Osa de la Vega nos devuelve al Imperio Romano
“La Condenada” es una mina de Osa de la Vega, rica en lapis especularis, un tipo de piedra de yeso selénico especular y traslúcido. Tal cavidad se conserva inalterada desde su explotación en el siglo I d.C.
Sin duda, hablar en la provincia de Cuenca del lapis especularis es muy productivo y gratificante; por la cantidad de minas que el subsuelo de nuestra Tierra permitió a los romanos su explotación, antes de que apareciera el vidrio en los albores del siglo IV. Por tanto articular la manera de poder visitarlas, accesible en su trazado y rentable en su propuesta, también es peculiar por las pocas posibilidades que permite su mantenimiento y sobre todo, su compleja accesibilidad. Por eso, informar de que Osa de la Vega vuelve a abrir su mina “La Condenada” es una noticia extraordinaria, para todos, los amantes de la Historia y los habituales en el turismo rural como medio de ocio, entretenimiento y aprendizaje.
Además de realizar un recorrido exterior por el complejo minero ubicado en el cerro de ‘Las Obradás’ y de adentrarse posteriormente en el interior de la propia mina de ‘La Condenada’, los visitantes podrán antes informarse en el Centro de Interpretación de la Minería Romana que ofrece la localidad.
Sin duda, es la tercera de las minas que la provincia de Cuenca ha musealizado y permite ofrecer al turista una vuelta al pasado y, sin duda, recrear el espíritu del viajero, sobre todo, del amante del mundo romano.
Osa de la Vega lo tiene claro como municipio y eso le enaltece; razón de más para que un servidor cuente un poco más de sus excelencias, de su historia o de su presente. En la mitología griega, la Osa Mayor representa a Calisto; una hermosa ninfa y cazadora de la que se enamoró Zeus, el dios del cielo. Zeus engendró al hijo de Calisto, Arcas, y por celos, Hera, la esposa de Zeus, convirtió a Calisto en un oso y la obligó a pasar el resto de su vida vagando por el bosque.
Tal vez, el hecho de que cambiase el altar dedicado al dios Júpiter, por el de Osa, en esta inmensa vega, nos acercaría al posible origen del lugar.
Pero, sin creer en este tipo de atrevimiento, de una u otra manera, Osa de la Vega alcanza fama en el XVII gracias, sin duda, a la devoción a ese lienzo que representará el Santo Rostro de Jesús, con ermita construida por los propios fieles devotos.
Sin duda, para los habitantes del lugar, el recuerdo a doña Isabel del Corral y Matilla es siempre honesto, gracias a la donación de ese paño donde la Verónica conjuga y porta el Santo Rostro, entre acogimiento de pueblos del lugar. Así lo atestigua la bula de Clemente X en 1674 con jubileo perpetuo y todo un ritual que, aunque desaparecida como Cofradía ha seguido manteniendo la fe en su celebración.
Los estatutos de la Cofradía fundada en ese siglo estableció cuatro festividades para su honra: la Inmaculada Concepción, San Silvestre en diciembre, Jueves Santo y el día de la Asunción a la que dedican parroquial. Osa de la Vega, recuerda con nostalgia aquellas tres ermitas: los Santos Mártires, San Cristóbal y San Sebastián, ya perdidas, y ahora, en San Marcos, tiene romería y devoción, subiendo al cerro donde se ubica, el 25 de abril y hacen las propuestas de matrimonio, sus jóvenes.
Los molinos de la Noguera, la dehesa de Valdehermosilla y los montes que rodean la Redonda de Alarcón, acogen este término de la Mancha alta, la misma que dora al sol y clama entre blancos de un caserío altivo y su parroquial con muros de sillarejo, fuerte en su hechura, con torre cuadrada y centrada en el piecero y esa portada greco-romana que le da acceso bajo el arco, las columnas estriadas y sin basa y su remate en hornacina. Dentro, sus tres naves, con sus cinco altares y dos capillas, una la de don Francisco Ruiz de Alarcón y otra, la del Santo Rostro de Jesús. Bonito pueblo.