una línea de Historia nos expone a todos cuantos han sabido escalonar la Orden de Santiago en este espacio histórico por excelencia.
El monasterio de Uclés es una de las joyas más importantes que puede ofrecer la provincia de Cuenca; su situación geográfica, junto a su monumentalidad perenne ha permitido que se sigan rodando películas importantes como el Rey Pasmado o el Capitán Alatriste, sin olvidar secuencias, series históricas y escenificaciones teatrales de profundo sentir popular.
Sus habitantes se sienten orgullosos de lo que tienen, de lo que ofrecen y por eso, Ana Gálvez, la que fuera alcaldesa del lugar, ahora concejala y siempre dinamizadora constante de Cultura como base de progreso, mujer comprometida con la sociedad y con la necesidad de desarrollo, dio una soberbia explicación de todas las maravillas que encierra el lugar, de todos los acontecimientos que la villa de Uclés ha tenido que soportar, para bien o para mal, de toda una gama de elementos que dignifican uno de los lugares más emblemáticos que el Arte del Renacimiento, Barroco y Neoclásico ha podido dejar en España.
Pero, de Uclés, no solo debemos hablar de su historia más seria, más solemne si cabe, si no que este lugar es bello por naturaleza. Desde la Fuente Redonda, origen del arroyo que le riega, el flirteo del Cigüela un poco lejos, las lomillas de Carrascosilla y todos esos restos que quedan diseminados por todo el término, recordando a la romana Ocilis con su pozo Airón, a los tres conventos que allí hubiera, tal cual el de Santiago de 1174, el de las monjas dominicas en 1535 o el de los frailes carmelitas, unos años después; y todo un sinfín de recuerdos hacia la Virgen de las Angustias, este lugar seduce a todos los que aquí llegan.
Entrar a su monasterio, ver su patio donde tantas películas se han rodado, acariciar su fuente, tan barroca ahora, pasar a la Capilla para recrear el espíritu indolente de cada uno de nosotros, subir la magna escalera a dos aguas, ver la maravilla de Francisco Ricci, el facistol enorme del Coro, aquel portapaz de Becerril que en tiempos hubo o el recuerdo de aquellas ermitas: Nuestra Señora de la Soledad, Santísimo Cristo de la Piedad, la Vera Cruz, la Virgen del Rosario, la de Ánimas, Misericordia y Cabildo de San Ildefonso, es gratificante. Todo es historia, arte, monumentalidad, devoción, belleza, oración y sentimiento.
Los Cronistas de España lo disfrutaron y supieron darle ese valor que dejarán escrito en su crónica para reforzar el tiempo, dejar sentir que en la primera pluma de Jorge Manrique o Álvaro de Luna, tiene ahora continuidad en la pluma del cronista de Avilés, de Casasimarro, de Leganés, de Arévalo o de Brozas, porque todos harán placer de su aprendizaje y servirán de guía para el futuro.